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Cine y Series

“Monstruo”, amor y disfuncionalidad

En Director's Cut, Cine y Series sábado, 20 de mayo de 2023

Eva Peydró

Eva Peydró

PERFIL

Monstruo se estrenó en el 76º Festival de Cannes, donde su director Kore-eda Hirozaku obtuvo en 2018 la Palma de oro con Un asunto de familia y en 2013 el Premio del jurado con De tal padre, tal hijo. Su última película, decimosexta de su carrera, ha sido también la última estrenada con una banda sonora del recientemente fallecido Ryuichi Sakamoto, una partitura sobre todo melancólica que puntúa a la perfección el ritmo y el enigma emocional del filme. Como ya nos tiene acostumbrados el director de Broker, nos preparamos a ver una historia que se cuece lenta y cuyos ingredientes se agregan en el momento preciso. Kore-eda nunca nos muestra todas sus cartas, pero tampoco nos engaña, porque los giros en sus guiones no son estratagemas tramposas ni efectistas sino revelaciones.

Monstruo está construida para poner a prueba nuestra capacidad de imaginar, de adelantarnos a su trama y —en uno de los temas más caros a su director—, de enfrentarnos a nuestros propios prejuicios. Con un estilo nunca engolado, Kore-eda ha incurrido a lo largo de su filmografía en un amplio muestrario (o “monstruario”) de todo aquello que la institución familiar es capaz de hacer con los individuos, a quienes modela o transforma. La reformulación del concepto de disfuncionalidad en el cine del director japonés parece infinita, sin detenerse ahí, se abre a la esperanza, asumiendo quiénes somos con lo que hicieron de nosotros, como expresó Sartre, mostrando en el contraste entre la inocencia y la perversión un rango infinitamente matizado de lo que se considera humano.

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Kore-eda vuelve a rodar en Japón tras la aventura coreana de Broker, para contarnos una historia desde un  punto de vista múltiple, así el habitual mosaico que suele trazar en sus filmes viene aquí potenciado por las diferentes versiones de un suceso entre dos niños de 5º de primaria, un profesor y la directora del colegio. A lo cual se añade también que los intereses de Kore-eda aglutinan varios temas de enjundia con los que se arriesga abrumar al espectador: el acoso escolar, el maltrato, el duelo, la calumnia…

Los protagonistas de la historia son el joven Minato (Soya Kurokawa), cuya madre Saori (Sakura Ando) está preocupada por lo que imagina que son signos de acoso escolar, por ello visita en varias ocasiones el colegio para entrevistarse con la directora y el profesor de su hijo, Hori (Eita Nagayama) y su compañero de clase Eri (Hinata Hiiragi). La actitud poco colaboradora y extraña que encuentra Saori en sus reuniones es inexplicable, hasta que poco a poco vamos conociendo el verdadero motivo de esa falta de empatía. A partir de ahí, lo que parecía una sencilla historia como tantas veces ocurren en las escuelas, se abre en varias direcciones como si se iluminaran nuevas habitaciones o se abrieran nuevas ventanas, a la manera budista del maestro al que sus discípulos culpan de apedrear ciervos, cuando en realidad los espanta para protegerlos de su depredador.

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Tanto las debilidades humanas como las buenas acciones que se realizan con discreción tienen consecuencias imprevisibles dependiendo de cómo se perciban y se interpreten. Aquí Kore-eda nos muestra una vez más, sin aleccionar, y poniéndonos en los zapatos de lo distintos personajes, porque su estilo, aparentemente amable pero casi siempre con cargas de profundidad, nos va atrayendo y sugiriendo de manera muy calculada hasta un final que nos hiela.

En Monstruo hay fuego desatado, hay lluvia torrencial, y entre ambos Ryoto Kondo fotografía una exaltación del amor preadolescente, virginal, que es pura expansión, en esa carrera que nos ha recordado la euforia de Close a través del bosque, en un estallido de vida que encuentra su libre expresión en un vagón abandonado, llenándolo de luz y todas las emociones que se es capaz de comunicar a través del color, de la creatividad, cuando nadie nos juzga y nos sentimos seguros. La burbuja de amor de Minato y Eri condensa pequeñas muestras de afecto aparentemente incomprensibles a lo largo del filme, como esa zapatilla que Minato presta a Eri, porque las suyas le han quedado pequeñas, una prueba sutil de abandono parental. Kore-eda dirige a los pequeños protagonistas con una maestría tal que se desenvuelven en sus papeles con una solidez admirable.

Monstruo es una serie de cajas chinas donde todo el mundo busca, y a veces encuentra, el modo de salir adelante y curar sus heridas emocionales, y Kore-eda las abre dejándolas al descubierto una tras otra para que nos miremos en ellas como en un espejo distorsionado y nos preguntemos quién es realmente el monstruo.

Este artículo ha sido actualizado el 24 de septiembre de 2023.

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