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Cultura

Iñaki Domínguez: “Sociología del moderneo”

En Entrevistas, Slow Movement, Cultura jueves, 10 de agosto de 2017

Alejandro Serrano

Alejandro Serrano

PERFIL

¿Cómo nos está afectando esta tendencia del moderneo en nuestra vida cotidiana? ¿Cuándo el moderno dejó de ser irreverente y crítico para tornar en superficial? ¿Cuándo abandonó la diferenciación por el gregarismo esteticista de lo cool? ¿Estas son algunas de las preguntas que plantea e intenta responder el filósofo y antropólogo cultural Iñaki Domínguez en su ensayo: Sociología del moderneo (Melusina). Escrito como una redención personal, incitando a tomar distancia de estos fenómenos, el autor consigue con ello hacer una radiografía pertinente en unos tiempos marcados por la ansiedad y el consumo.

ALEJANDRO SERRANO: ¿Qué te llevó a cuestionar el moderneo en España?

IÑAKI DOMÍNGUEZ: Desde que era un adolescente he salido por zonas y locales donde había modernos, por lo que se trata de un cuestionamiento que viene de lejos. Siempre fui una persona con inquietudes intelectuales y siempre me llamó la atención la necesidad de distinción que dominaba la vida del moderno. Recuerdo muy bien una tarde de primavera de 1999 con 17 años en el Mercado de Fuencarral. Me encontré de lleno con el fenómeno. Ya mi mente se había puesto en marcha.

¿Crees que este fenómeno es paralelo a la situación de precarización que se vive en España? ¿Qué diferencia el moderneo de España frente al de otros países?

No creo que sea necesariamente paralelo a la precarización. Se trata de un fenómeno global (como producto de la globalización), por lo que sus rasgos son muy similares en distintos países. La esencia del moderneo hipster, tanto en España como en el extranjero, es la misma: tratar de obtener reconocimiento gracias a la pertenencia a determinado grupo o subcultura. Recomiendo al lector que eche un vistazo al video musical Being a Dickhead’s Cool. Aunque es de 2010, casi todo lo que dice sigue vigente. A pesar de ser un video inglés encajaría a la perfección en España.

¿Por qué se valora más el exclusivismo y lo inaccesible, tanto en los productos como en las personas? 

El exclusivismo es una herramienta del mercado para levantar, precisamente, pasiones. Se supone que cuanto más difícil de conseguir sea algo, más tensión, apetito y necesidad tiene uno de consumirlo. El capitalismo promueve una cultura adictiva para que la satisfacción de deseos conduzca a la búsqueda de nuevos deseos. Cómo dice el rapero moderno Bejo en su tema Choriqueso: De lejos parecía estar tan cerca/pero detrás de la puerta había otra puerta/pero debajo de la mierda había otra mierda. Hay que tratar de aplacar la ansiedad que promueve nuestra cultura y buscar satisfacción en aquellas cosas que fomentan la salud e interfieren con el consumo desbocado: relaciones personales sólidas, la intimidad sexual, la lectura, el desarrollo de una conciencia crítica.

¿Por qué cada vez interesa más, políticamente, mediáticamente y económicamente, vender el moderneo, masificarlo y hacerlo accesible a todo el mundo? ¿Es, por ejemplo, el triunfo de los festivales en las ciudades, un síntoma de esa incesante masificación?

Quizás lo que dices responde a un desarrollo ulterior de la vida masificada. Como digo en el libro, hasta mediados de los sesenta en España la reunión de multitudes de jóvenes en un mismo lugar era sencillamente ilegal, por miedo del franquismo a insurrecciones. Los festivales musicales no existieron en España hasta el de Granollers en 1971. De hecho el primer gran festival que se celebró en EE UU fue el de Monterey en 1967. Los medios tecnológicos son una herramienta ideal para fomentar una vida estandarizada y global. Echa un vistazo a Instagram y verás cómo parece un desfile de la Rusia estalinista o de la Alemania Nazi. Existe una uniformidad en la estética y los patrones visuales que trasciende fronteras.

Iñaki Domínguez

Iñaki Domínguez

¿Qué crees que oculta la obsesión hedonista y la fijación por la imagen del moderno?

Ambos son el producto de los intereses del capitalismo y del materialismo filosófico y científico. El hedonismo representa un epifenómeno o ramificación del materialismo científico, que prescinde de lo espiritual, de lo emocional, de lo no mensurable. La fijación con la imagen es un producto de la filosofía kantiana, según la cual, la cosa en sí es inaccesible; solo tenemos acceso a representaciones. De acuerdo con esto, nos quedamos con la imagen y prescindimos de los contenidos. Veneramos la fachada y despreciamos la sustancia.

¿Se podría decir que el chonismo y el hipsterismo son las dos caras de una misma moneda?

Sin duda, pero hay diferencias sustanciales. El chonismo, al ser un producto típico de las clases trabajadoras está más vinculado al poderío físico, la potencia muscular, los grandes pechos, piel depilada, morena y suave. En definitiva, a una metrosexualidad dominante en ambos géneros. Esto se debe a la tradicional vinculación de las clases trabajadoras con el trabajo manual y su desvinculación de cualquier oficio intelectual. En el caso de los hipsters, contemplamos exactamente lo opuesto. Muchos trabajan en el plano inmaterial de las ideas y el tráfico de contenidos: coolhunters, community managers, periodistas, diseñadores. Las claves de su éxito dependen mucho más del uso de referencias culturales, del consumo de determinados productos tecnológicos, de la escucha de determinadas músicas, la asistencia a determinados eventos. El hipster consume una identidad mucho más desvinculada del cuerpo. Entre chonis no se trata tanto de molar, si no de quién tiene los músculos o las tetas más grandes.

¿Qué crees que hace al hipster condenable frente a otras subculturas urbanas?

Su explicitud, transparencia y vacuidad. Un punki, un rapper o un heavy, tienen unos intereses estéticos evidentes. Les interesa una música concreta; hay unos contenidos. El hipster es una forma de pura distinción. El único propósito del hipster consiste en ser guay; en ser reconocido por otros.

"Sociología del moderneo". Iñaki Domínguez

¿Y qué me dices de los llamados perroflautas, acaso su actitud política no es muy estética? ¿Dónde empieza la autopromoción y termina el debate? ¿No siguen también las leyes del mercado y la moda?

Por supuesto. El perroflautismo es una identidad globalizada de consumo como cualquier otra. Recuerdo los italianos que venían al Rototom, mientras yo estaba en Benicassim de vacaciones y eran clones de los españoles. Y curiosamente muchos hombres y mujeres rastas, cuidaban su imagen tanto o más que los metrosexuales. Los perroflautas, sin embargo, están más politizados y quizás crean comunidades más sólidas. Aun así, como dices tú. Recuerdo en mi universidad: daba la impresión de que mucha de la gente se politizaba con la intención de lograr estatus. De hecho en los setenta, hacerse trotskista en la universidad era uno de los medios infalibles para el ligoteo. En sociedades nihilistas como la nuestra también la política se convierte en una herramienta simbólica empleada para pertenecer.

Para terminar, ¿hay alguna esperanza más allá del molar y las marcas? ¿Existe alguna forma de transgresión frente al imperativo del moderneo

Si analizamos la historia veremos que los grandes cambios históricos son el producto de grandes procesos de ilustración colectiva: el nacimiento de la filosofía griega en el siglo VI antes de Cristo, la proliferación de universidades durante el Renacimiento italiano, la Ilustración francesa y europea del siglo XVIII o la pedagogía autodidacta de las clases y razas pobres durante los años sesenta del siglo XX. Tenemos todas las herramientas tecnológicas y culturales para promover una nueva ilustración que nos permita deshacernos de las supersticiones y dogmas propios del moderneo y de la sociedad de consumo. Ser críticos y preguntarnos: ¿De veras molo más por consumir en Starbucks? ¿De veras soy más guay por ir a Malasaña? No lo creo. Pensar que uno es mejor por consumir una determinada marca es totalmente irracional. Es una forma de religiosidad supersticiosa. Es tan falso como decir que la hostia es la carne de Cristo y el vino su sangre. Hay que acabar con esto empleando el pensamiento crítico.

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