El Sitges-54 Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya arranca por fin el 7 de octubre en una edición que, como luego veremos, no puede considerarse aún plenamente postpandemia… aunque casi.
Entre lo que cabe esperar de este Sitges 2021 es obligado destacar la presencia femenina. Los organizadores del festival llevan ya varios años orientando el certamen en esta dirección, pero en 2021 la mirada femenina cristaliza explícitamente a través de dos vías. Por una parte, con la iniciativa Woman in Fan, un “programa para la visibilización y la incorporación de la mujer creadora en la cinematografía fantástica”. Y, por otra parte, con la misma programación del festival: nunca antes Sitges había proyectado tal cantidad de películas dirigidas por mujeres, 47 de un total de 169 (casi el 28%). Las encontramos en casi todas las secciones, desde la oficial a concurso hasta Panorama Fantàstic pasando por Noves Visions.
Censor (Prano Bailey-Bond, 2021)
De hecho, y aunque erróneamente se dijo en un principio que era la primera vez, la de 2021 será la segunda edición de Sitges inaugurada con una película dirigida por una mujer, Mona Lisa & the Blood Moon, de Ana Lily Amirpour (la primera, por cierto, fue la edición del año 2000 cuando Mary Harron inauguró con su American Psycho). También pasarán por las pantallas del festival, por ejemplo, la última y controvertida propuesta de Julia Ducournau, Titane, flamante ganadora de la Palma de Oro de Cannes 2021. O Censor, de Prano Bailey-Bond. O Earwig, de Lucile Hadzihalilovic. Películas todas ellas dirigidas por mujeres que están marcando la actual temporada de cine fantástico.
Titane (Julia Ducournau, 2021)
Queda clara, pues, la transversalidad de esta apuesta de Sitges por la mirada femenina. Habrá que ver, sin embargo, hasta dónde es posible estirar este concepto, o dicho de otra forma, hasta qué punto se puede justificar esta (necesaria) presencia femenina sin caer en errores de programación. Porque, hay que recordarlo, Sitges a lo largo de su historia ya ha programado películas en la que lo femenino tenía una presencia indiscutible, ya sea a través de la figura de su directora, de alguna de sus actrices, o del propio argumento.
Esta nueva apuesta no es, por lo tanto, ningún giro copernicano, y quizás obedece más al (lógico) proceso de adaptación del festival, en tanto que fenómeno cultural importantísimo, a la realidad social que lo acoge. En ese delicado encaje entre las decisiones de programación y la respuesta a una demanda social es donde va a navegar este año Sitges en relación a la presencia femenina, espero que con resultados óptimos.
Veneciafrenia (Álex de la Iglesia, 2021)
Algo que también cabe esperar de este Sitges 2021 es una fuerte presencia de talento nacional. Junto a nombres ya plenamente consagrados como los de Álex de la Iglesia, que presentará Veneciafrenia, o Paco Plaza, que traerá La abuela tras su exitoso paso por San Sebastián, hay que sumar otros que empujan con fuerza como es el caso de David Casademunt con El páramo, o la que seguramente será una de las propuestas más curiosas de todo el festival, la de Juanjo Giménez y su Tres, en la que una montadora de sonido comienza a experimentar una extraña condición: lo que ve y lo que oye está desincronizado.
El cine español, además, tendrá un protagonismo de excepción con la proyección de cuatro episodios de Historias para no dormir, el rescate de la inmortal serie de Chicho Ibáñez Serrador al que se han apuntado, y no podía ser de otra manera, algunos de los nombres más importantes del cine patrio reciente no necesariamente fantástico. En Sitges se podrán ver, nada más y nada menos, los episodios dirigidos por Paco Plaza (again), Paula Ortiz, Rodrigo Sorogoyen y Rodrigo Cortés.
Historias para no dormir (2021)
Y acabo con lo que no cabe esperar de este Sitges 2021, que es, y lamento decirlo por los fans del last minute, entradas disponibles. Bueno, de haberlas habrá, pero muy pocas. Ángel Sala, director del festival, reconoció en la rueda de prensa institucional celebrada el pasado 30 de septiembre que está prácticamente todo agotado, diría que en un 90%, en las fechas del puente del 12 de octubre y también en el segundo fin de semana.
Ciertamente, es un éxito demoledor para Sitges que se explica, en parte, porque, como decía al principio, el festival aún no puede funcionar a pleno rendimiento a causa de las restricciones por la pandemia. En Catalunya, en concreto, existen dos importantes limitaciones que impactan de lleno en el festival: la de aforos al 70% de la capacidad de las salas y la obligación de cerrar salas a la 1 de la madrugada. Esto último ha obligado a los organizadores a plantear un escenario inédito en los últimos 20 años: no solamente no hay ninguna maratón ni sesión doble, sino que ninguno de los días del festival tiene proyección de madrugada, la última sesión comienza siempre alrededor de las 23.30 horas.
Pero esta abrumadora demanda de entradas no se puede entender únicamente desde la perspectiva de las restricciones por la pandemia. Con la mayor parte de la población felizmente vacunada, la gente vuelve en masa a las salas de cine buscando la experiencia colectiva que la pandemia nos había negado. No es solo Sitges: son también los recientes éxitos de Dune y sobre todo el de Sin tiempo para morir. Aunque muchos no se cansaron de repetirlo a lo largo de todo 2020, la verdad es que no, el cine exhibido en sala no está tocado de muerte.
Y aquí está Sitges para demostrarlo.
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