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Sun Ra: la Revelación del pionero afrofuturista

En Música, Move your soul lunes, 29 de junio de 2020

Óscar Carrera

Óscar Carrera

PERFIL

Sun Ra no nos dio a conocer su nombre o sus coordenadas de nacimiento. Se sospechan Herman Poole Blount y Birmingham (Alabama), 1914. ¿Su profesión? Músico de lo que denominaríamos free jazz, que él prefería llamar PHRE jazz, porque tal era el nombre del sol en el Antiguo Egipto. ¿Su banda? La multitudinaria Arkestra, a veces conocida como la Solar Arkestra, la Myth-Science Arkestra o la Astro-Infinity Arkestra; todas en torno a una palabra que empieza en AR y termina en RA.

Nuestro invitado de hoy, Sun Ra, fue teclista y líder orquestal celebrado en todos los planetas a este lado de Andrómeda, pionero del jazz experimental y de la estética afrofuturista. En sus ratos libres, palabrólogo y viajero interestelar. Para algunos, un visionario que supo conectar con las raíces energéticas del universo por medio de la melodía y el ritmo —el caudal resultante se concreta en más de ciento veinte álbumes y más de mil canciones—; para otros, un confuso gurú psicodélico improvisando cacofonías que luego editaba él mismo sin molestarse en apuntar fechas, personal, títulos o incluso el título.

sun ra

Sun Ra al principio y al final de su carrera (del libro ‘Sun Ra and the Birth of Afrofuturism’, de Paul Youngquist).

¿Cuál de ellos es el verdadero Sun Ra? Según el interesado, no lo era el perezoso improvisador, pues en sus textos y entrevistas no cesa de insistir en la virtud de la disciplina, hasta el punto de que podía castigar a sus músicos por errar una sola nota. Tampoco lo de psicodélico se ajusta a un hombre aparentemente célibe, que evitaba el alcohol y la carne y prohibía las drogas a su alrededor (otro motivo de sanciones y expulsiones para su banda).

Lo de gurú depende de cómo lo tomemos: sin duda Sun Ra tenía una enseñanza, una filosofía cambiante, pero con elementos constantes, que ya estaba desarrollada cuando emigró al Chicago de los años cuarenta, en una sociedad racialmente segregada, que relegó su prometedor piano a los bajos fondos del alterne y los strip clubs. Noche tras noche, nuestro héroe pasaba largas horas acompañando con su teclado las danzas más obscenas, a veces al otro lado de un “telón de acero” diseñado para que los músicos negros no mancillaran con su mirada la desnudez de las blancas. En este ambiente, a la vez familiar y hostil, Sun Ra —que entonces se hacía llamar Sonny Blount— se preguntaba por la causa de tanto odio e incomprensión.

La respuesta llegó de diversas formas. En primer lugar, varios movimientos, como la Nación del Islam, comenzaban a organizar una contundente respuesta cultural a la marginación de la población negra estadounidense. La negritud era pensada y repensada desde todos los ángulos: toda clase de ideas, incluyendo ideas cabalísticas y teosóficas, orientales y ufológicas, circulaban por el aire de lugares como el Washington Park de Chicago. Sonny se empapó de todas ellas, al tiempo que se mantuvo a distancia de los movimientos organizados, políticos como espirituales, que pretendían llevar la voz cantante en el nuevo coro de reivindicaciones afroamericanas. Su mayor actividad pública, en este sentido, fue fundar con Alton Abraham —quien terminaría siendo su productor— una asociación de nombre Thmei Research para investigar los orígenes esotéricos de la raza negra y la humanidad, que indudablemente no distaban mucho del otro.

Los otros informantes de Sonny eran más selectos. Se trata de alienígenas del planeta Saturno, a quienes conoció mediante un proceso de “transmolecularización” por ellos programado. Tenían diminutas antenas sobre las orejas y sobre los ojos, y le encomendaron salvar el planeta Tierra de una hecatombe inminente. Su instrumento: su teclado, hablaría a través de su música y el mundo entendería… o perecería en el intento.

La sabiduría de Egipto, de Grecia, de Nubia, de Atlantis y, en especial, de la Biblia le fue conferida a Herman Poole Blount, quien de ahora en adelante se prodigará por los planetas habitados del sistema solar y de otros (su preferido es Júpiter, que califica de jovial). En este encuentro espacial, el humilde pianista de clubes de mala fama aprendió las ecuaciones de la Mitociencia, que reflejará en su música y en enigmáticos poemas, la más fundamental de las cuales es la ecuación “eso/es” (it/is). Comenzará entonces a elaborar un pensamiento siempre móvil, constitutivamente abierto, de cierre imposible y difícil traducción, debido a su dependencia de correspondencias ocultas en la lengua inglesa (la lengua de los ángeles/anglos).

Sun Ra fue un cabalista de las palabras, un confeso desliador del lío de Babel, que se aproxima al lenguaje desde una sensibilidad musical: por ejemplo, al igual que re bemol y do sostenido son la misma nota en distintas claves, la raza negra (black race) es en esencia una forma energética (black rays); y live es en sol mayor lo que evil en mi menor. Las similitudes de imagen y sonido —escribe— son llaves del puzzle cósmico. Conforman conjuntos de equivalentes (race, rays, [space] race…) que circundan realidades insondables: Cada hecho es un círculo de comprensión (“Circle of Comprehension”).

Aunque le agradaba tener las mismas iniciales que Helena Petrovna Blavatsky, la fundadora de la teosofía, Herman Poole Blount sentía que debía transformar su propio nombre. Era consciente de que los primeros africanos llegaron a Estados Unidos como bienes (goods) de consumo, cuando en realidad eran dioses (gods) y, como tales, carecían de apellido.

La imposición de apellidos por parte de los blancos fue el sello de la dominación esclavista, y él necesitaba escapar de esa vieja trampa. Fueron varias las etapas: H. Sonne Bhlount, Sonny Lee, Sonny Re, Le Sony’r Ra y, finalmente, Sun Ra, que afirmaba haber descubierto de diversas maneras: invirtiendo su nombre de nacimiento (Herman=Nam(e) Reh, que es otra grafía de Ra) o dividiendo fonéticamente el de su bisabuelo, Alexanra=El-as-Sun-Ra=”Dios (hebreo: El) como Sun Ra”.

El pensamiento de Sun Ra evidencia un formidable espíritu filosófico, aunque falto de formación formal. Él era consciente de que lo suyo, bajo la apariencia de versos y de jazz, era una ontología: La ciencia de la ontología / es la ciencia del espíritu / porque el espíritu es siempre del “on” (“The Farther”). Sin embargo, desconfiaba de la rigidez de los conceptos, y no deseaba ser un convicto de las convicciones:

Cuando conoces a un hombre

Conoces a un esquema de palabras

Patrones de concepto

Un ser conceptuado

A cuyo propio nacimiento se le llama concepción.

(“When You Meet a Man”)

 

Sun Ra databa su abducción en torno a 1936, pese a que se sospecha más tardía, incluso por quienes creen en ella. Lo incuestionable es que, fuera cuando fuese, durase lo que durase aquel periodo que decidió comprimir en este relato en la tercera fase, Sonny “regresó” siendo otra persona: la visita desbloqueó ocultos potenciales en su interior. Tenía un credo bajo el brazo y un llamado en el corazón. Su raza ahora era la de los ángeles: la divinidad que está escondida dentro de todo ser humano, más allá de distinciones de raza, clase o género. Como él mismo decía, no existe tal cosa como un hombre o una mujer… Todo el mundo en este planeta es un dios.

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