31 de octubre de 1992. La BBC1 emite una película titulada Ghostwatch.
Para comprender qué es Ghostwatch debemos primero hablar de Screen One, un formato de películas independientes que estuvo en antena en la BBC One entre 1989 y 1998. Fueron seis temporadas hasta 1994, y después se emitieron ocho películas especiales más, aisladas pero todas dentro del paraguas de Screen One, entre 1995 y 1998. Las películas de Screen One no eran, ni mucho menos, telefilms al uso de aquella época. Prueba de ello es, por un lado, que muchas de ellas se estrenaron en salas de cine después de ser emitidas, y por otro lado la nómina de actores y actrices de primera línea que pasaron por allí. Por citar solo algunos: Judi Dench, Elliott Gould, Rutger Hauer, Max Von Sydow, Martin Sheen, Sean Bean, Christopher Lloyd, Martin Short, Iain Glen, Alec Guinness, Geraldine Chaplin o Lauren Bacall. Incluso Keira Knightley inició su carrera en una película de la quinta temporada de Screen One.
La temporada 4 de Screen One comenzó la noche del 6 de septiembre de 1992 con la emisión del largometraje A Very Polish Practice, y terminó con la emisión especial de la película Ghostwatch, dirigida por Lesley Manning, la noche del 31 de octubre de 1992. La película comenzó a emitirse a las 21:25, justo después del informativo que había comenzado a las 21:05. Ninguno de los telespectadores británicos estaba preparado para lo que estaban a punto de ver: hasta aquella noche, las películas de Screen One se habían movido en la seguridad de géneros cómodos como el policíaco, el histórico, el drama o la comedia. Ninguna de las películas anteriores a la emisión del 31 de octubre de 1992 había entrado abiertamente en el género de terror. He aquí un primer elemento de indiscutible interés para entender los hechos de aquella noche.
Ghostwatch se plantea como una falsa emisión en directo de un programa de televisión. El presentador de ese falso programa en directo era Michael Parkinson, un respetado y famosísimo rostro de la televisión británica, para que se hagan a la idea un Jesús Hermida o un José María Íñigo de allí, que en Ghostwatch se interpretaba a sí mismo. Parkinson estaba acompañado en el estudio por la psicóloga Lin Pascoe, interpretada por la actriz Gillian Bevan.
El objetivo de este falso programa televisivo era intentar mostrar evidencias concretas de la existencia de fenómenos paranormales. Una unidad móvil de la BBC se había desplazado a tal efecto hasta una casa ubicada en un ficticio barrio de Londres. Es la casa donde viven Pamela y sus dos hijas, Suzanne y Kim, interpretadas respectivamente por las actrices Brid Brennan, Michelle Wesson y Cherise Wesson. Las tres mujeres viven atormentadas por la presencia en la casa de un poltergeist, que de manera habitual posee y lastima a Suzanne, y al que Kim se refiere como Mr. Pipes (“Señor Tubería”) debido a los ruidos extraños que suelen originarse en las tuberías de la vivienda.
La unidad móvil de la BBC está encabezada por otros dos conocidos presentadores de la televisión británica que, como Parkinson, se interpretan a sí mismos: Sarah Greene y Craig Charles. Todavía hay un tercer presentador más aunque en el estudio, apoyando a Parkinson en la centralita telefónica para canalizar las llamadas de la audiencia: es Mike Smith, marido de Greene y otro rostro de sobras conocido por los británicos. Retengan este detalle acerca de cómo en Ghostwatch conviven presentadores de televisión reales con actores y actrices: esta mezcla es crucial para entender lo que ocurrió en Gran Bretaña aquella noche.
Volvamos a Ghostwatch. Mientras la unidad móvil va recorriendo la casa en busca de evidencias de lo paranormal, Parkinson y Pascoe comentan en el estudio las imágenes que les llegan en directo desde la casa. Comienzan a llegar llamadas al programa de gente que cuenta sus propias historias de fantasmas, pero algunas personas también aseguran haber visto a Mr. Pipes. El siniestro pasado de este personaje comienza a construirse y se remonta a la época victoriana. Allí conocemos la historia de la Madre Seddons, una asesina de niños que se convirtió en una especie de hombre del saco para los habitantes de la zona. El programa confirma que, ya en los años 60 del siglo XX, Raymond Tunstall, un pedófilo perturbado, creyendo estar poseído por el espíritu de Seddons se colgó en el sótano de la casa donde actualmente viven Pamela, Suzanne y Kim. Con este testimonio se conseguía explicar el origen del poltergeist que analizaba el programa de televisión.
Los hechos se precipitan en el tercio final de la película. En la casa se desata el pánico, el equipo de televisión lucha por sobrevivir y escapar, y finalmente se descubre la verdad: Mr. Pipes está usando la transmisión televisiva del programa para establecer una puerta de comunicación con el más allá a través de la cual invade los hogares de todos los telespectadores. La película concluye con Mr. Pipes apoderándose del propio estudio, del cual todo el mundo consigue huir excepto Parkinson, que muestra signos evidentes de que ha sido poseído por Mr. Pipes.
Este es el argumento de Ghostwatch. Una película de ficción. Esta indicación de que estamos ante una obra de ficción, innecesaria en cualquier otro texto, resulta como mínimo apropiada aquí debido a lo que ocurrió durante y después de su emisión: la mayoría de los británicos se creyó que Ghostwatch era un programa de televisión real, entraron en pánico, y eso llevó a muchos telespectadores a una especie de alucinación colectiva como, creo, nunca se ha vivido en la historia de la televisión. El número de teléfono que aparecía en la pantalla en Ghostwatch, al que podían llamar los telespectadores del falso programa, era un número de teléfono real de la BBC. Y la gente comenzó a llamar masivamente a ese número. Unos, furiosos para quejarse de lo perturbador de las imágenes de la película, otros, llamaron porque querían saber si lo que estaban viendo era real o no… pero también se produjeron muchas llamadas de personas que aseguraban estar experimentando fenómenos paranormales en sus casas.
Según las fuentes que se consulten, el número de llamadas recibidas aquella noche en la centralita de la BBC desde el área donde se ubicaba el ficticio barrio de la película osciló entre las 20.000 y 500.000, pero durante toda la noche se llegó a recibir en total alrededor de un millón de llamadas. Esta fue una cifra bastante conservadora teniendo en cuenta que la audiencia del programa fue de 11,07 millones de personas.
Estos hechos no fueron previstos por sus creadores, pero tampoco alentados o buscados. Sí que es completamente cierto un rumor muy extendido en relación con este asunto: que el guionista, Stephen Volk, sugirió que la película incluyera en su pista de audio un ultrasonido no detectable por el oído humano, pero sí por las mascotas de los telespectadores, que se alterarían de la misma manera que se alteraban las mascotas en la película con lo que se conseguiría aumentar la inquietud en los hogares británicos. La idea, con todo, no podía llevarse a cabo, aunque hubieran querido, debido a una limitación técnica, ya que la transmisión televisiva de audio está “capada” en lo que concierne a volumen, tono, etc.
Pero tan cierto es este rumor como que el objetivo de la película nunca fue el de engañar a los telespectadores. No solo se incluyeron unos títulos de crédito al principio, entre los que estaba el nombre del guionista, que evidenciaban sin lugar a duda que aquello era una película de ficción. Además, justo antes de comenzar la película se emitió una breve introducción en la que se anunciaba que Screen One presentaba “una película protagonizada” por las cuatro estrellas antes mencionadas. Claro que aquí es importante realizar una aclaración: la mayor parte de los telespectadores comenzaron a ver la película ya empezada, porque esperaron a acabar de ver otro film que se estaba pasando en el canal ITV, y por lo tanto muchos se perdieron tanto la presentación como los títulos de crédito iniciales.
Una pequeña coincidencia que sirvió para aumentar la consternación que se apoderó de Gran Bretaña aquella noche de Halloween de 1992. Y no fue la única. El número de teléfono al que llamaba la gente devolvía un mensaje grabado que indicaba que Ghostwatch era una obra de ficción… pero el número de teléfono se colapsó debido a la lluvia de llamadas y, por lo tanto, muchísimas personas no pudieron acceder a dicho mensaje. Entre las personas que llamaron a la BBC aquella noche, por cierto, estaba la propia madre de Michael Parkinson, una anciana que quedó trastornada al ver a su hijo, al final de la película, con evidentes signos de posesión demoniaca.
El asunto adquirió proporciones de cuestión nacional. Los periódicos británicos del día siguiente, así como también muchos otros medios de comunicación, criticaron abiertamente la decisión de la BBC de emitir una película de terror tan perturbadora, incluso aunque lo hubiera hecho dentro del prestigioso paraguas del sello Screen One. Sarah Greene, que también presentaba un programa infantil en la propia BBC, tuvo que tranquilizar a los niños a la semana siguiente asegurándoles que la película era una ficción y que nada de lo que se explicaba había ocurrido en realidad.
El detalle de que en Ghostwatch apareciera una presentadora de un programa infantil interpretándose a ella misma no es menor. La BBC pidió disculpas públicas porque el slot en el que encajaron la película, justo después del informativo, era demasiado temprano para una cinta de aquellas características con imágenes demasiado gráficas. Eso, y el hecho de que una de las protagonistas fuera un rostro conocido por sus programas infantiles, que además se interpretaba a sí misma, llevó a muchos padres a confiarse y a dejar que sus hijos vieran la película.
La emisión de Ghostwatch tuvo efectos psicológicos importantes sobre buena parte de la audiencia, y al menos existen tres casos documentados de relevancia. Dos de ellos hacen referencia a un trastorno de estrés postraumático en dos niños de 10 años, dos casos que en su momento fueron considerados por algunos expertos como los primeros inducidos por un programa de televisión. Con todo, estos dos casos fueron analizados en profundidad en un artículo publicado poco más de un año después en el British Medical Journey, y las conclusiones de dicho artículo establecían que, aunque los síntomas eran similares, la rápida desaparición de estos llevaba a pensar más bien en una puntual reacción de ansiedad más que en un trastorno de estrés postraumático.
El tercer caso documentado es bastante más grave: un chico de 18 años con problemas de aprendizaje y una edad mental de 13 años, Martin Denham, se suicidó cinco días después de la emisión de Ghostwatch. La casa en la que vivía tenía un problema con el sistema de calefacción que provocaba ruidos en las tuberías, y Denham, aterrorizado por lo que supuestamente creyó que era la aparición de Mr. Pipes, se colgó de un árbol cercano a su casa. El árbol era conocido por los vecinos de la zona como el “Árbol de la bruja”, y Denham dejó antes de colgarse la siguiente nota: “Si existen los fantasmas yo estaré… estaré con vosotros siempre como un fantasma”. La queja de la madre de Denham fue una de las 34 que recibió la Broadcasting Standards Commission tras la emisión de Ghostwatch. Las 34 fueron rechazadas.
Es posible que, desde que Orson Welles espantara a todo Estados Unidos en 1938 con su adaptación para radio del libro de H.G. Wells La guerra de los mundos, ninguna transmisión de un medio de comunicación haya conseguido un efecto masivo de este calibre. Pero la importancia de Ghostwatch va mucho más allá, incluso, del impacto popular descrito aquí. A nivel de lenguaje cinematográfico, la película se avanzó siete años a El proyecto de la bruja de Blair, película que se considera precursora del género found footage, y establece ya algunas de las reglas de dicho género sin ser exactamente un found footage: ausencia de música como medio dramático, cámara al hombro (en lo que respecta a las imágenes de la supuesta unidad móvil de la BBC en la casa encantada) simulando una grabación sin añadidos de postproducción que llega “tal cual” al espectador, montaje deliberadamente aséptico que pretende imitar el bruto de una grabación real, etc.
También es una película que indaga en los límites entre realidad y ficción en la televisión en un momento en el que el medio comenzaba a incorporar elementos que cruzaban esa línea, hasta entonces muy bien delimitada. Tan solo un año y medio antes, por ejemplo, las televisiones de todo el mundo emitieron las imágenes de bombardeos de Irak en la primera Guerra del Golfo, imágenes que, por su composición visual y su dramatismo, parecían sacadas de una película bélica.
Podría decirse, pues, que en Ghostwatch anida el germen de lo que hoy conocemos como telerrealidad, es decir, la confusión entre lo que es real y lo que es ficción dramatizada. Hoy en día estamos acostumbrados, pero realidad y ficción en televisión son dos conceptos constantemente diluidos, de tal manera que ambos se contaminan mutuamente. Por ejemplo, ficciones como los concursos ya no se basan en formatos de estudio donde el artefacto ficticio es visible, sino que persiguen a los concursantes en “realidades” montadas ad hoc donde han de vivir una temporada, ya sea una casa o una isla. Pero, en sentido contrario, géneros como la entrevista, donde el concepto de “realidad” era crucial, ahora se muestran con recursos de la ficción como música dramática de apoyo, elaborados decorados nada austeros, e incluso guiones de dramatización donde supuestamente solo debería haber preguntas por parte de un periodista y respuestas por parte de la persona entrevistada. Por no hablar ya de formatos como Crims, de gran éxito en la televisión pública catalana y donde se explican crímenes reales mediante una recreación ficticia, o de Equipo de investigación, en La Sexta, donde un reportaje periodístico se construye en base a un metalenguaje puramente cinematográfico que incluye montaje trepidante, música de tensión, etc.
Más relevante me parece aún la tremenda analogía que sugiere Ghostwatch entre el Mal y el medio de comunicación televisivo. No era una comparación revolucionaria: nueve años antes ya la había explorado David Cronenberg en esa obra maestra llamada Videodrome. Sin embargo, mientras el director canadiense proponía una fusión literal entre la carne humana y la tecnología televisiva, Ghostwatch prefería demostrar que el Mal puede campar a sus anchas por la televisión sin ser prácticamente detectable. La realidad encajonada en ese aparato podía no ser tal, la pantalla era capaz de escupir en los hogares ficciones malvadas disfrazadas de realidad, y el espectador no disponía de herramientas para distinguirlas.
Quizás sea precisamente por esto último que, a fecha de hoy, más de 30 años después, Ghostwatch no ha vuelto a ser emitida jamás por la BBC desde su primera y única emisión. Nunca. La que seguramente es la emisora pública de televisión más importante del mundo, modelo a seguir para todas las cadenas públicas del planeta, enterró la película justo después de su emisión. Algunas fuentes sugieren incluso que la película fue nominada a un BAFTA y que la BBC la retiró de los prestigiosos premios debido a todo el escándalo que había originado.
Es cierto que la película ha sido editada en DVD, incluso en Blu-ray, pero encontrarla hoy en día es prácticamente imposible. Afortunadamente para los curiosos, en Internet Archive existe una copia íntegra de la película que puede verse, incluso descargarse, aunque sin subtítulos en ningún idioma.
Y si leer esto no les ha despertado la curiosidad por localizar esa copia y ver Ghostwatch, he aquí un último dato: a lo largo de la película es posible descubrir la figura de Mr. Pipes en diversas ocasiones. Hasta el momento se han documentado 8 ocasiones en las que su siniestra figura se esconde en alguna parte de la imagen, pero la directora Lesley Manning ha confirmado que al menos hay 13 apariciones de Mr. Pipes a lo largo de la película. Al menos.
Eso significa que quedan como mínimo 5 apariciones de Mr. Pipes por descubrir. Quién sabe, igual puede ser usted quien descubra esas 5 apariciones mientras ve Ghostwatch… o puede que sea usted quién descubra que la sexta y última aparición de Mr. Pipes es en su salón, justo detrás de usted.
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