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Música

Back to the 90s Rave Culture

En Slow Movement, Música 10 abril, 2019

Alejandro Serrano

Alejandro Serrano

PERFIL

El futuro llegó, pero no es lo que nos prometían. A veces, da la sensación de que avanzamos de espaldas, reviviendo los recovecos de lo ya hecho, mientras nos preguntamos aquello que formuló el crítico musical Simon Reynolds en Retromanía (Ed. Caja Negra): ¿realmente la orientación cultural del siglo veintiuno es un ecosistema de repeticiones, limadas por su sobreabundancia, sin llegar a inventar nada? ¿Qué sentido tiene volver a relanzar lo ya producido? ¿A qué necesidad se atiene?

Vivimos en un tiempo donde todos los estilos musicales conviven con todos, pero no todos destacan por igual. Si nos adentramos en el campo de la música electrónica actual, podemos comprobar que hace tiempo que estilos musicales como el breakbeat, ebm o el new beat, vuelven a estar en auge tanto en las producciones como en los sets de grandes djs. Lo vemos en Skatebård, Solar, Mozhgan, Job Jobse o David Vunk, o productores musicales como Luca Lozano, Younger Than Me o Dj Normal 4, por citar a algunos. ¿A qué podría responder este retorno al positivismo de las raves británicas de principios de los noventa? ¿Quizá a una necesidad vital? ¿Es la democratización de los softwares musicales responsable de la estandarización de muchas de las producciones actuales y, por ende, de la tendencia a buscar sonidos más orgánicos, sucios y garajeros? ¿Acaso no responde también a una necesidad por recuperar el entusiasmo, la revuelta juvenil y la aventura en un momento de incertidumbre política y social, similar a la que se vivió en las raves de Gran Bretaña a finales de los noventa?

Rave. Foto: Mattia Zoppellaro

Foto: Mattia Zoppellaro

Para Octavi Lobo (Dj en Cienwatios, productor en Laboratorio de Beats del Mediterráneo y socio del proyecto musical Fosca, junto al periodista y dj Luis Costa): El movimiento «rave» tiene suficientes argumentos como para volver todas las veces que quiera. Pensemos en que sus pilares son sólidos, nacidos de la contracultura, de un momento socioeconómico y cultural muy concreto, casi irrepetible, que le confirió una personalidad muy especial, visceral y directa. Al ser un movimiento cocinado a fuego lento, su carácter y su autenticidad, a prueba de modas, hace que no le sea complicado aparecer de nuevo en las maletas. El número interminable de géneros y subgéneros con los que guarda una estrecha relación también es un factor a tener en cuenta por cualquier dj o productor que se precie.

Mientras que Chicago, Detroit y Nueva York creaban en sus laboratorios secretos la nueva música de baile, Gran Bretaña le dio un hogar donde ser comprendida y estimada. Las raves, fiestas ilegales que congregaban en puntos remotos y en grandes espacios a una multitud dispuesta a bailar hasta el amanecer, dieron su razón de ser a una música que pregonaba ser consumida en sociedad. La escena rave transformó la manera de pensar, sentir, escuchar y crear de millones de seres, y significó a su vez el kilómetro cero en la futura expansión, primero europea y más tarde mundial, de una nueva música que contaba con la electrónica como base. Durante aquél momento se habló de estar viviendo un sueño. La revolución social ya era un triunfo: la musical, por supuesto, también.

Jugando con la famosa expresión de Irvine Welsh, parecía que medio millón de atrevidos chavales británicos sacrificaban sus neuronas para engendrar algunas de las músicas más locas que se han oído en el planeta. En su momento, era fácil hacer música, la tecnología era barata, pero grabar en directo era complicado: necesitaban un buen micro, un buen estudio, un soporte en el que registrar el sonido y sincronizar. La ética del hip hop, la de encontrar breakbeats y mezclar sonidos al azar, fue la solución: no solo te permitía tener un tema funky, sino también impartir una lección cultural. Y esta capacidad de generar un discurso musical fue la piedra de toque del grueso de la dance music en los noventa; del gabba al trance, del progressive house al jungle. Toda una descendencia ramificada en cientos de estilos hasta dictar el mundo musical en el que vivimos.

Y ahora vuelven aquellos míticos tracks que hicieron vibrar a medio planeta, enseñándonos a valorar los géneros en su amplitud, sin prejuicios, y lo hacen conquistando también a las generaciones más jóvenes, que se suman a su vez en producir tracks con claras referencias a aquella época. Para Neil Parnell (aka Tronik Youth, Nein Records), el éxito de este resurgimiento rave, palabra que la comunidad negra había usado para referirse a sus propias fiestas en almacenes, supone también una novedad para nuevas generaciones, ya que desprende una energía y entusiasmo que pocos sonidos contemporáneos guardan consigo (its kinda a touchstone that reminds you of those old raves and, of course, it has a lot of energy and excitement that some minimal, etc. does not have). Esta capacidad para generar intensidad, diversión y sorpresa, comercialmente no se ha tenido en cuenta, y así lo explica el productor extremeño Modernphase, miembro del triplete Gameboyz y editor de la revista musical Como las Grecas, donde sostiene que el resurgimiento de estilos como el breakbeat es debido, principalmente, a la falta de explotación para el mainstream, que siempre usa bombos a negras y pocos breaks, haciendo esto mucho más masticable y llevadero para los oídos no educados.

Rave. Foto: Mattia Zoppellaro

Foto: Mattia Zoppellaro

El break es la sección exclusivamente percusiva de un tema funk o disco. Los productores de house cogían los breakbeats de discos de hip hop o de LP recopilatorios de los breaks más buscados. Estilos tan alocados como el breakbeat se popularizaron a principios de los noventa en Gran Bretaña como un reguero de pólvora, tanto con su estética de breaks en loop y samples robados, sus raíces en la cultura de sound system del hip hop y el reggae, así como su postura ambivalente en cuanto al éxtasis y sus ideas políticas de supervivientes de la calle, lo convirtieron en un estilo pirotécnico para muchas generaciones.

Para mí, que soy extremeño, el «break» me coge muy de cerca: desde la aparición del Nu Skool posterior al «break americano» que nos llegaba de artistas como Dj Nitro, Anuscha, Lady Packa, Kultur… todo «break» era siempre bien recibido y aclamado… Todavía en los mejores «afters» nosotros ponemos temas de Koma&Bones, Atomic Hooligans o el mismísimo Rennie Pilgrem, por decir solo algunos, argumenta Modernphase.

Para el productor extremeño, un artista que bien marcaría esta tendencia al resurgimiento rave sería FJAAK, con su track Fast Food. FJAAK by FJAAK

No hace falta decir que recuerda al, por desgracia, dúo The Prodigy, tras la triste noticia del fallecimiento de Keith Flint, vocalista de la banda, concluye Modernphase.

Rave. Foto: Mattia Zoppellaro

Foto: Mattia Zoppellaro

A la pregunta: ¿Quién puede pinchar hoy una línea de breakbeat? El dj y productor Juanjo Obon responde rápido: gente con cultura, capaz de moverse entre los géneros con soltura. En palabras de  Thierry Marseillais, co-fundador del proyecto Habitacion con Vistas y colaborador de Clubbingspain:  Vivimos en un momento musical donde muchos djs y productores huyen de definirse por algún estilo concreto. Y eso también es bonito. Aparte, creo que los medios juegan un papel importante en todo esto, como ocurrió con el punk o el grunge. Basta con que aparezca en la cabecera de un prestigiosa editorial y la mecha está encendida. En cualquier caso, artistas que aprecian la música en toda su extensión y fuera del marco comercial, están lejos de esas modas banales sin pies ni cabeza. Esta herencia ecléctica, de experimentación sonora a través de las máquinas, viene directamente de la escena rave británica, donde primaba la actitud y la energía, a los géneros y la forma. Es cierto que géneros como el house, en todas sus variantes, así como el ebm o el breakbeat, eran los estilos más destacados, pero también se daban cita otros géneros, que bien combinados, hacían estallar las pistas de baile.

El periodista y dj Luis Costa lleva tiempo percibiendo este cambio en el mercado: Hace unos cuatro o cinco años que los «breaks» están volviendo a través de la música electrónica más «underground» o vanguardista. Ya sea en su vertiente «electro», en otra más «hardcore» o bien en su mutación más raver. Han surgido varios sellos nuevos como Who’s Susan, Rat Life o Between Places, que dan rienda suelta a estos sonidos, junto a otros ya asentados como L.I.E.S o Lobster Theremin que han integrado los sonidos en algunos de sus releases. En realidad, son ya decenas de sellos que van en esa dirección. Han surgido nuevos tótems del estilo como Jensen Interceptor haciendo «electro» sin concesiones, y otros como Palms Trax o Bicep dándole a «harcdore breaks» y «house raver»… Y otros veteranos como The Hacker, Marco Passarani, DMX Krew o Carl Finlow, están haciendo ahora algunas de sus mejores producciones en estos estilos. En el «darkismo» más lento, el «electro» y los «breaks» han entrado con el «pitch» más subido o más bajado con artistas como Tolouse Lowtrax, Black Merlin, Palmbomen, etc… y sellos como Pinkman, Mannequin o Neubau, con momentos más industriales o EBM los primeros y más experimental el último, se van internando en estos asuntos. Particularmente, hay un nuevo EP de Golden Filter en Dischi Autunno que me ha hecho pensar que esto va cada vez más deprisa, pues tanto el «remix» de Lokier como el de Kluentah son en clave claramente «electro». ¡Buenísimo, por cierto! Todo este percal, precisamente, es el que manejamos con Fosca, proyecto de chicha electrónica para club que venimos armando Octavi Lobo y servidor.

DJs y productores como los italianos Younger Than Me, dan un giro en su trayectoria apostando por un sonido más positivo y vitalista, que se mueve entre el pasado y el presente. Tanto en sus producciones como en sus sets, aunque actuales en sus estructuras, se respira un característico aire a los noventa en sus sonidos y ritmos. Pero antes que productores, este dúo italiano reconoce que primero fueron ravers, y cuando iban a una fiesta, siempre lo hacían con una sonrisa, energía y una mentalidad positiva. Esta actitud de buen rollo y euforia en la pista de baile es la antítesis del modelo detroitiano o berlinés de club, más entendido como ghetto, como lugar exclusivo, cool y de exhibición personal. Se trata, en definitiva, de una forma de resistencia, de democratización de la pista de baile, que pretende revitalizar, no solo un sonido loco, fuerte y feliz, sino también el espíritu de aquellos años (With this project we want to try to revitalize, not just the sound, but the spirt of those years. In our sets, we play a lot of jams from the 90’s, strong but happy, crazy but also full of soul), en palabras del dúo italiano.

En un momento donde las diferencias sociales, económicas y de género se acentúan en cada esquina, la recuperación del espíritu rave no es baladí, atendiendo a una clara necesidad de funk vitalicio, de abrir la mente y atenuar los rasgos más fríos de nuestra sociedad, siguiendo fiel a su mensaje: arriba el ritmo, abajo las diferencias.

Anywhere

Everywhere

Just dance

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