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Cine y Series

El mejor cine de 2023 no cabe en un Top 10

En Director's Cut, Cine y Series 28 diciembre, 2023

Eva Peydró

Eva Peydró

PERFIL

El año 2023 ha sido espléndido en cuanto a nuevas y admirables películas y series. Las programaciones de los festivales de Berlín, Cannes y Venecia se han saldado con ediciones memorables. En la siguiente selección, que podría incluso haberse extendido con algunas más, he reunido películas que han mostrado valentía para ampliar los límites del medio y lo han conseguido con excelente resultado artístico. Los directores de la lista han cuestionado la condición humana y los comportamientos que la retratan, con una mirada incómoda y reveladora. Nuestra propia historia, el mundo que hemos construido con nuestras debilidades y la valentía necesaria para admitirlo, se reflejan en estas películas que apelan a nuestros sentidos y convicciones. La añoranza de un mundo que ya no reconocemos, el amor como salvación, la rebeldía frente a lo convencional o los recovecos donde esconderse y seguir fingiendo, recorren esta lista, que encabeza Pobres criaturas, pero que el resto podría ocupar en cualquier orden.

Pobres criaturas (Poor Things, Yorgos Lanthimos, 2023)

Yorgos Lanthimos nos obsequió en el 80º Festival de Venecia con una joya que aúna un soberbio empleo de los recursos visuales y una poderosa historia bien contada —basada en la novela de Alasdair Gray del mismo título (1992) y guionizada por Toni McNamara (La favorita, 2018)—, sin que falte la provocación, nunca gratuita y siempre estimulante, así como un abordaje de la cuestión de género que no puede ser más original y efectiva. Con una estética inspirada en el steampunk y una alternancia del blanco y negro y el color, el director de Langosta (2015) ha compuesto una película tan identificable con su universo creativo como las anteriores, pero ha dado un paso adelante ahondando, entre otros temas tan queridos, en la complejidad de las dinámicas sociales, los estatus asumidos y el valor de la rebelión.

Por segunda vez, Yorgos Lanthimos dirige un drama de época que no obvia la cuestión social, las clases y la familia, pero sobre todo incide en la cuestión del genéro. Una portentosa Emma Stone (coproductora de Pobres criaturas) lleva sobre su personaje todo el peso del filme y su progresión, con un encanto fascinante, capaz de convertir las réplicas más audaces en obviedades irrenunciables. Leer más.

La zona de interés (The Zone of Interest, Jonathan Glazer, 2023)

El director de Under the Skin (2013) ha tardado diez años en presentarnos un nuevo largometraje, pero esa espera nos sabe a gloria mientras admiramos cada minuto de esta película que adapta libremente la novela homónima de Martin Amis. Ganadora del FIPRESCI y el Grand Prix en el pasado Festival de Cannes, La zona de interés transcurre en su mayor parte tras el muro de un campo de concentración, cuya presencia se intuye a través de inquietantes sonidos y de la presencia de internos que trabajan en la casa del comandante, bajo la supervisión de su esposa. Es un reto escribir sobre La zona de interés y no utilizar la palabra “banalidad”, pero el director no necesita recordárnosla. Ese tipo de maldad sobrevuela permanentemente el filme, filtrándose a través de las órdenes cumplidas, del arribismo que la suegra de Höss viene a expresar, del apego a un nuevo statu quo en el que todo son ventajas para los que no se hacen preguntas o si se las hacen pueden responderlas con los escrúpulos de un esbirro.

El director de Sexy Beast ha recurrido a un monumental fuera de campo para estremecernos de arriba a abajo, con el recurso a un excelente diseño del sonido —que no nos permite obviar ni en un momento lo que se oculta tras el muro—, así como a la sobrecogedora banda sonora que firma Mica Levi (Under the Skin, 2013). Sandra Hüller, proclamada mejor actriz por la Academia europea del cine, merecía absolutamente el premio de interpretación que Cannes le negó. Leer más.

No esperes demasiado del fin del mundo (Do Not Expect Too Much of the End of the World, Radu Jude, 2023)

Definitivamente, Radu Jude podría enseñar mucho a los extraterrestres sobre nuestro planeta. A través de su desafiante provocación y sus decisiones estilísticas desprejuiciadas, efectivas y rompedoras, el director rumano dirige una sátira bizarra que revela el cinismo de un mundo enredado en sus propias mentiras, en una pesadilla laboral de precariedad y cinismo. Angela (Ilinca Manolache en su primer papel protagonista) es una asistente de producción que recorre Bucarest en su pequeño coche, contactando a víctimas de accidentes para que se interpreten a sí mismas en un spot publicitario para una empresa austríaca de seguridad, cuya directora de marketing es encarnada por Nina Hoss.  La película, ganadora en el Festival de Gijón y representante de Rumanía a la categoría de Mejor película extranjera en la próxima edición de los Oscar, nos arrastra en un torbellino de acción y palabrería. La verborrea de Angela, entrevistando y convenciendo a los posibles actores, se amplifica con su otro y opuesto yo, un personaje de TikTok misógino y admirador de Putin.

El collage se completa con los insertos del filme rumano Angela Moves On (Angela merge mai departe, Lucian Bratu, 1981), sobre una taxista (Dorina Lazar) que en la era comunista vive múltiples aventuras surcando Bucarest de día y de noche, además de contar con sus actores (Lazar y   László Miske) cuarenta años después, interpretando a los padres de uno de los accidentados. Para Radu Jude, ganador del Oso de Berlín en 2021 con Un polvo desafortunado o polvo loco, los límites del cine son los de su propia expresión, que combina los medios más actuales, para transmitir un amargo e hilarante fresco de la realidad, trufado de chistes, anécdotas y digresiones. Juego de espejos y contrastes, con dos Angelas y dos mundos que se solapan en el postcomunismo.

Anatomía de una caída (Anatomie d’une chute, Justine Triet, 2023)

Justine Triet se alzó con la Palma de Oro del Festival de Cannes con su cuarto largometraje, que también se llevó cinco premios de la Academia Europea, entre ellos el de Mejor actriz para la talentosa Sandra Hüller. Este thriller judicial, sobre la muerte dudosamente accidental de Samuel, marido de la protagonista, disecciona un cadáver emocional a través de las relaciones de pareja. En una particular exploración de los componentes implícitos en su matrimonio, las diferentes personalidades de ambos y la conducta de la esposa, siempre puesta en cuestión, bajo sospecha, Triet conduce la trama de Anatomía de una caída con enorme intensidad, confiando la parte del león en el sustancial trabajo de Hüller, con quien ya colaboró en Sibyl (2019).

En su particular Sospecha, la directora de La batalla de Solferino, hunde su bisturí en Daniel, el hijo de Sandra y Samuel, parcialmente ciego, y su inquietante revelación, en un juego psicológico en el que lo monstruoso y lo legítimo. Las apariencias y la ortodoxia entran en colisión con los prejuicios, sin que nos sintamos manipulados con desafortunados giros, por fortuna ausentes de un guion escrito por Triet junto a Arthur Harari (Sibyl, El proceso Goldman).

Fallen Leaves (Aki Kaurismäki, 2023)

Marc Muñoz firma la crítica de la última película de Kaurismäki, ganadora del Gran premio del jurado en el Festival de Cannes: «El finlandés bucea en los recovecos silenciosos de un amor de difícil encuentro (más por accidentes y desafortunadas impertinencias del azar que por la voluntad de los partícipes), a través de una solitaria mujer que acaban de despedir de una fábrica y un varón alcohólico que tampoco acaba de encontrar una estabilidad en lo laboral y, ni mucho menos, en lo emocional. Un sencillo tapete argumental que actúa como palanca para ser revestida con los numerosos atributos que definen su cine.

Este relato de amor accidentado, o romance de azar desprovisto, se sucede en esos no-lugares que definen el universo fílmico del cineasta. Sus personajes se dejan ver en espacios desolados y desabrigados. Transitan, con los ánimos por los suelos, bajo poses y portes hieráticos e inexpresivos, en definitiva, llevando la losa de una soledad insoportable, por interiores que en lugar de atemperar esos ánimos los empeoran con una fauna que apuntala esa frialdad generalizada». Leer más.

Rímini (Rimini, Ulrich Seidl, 2022)

Concebida como un díptico junto a Sparta (2022), Rímini comparte sus personajes, una familia que nadie querría llevarse a casa, con un hermano pederasta y otro vividor, criados por un nazi. En esta ocasión, el protagonista es Richie Bravo (Michael Thomas), un cantante melódico de schlager en horas bajas, sumergido en un hábitat de sordidez y desolación, magistralmente descrito por Ulrich Seidl y Veronika Franz. Nada es más deprimente que un lugar de diversión, playa y vacaciones, fuera de temporada, ese Rímini helado y gris donde Richie trampea, cantando en salones de hoteles desangelados para turistas alemanas, seduciendo previo pago a sus ancianas fans, alquilando su mansión kitsch a admiradores y malvendiendo lo que le queda. Seidl también nos hace acompañarlo de vuelta a Austria a visitar a su padre, que vive en una residencia de ancianos para mostrarnos los remanentes del nazismo, en una excursión torturante que dura toda la película. Un suceso inesperado en la vida del fondón cantante —que recuerda al Gerard Depardieu que se hacía las mechas en Chanson d’amour (Xavier Giannoli, 2006)— le hará enfrentarse a sus propios valores y estilo de vida, saldando una deuda pendiente, en un giro de guion brillantemente resuelto.

Rímini nos incomoda hasta la exasperación, pero nos pega a la butaca en una medida inversamente proporcional, aunque nos entren ganas de arrancarnos los ojos ante tanta cutrez, algún tipo de satisfacción nos mantiene hipnóticamente atentos a un personaje que rebosa de todo menos humanidad, vestido con su wifebeater, bajo un voluminoso abrigo de piel de foca.

El mal no existe (Aku wa sonzai shinai, Ryûsuke Hamaguchi, 2023)

Hamaguchi dirigió un impresionante doblete en 2021, La rueda de la fortuna y la fantasía y Drive My Car, dos hits que le pusieron en la órbita del Olimpo directoral y le colmaron de galardones. Con esa expectativa, llegó El mal no existe al 80º Festival de Venecia, demostrando que una película en la que parece que no pasa nada, bajo la naturaleza invernal de un bosque de Japón, es una bomba de relojería que puede arrasar con todo. En un pequeño pueblo no lejos de Tokyo, vive apaciblemente Takumi con su hija Ana, hasta la llegada de una empresa pretende construir un glamping, amenazando el ecosistema y el suministro de agua.  Las reuniones entre las dos partes se suceden, aparentemente limando asperezas y acercándose en lo personal, yendo más allá de la codicia que representan sus enviados.

Sin embargo, el ritmo parsimonioso, la delicadeza de sus planos y la ligereza que parece envolver a los protagonistas, que juegan o cocinan en armonía, mientras pueden vivir ajenos a la amenaza que se cierne sobre su estilo de vida, encierran una poderosa complejidad. Nada es idílico y el drama final condensará, con tanta maestría como Hamaguchi ha desplegado a lo largo del filme, una reflexión cuya retórica puede sorprender a los espectadores con la misma rotundidad con que el hacha de Takumi corta su leña.

La bestia (La bête, Bertrand Bonello, 2023)

Si pudieras librarte de tus emociones ¿lo harías? Ese es el punto de partida de La bestia, una fantasía que arrastra en un debate entre intelecto y emoción a la pareja formada por Gabrielle (Léa Seydoux, en su tercera colaboración con el director) y Louis (Georges McKay). Ambos se encuentran en un momento de sus diferentes vidas, que de un modo u otro están conectadas en 1910, 2014 y, finalmente, 2044, cuando se enfrentan a la decisión de “purificar” su ADN y dejar de experimentar emociones desestabilizantes. La amenaza del desastre, la intuición de que algo horrible va a suceder es una sensación que angustia a Gabrielle desde su juventud y le impide disfrutar plenamente, ser feliz, despreocuparse del futuro.

La película más romántica estrenada en el 80º Festival de Venecia es un melodrama distópico y subyugante, intemporal, con unos protagonistas capaces de dotar de tal calidez y autenticidad a sus personajes, que nos permiten reconocer su núcleo más allá de sus cambios a lo largo del tiempo y sus diferentes encarnaciones. Leer más.

Retratos fantasma (Retratos fantasmas, Kleber Mendonça Filho, 2023)

Este magnífico documental del director de Doña Clara (2016) es un nuevo (y sobrio) ejercicio de nostalgia, sobre un mundo en desaparición. El centro de las ciudades se ha modificado en una evolución imparable que arrastra modos de vida, y con ellos también se ha llevado los cines de Recife (Brasil). Los Retratos fantasma muestran lugares y personas, una sociedad extinta, que pobló con sus formas de socializar y sus hábitos culturales y de ocio, esas salas, esas calles, que los acontecimientos históricos marcaron con una huella que el celuloide hizo imperecedera. Sin embargo, su transformación en las últimas décadas ha desafiado a la memoria. En la película se funden las películas, la arquitectura, la música, el documento de una época, en una bellísima y penetrante reflexión, nada complaciente, que revela un profundo amor por las imágenes filmadas, las de la cotidianidad de las cintas caseras, y las de los filmes inmortales que vimos siempre en gran pantalla.

La película, narrada por el propio Kleber Mendonça Filho, que ha sido seleccionada para competir a Mejor película extranjera en los Oscar 2024 por Brasil, es el mejor Cinema Paradiso posible, porque funde con suficiente distancia lo íntimo y lo social, en una dimensión generacional. Lo que se va formando como un mosaico de imágenes, sensaciones y recuerdos, acaba siendo un melancólico ensayo testimonial, en tres partes. Arranca con la visita de Janet Leigh y su familia a Recife en los sesenta, para centrarse después en el apartamento familiar en el barrio de Setúbal, donde el director pasó su juventud y luego crio a sus hijos. Finalmente, nos mostrará el destino de las imponentes salas de cine que, abarrotadas en su infancia, hoy acogen a otro tipo de fieles entre sus muros.

El sol del futuro (ll sol dell’avvenire, Nani Moretti, 2023)

Cuando Nani Moretti dirige su mirada al universo más personal, como en El sol del futuro, estrenada en el 76º Festival de Cannes, la autoficción se despliega sin recato. Aunque podremos considerar que su resultado es más o menos acertado dependiendo de los casos, esa exhibición de paranoias, miedos, filias acérrimas, no exenta de autoparodia, proyecta una automática fuerza de atracción. Nuestro Woody Allen mediterráneo ha pasado por la militancia política, ha sido seducido por el romanticismo intelectual de los boomers, y ha encontrado en el cine una razón para no abandonar ningún campo de batalla ni dejarse vencer por la nostalgia.

El brillante final de El sol del futuro es una masiva demostración de la capacidad sanadora del cine, de la voluntad de permanencia, de la fuerza creativa. La invasión soviética de Hungría puede ser cuestionada y la historia reescrita, entre edificios de verdad o de mentira. El humor y la ironía impiden a Moretti convertirse en un grinch o en un predicador, nos muestra que siempre tendremos la música y las películas, y que las canciones de Joe Dassin o el inevitable Franco Battiato, también han logrado que el mundo sea un lugar mejor. Leer más.

Samsara (Lois Patiño, 2023)

El director gallego Lois Patiño estrenó la película Samsara en la 73ª Berlinale, dentro de la sección Encuentros. La singularidad formal y su original sello, presentes en sus anteriores películas, alcanzan en esta su punto álgido. Forma y contenido se fusionan para vehicular una inspirada propuesta sobre la reencarnación, con la referencia expresa del Libro tibetano de los muertos. La narración incluye dos historias enlazadas por un gozne cinematográfico muy especial, cuya función es tan relevante que se convierte por mérito propio en la atracción y justificación central del filme. Si el cine se compone de imágenes y sonido y parece inimaginable disociarlos, Patiño consigue convencernos de lo contrario. El director solicita específicamente cerrar nuestros ojos durante 15 minutos y dejarnos llevar por el sonido y por los flashes de luz que atraviesan nuestros párpados cerrados.

El tiempo detenido, el silencio, las meigas, fantasmas y fallecidos cuya presencia adopta nuevas formas, que ya estaban presentes en Lúa Vermella, se funden con un lenguaje más evolucionado dentro de una estructura que pertenece a la cultura budista, para vehicular una meditación intemporal, con una inspiración que la conecta a Apitchapong Weerasethakul. Leer más.

Trenque Lauquen I II (Laura Citarella, 2022-2023)

Las dos partes de la película de Laura Citarella, producidas por El Pampero (El estudiante), han sido coescritas por la directora junto a la protagonista, Laura Paredes. Vistas como una sola, sus cuatro horas son subyugantes, el sutil misterio que desliza la trama hasta su resolución empapa el filme, más allá de la intriga. Cada escena nos sumerge más y más y profundiza imperceptiblemente en una ficción donde los secretos anidan y se esconden en lo más evidente. La narrativa casi borgiana es de una escritura liviana, invisible, pero desbordante en su relato. El ritmo de la directora nunca es complaciente ni exigente, es de una naturalidad apabullante.

Una mujer desaparece y Citarella nos lo muestra con la evanescencia de un personaje de Hitchcock en la Pampa, llegando a dudar si existió o solo la imaginamos. Dos hombres buscan a una investigadora entregada a su trabajo, que desaparece durante una misión en el campo, las relaciones se van enredando y por momentos llegamos a desviar la atención de la joven. En la segunda parte, surgirá un nuevo matiz, un diferente punto de vista que dará una vuelta a la historia. Será la voz de Laura la que nos informe, las mujeres toman el protagonismo, el elemento mágico también aparece, pero sobre todo nos planteamos por primera vez si ella quiere ser encontrada.

Disco Boy (Giacomo Abbruzzese, 2023)

El pasado Festival de Berlín acogió el brillante debut del director italiano, que se alzó con el Oso de plata a la Mejor contribución artística para Hélène Louvart reconociendo uno de los aspectos que más sedujeron a público y jurado. Tras diez años, cuatro productores y la participación de cuatro países, Abbruzzese consiguió llevar a la pantalla esta historia tan particular, protagonizada por Franz Rogowski, actor fetiche de Christian Petzold e imprescindible en el  cine europeo reciente.

Disco Boy es una aventura bélica postcolonial, una búsqueda de identidad, un nuevo comienzo, un viaje de descubrimiento, pero al final resulta un periplo sensorial tan circular e infinito que solo podemos entregarnos al viaje sin cuestionarnos su destino. Todo ello vehiculado a través de  un diseño visual y sonoro fascinante. Disco Boy es una película audaz y personal que reflexiona sensorialmente, sin prejuicios, sobre nuestra vieja y nueva Europa desde el cuestionamiento de su posibilidad, del lastre del pasado y sus huellas, con un protagonista carismático a su pesar. Leer más.

Cerrar los ojos (Víctor Erice, 2023)

Con su exigua y premiadísima filmografía y la unanimidad con que se le ha considerado un cineasta de culto, la expectación ante su nueva película, que se estrenó en el Festival de Cannes, fue igualmente elevada. Cerrar los ojos es una obra que opera a diversos niveles, cuya común preocupación es la reflexión sobre el paso del tiempo, los recovecos de la memoria y la capacidad para recordar y registrar acontecimientos y emociones, así como el potencial de las imágenes, animadas o no, para reactivar o permitir que el envejecimiento no sea un páramo de ignotas u olvidadas  historias o capacidades humanas.

Cerrar los ojos, vehicula una reflexión obviamente inspirada en la propia carrera de Víctor Erice —que firma el guion junto a —, sobre las dificultades para desarrollar sus proyectos, la insatisfacción de las obras inacabadas, no solo incluyendo una metaficción con diversos recursos, como la incorporación de Ana Torrent (Ana), llevando a cabo una reivindicación de un modo de vida amenazado y detenido 30 años atrás. Leer más.

El verano pasado (L’été dernier, Catherine Breillat, 2023)

Breillat, la primera directora europea que mostró sexo real en una película de ficción, realizó un remake del filme danés Reina de corazones (May el-Toukhy, 2019) que fue protagonizado por Trine Dyrholm. L’été dernier, que se estrenó en el pasado Festival de Cannes, fue sin embargo un paso más allá de la versión original. Con la audacia que la caracteriza, Breillat a sus 75 años ha dirigido una película perturbadora y desafiante, que ignora los estándares morales imperantes en el cine actual, y revela las bajezas de sus protagonistas. Sin piedad por ninguno de sus personajes, describe el pozo de toxicidad en el que chapotea una familia burguesa, atada por sus propios intereses.

Anne (excelente Léa Drucker) seduce a su hijastro de 17 años,  Théo (Samuel Kircher), un adolescente conflictivo a quien su madre ha enviado a casa de su padre, Pierre (Olivier Rabourdin) con quien apenas tiene contacto. La presencia de un elemento nuevo en el núcleo familiar tiene una repercusión diferente entre sus miembros, pero su impacto en la madrastra será irresistible, a pesar de lo inapropiado de la relación. Anne es una mujer incapaz de amar o sentir empatía, y cuando su puesto en el engranaje del hogar puede peligrar, no duda en tomar la decisión que perpetuará su estatus. La amoralidad impera sobre la honestidad y el deber de protección del menor en esta historia donde los juegos prohibidos no son condenados y la culpa no existe.

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