Magna Graecia Film Festival: de la tierra a las estrellas

Catanzaro es una pequeña ciudad costera del sur de Italia, en la región de Calabria, que desde hace más de veinte años, en el epicentro del verano, celebra el cine a lo grande en una espectacular arena al aire libre de la zona portuaria. Y no sólo el cine, también la música, la literatura y el periodismo. Es el Magna Graecia Film Festival, abierto al público y gratuito.

Tras nueve días de proyecciones, conciertos, presentaciones, masterclass y galardones a figuras de la cultura local y mundial, acaba de finalizar la 21 edición del Magna Graecia Film Festival. Dedicado a las óperas primas y segundas, supone un impulso para el cine emergente local e italiano. Y también cuenta con una sección internacional. El caso es que en este festival los nuevos directores calabreses pisan la misma alfombra roja por la que pasan cada año grandes figuras legendarias del cine hollywoodiense. En esta edición, han sido galardonados con la honorífica ‘Colonna d’oro” Kevin Costner y Tim Robbins. Desde Los búfalos de Durham (Ron Shelton, 1988) no se daba una coincidencia tan afortunada. A ellos les han precedido en otras ediciones personalidades como Susan Sarandon, Oliver Stone, Richard Gere, Mira Sorvino, Russell Crowe, Tim Roth o Natassja Kinski.

Tierra ventosa, en Catanzaro las melenas están siempre en revuelo, mientras las aguas de su costa son mansas como una piscina, porque el aire llega desde el interior y neutraliza las olas del Mar Jónico. De ahí viene su dicho popular Encontrar un amigo es tan raro como un día de viento en Catanzaro. Y este verano la ciudad se ha ganado, al menos, dos nuevos amigos.

Tim Robbins y su Rogues Gallery Band hacen que los catanzareses se desmelenen

Ganador del Oscar por su papel en Mistic River, de Clint Eastwood, trabajó junto a Isabel Coixet en la ganadora del Goya La vida secreta de las palabras. Es ampliamente recordado por su papel en Cadena perpetua y también fue el director de Pena de muerte y de la sátira política Ciudadano Bob Roberts. Estos dos últimos títulos nos dan un par de pistas sobre otras de sus actividades fuera del cine. Tal como declaró en la rueda de prensa del Magna Graecia Film Festival, ya que ha cumplido 65 años y a esa edad la gente se jubila, ha decidido retirarse de una sola labor de la múltiples que forman parte de su vida: la del activismo político.

Robbins también es director de teatro y forma parte de The Actor’s Gang, que organiza programas para cárceles de Estados Unidos, centros de reinserción y colegios. Otra de las confidencias que regaló durante su estancia en la capital calabresa es que le debe su dedicación al teatro a Dario Fo tras la lectura de Muerte accidental de un anarquista.

Pero ahí no acaba la cosa, además tiene una banda de música llamada Rogues Gallery Band que se trajo con sus siete músicos para dar un concierto el pasado 2 de agosto al aire libre en el contexto del festival. Entre baladas, versiones folk, rock y composiciones propias, fue calentando motores delante de mil personas acomodadas en sus asientos. Cuando llegó su versión de ‘O Mary Don’t You Weep’ bajó del escenario con sus casi dos metros de altura para darse un garbeo con mucho swing por la fila delantera.

Primer aviso. Las canciones eran cada vez más bailables y el público seguía caldeándose. Pocas canciones después saltó la chispa y Tim empezó a convocar al público a pie de escenario. Los más atrevidos acudieron a la llamada del bailoteo y en cuestión de segundos hasta los más indecisos se arrojaron al foso como poseídos por un rapto de entusiasmo irrefrenable. Del swing al twist hasta un frenético taconeado folclórico. Tal vez suene exagerado decir que lo que ocurrió ahí fue una catarsis colectiva en celebración de la liberación dancística, pero quien estuvo lo sabe. La extraordinaria capacidad que tiene Tim Robbins de transmitir buen rollo en directo ha sido una de las grandes sorpresas del festival.

Kevin Costner en el país que le cambió la perspectiva sobre el cine

Entre Cannes y Venecia, Kevin Costner ha hecho una parada en Catanzaro para recoger la honorífica “Colonna d’Oro” que el Magna Graecia Film Festival le ha querido otorgar. El pasado mayo presentó en el Festival de Cannes el primer capítulo de su macrowestern en cuatro partes sobre la gesta de los Estados Unidos Horizon: an American Saga. El próximo 7 de septiembre estrenará en la Mostra de Venecia el segundo capítulo y actualmente se encuentra rodando el tercero.

La noche del 31 de Julio, Kevin Costner hizo que la Arena Porto de Catanzaro vibrara colmada incluso fuera del recinto. Las caras de felicidad a su paso lo decían todo. Durante el encuentro, Kevin Costner recordó su primera visita al Festival de Venecia en 1985, cuando acababan de producirse Silverado (Lawrence Kasdan) y Fandango (Kevin Reynolds) estrenada en España como ¿Dónde dices que vas?, una road movie gamberra y arrolladora sobre el paso a la edad adulta de un grupo de amigos que en la época no tuvo una buena acogida en Estados Unidos.

Kevin Costner aún no era conocido y le habían agendado una única entrevista sobre el western. Alguien interrumpió esta entrevista para avisarle de que se iba a proyectar Fandango, de lo cuál él no sabía nada, y que tenía que acudir a la sala. Tras la proyección, vio cómo esa película, ninguneada en su propio país, acaba de tener una acogida apasionada como nunca hubiera imaginado. Y aquello le hizo darse cuenta de algo que hasta el momento no había visto con claridad: que se podía hacer cine para el mundo, no solo para Estados Unidos.

En los archivos online del Istituto Luce, se puede encontrar el vídeo en que se ve a Kevin Costner saliendo del Palazzo del Cinema de Venecia tras la proyección de Fandango y siendo inmediatamente entrevistado. Cuando le preguntan qué le parece la gran acogida que acababa de tener la película él responde: I can’t remember feeling the way I just felt (No recuerdo haberme sentido así antes). Tampoco sabía lo que se le venía encima.

Tras la entrega de premios de Catanzaro, un grupo de entusiastas clamaba la atención de Kevin Costner desde el exterior, a un lado del escenario. Cuando él se dio la vuelta para saludarlas, sus aullidos rozaron la estratosfera. Pues la magia del cine también es eso, que una noche de verano vaya a tu pueblo un mito de la gran pantalla y grites como adolescente cuando te regala unos segundos de su atención a cincuenta metros de distancia.

Competición

Seis películas italianas de variados géneros y temáticas han competido en la 21 edición del Magna Graecia Film Festival:

L’ultima volta che siamo stati bambini, de Claudio Bisio. Una película  sobre la crueldad de la Segunda Guerra Mundial en Italia, a través de los ojos de un grupo de niños y con el ritmo del cine de aventuras juvenil.  Dall’alto di una fredda torre, de Francesco Frangipane y con Edoardo Pesce,  mención especial del jurado, trata de la relación con los padres y el peso de los vínculos familiares en la edad adulta.

Io e il Secco, de Gianluca Santoni, ganó ex-aequo el premio a la mejor actuación para su pareja protagonista: Andrea Lattanzi y Francesco Lombardo, de tan solo diez años. Parte con una premisa arriesgada, un niño pretende contratar a un sicario aficionado para que mate al hombre que maltrata a su madre, su propio padre. Cuenta con momentos cinematográficamente memorables en la construcción tierna y veraz de la relación entre los dos protagonistas y también se atreve a insertar pertinentes despuntes de fantasía dentro de la realidad de la ficción.

Palazzina Laf con Michele Riondino a la dirección, la escritura y el papel protagonista, se ha llevado el premio a la mejor película, mejor guion, y a la mejor actuación femenina de la mano de Eva Cela. Es la reconstrucción de aspecto grotesco y tintes de comedia, pero mucho más realista de lo que pudiera  parecer, de un caso verídico de acoso laboral a gran escala ocurrido en la planta siderúrgica Ilva de Taranto en los años noventa. Los empleados que se resistían a aceptar ser degradados laboralmente pasaban a una oficina aislada en las que se les condenaba a no hacer absolutamente nada, día tras día.

Mimì, il príncipe delle tenebre, de Brando De Sica, ha ganado la mejor dirección con una película de vampiros y amor adolescente que desafía los clichés del género de terror y slash, a la vez que es un tributo lleno de referencias a los clásicos. Un cuento romántico y oscuro, pero también lleno de ternura y de inventiva visual.

Flaminia, de la comediante Michela Giraud. Explora los límites del humor con una historia que utiliza los estereotipos del pijerío femenino romano y además habla de la complejidad de las relaciones familiares cuando aparece su medio hermana autista y pirómana.

Los títulos internacionales en competición ha sido 20.000 especies de abejas, de Estíbaliz Urresola; Chien de la Casse, de Jean-Batiste Durant; Lazareth, de Alec Tibaldi, Inshallah a Boy, de Amjad Al Rasheed, que ha obtenido una mención del jurado, y la ganadora, la malasia Abang e Adik, de Lay Jin Ong. Un drama social sobre dos hermanastros huérfanos e indocumentados de Kuala Lumpur que viven en el límite de la legalidad.

En la sección documental italiana también hemos encontrado obras interesantísimas que abarcan las temáticas más variadas. In viaggio con lei, de Gianluca Gargano, un delicado trabajo sobre la disforia de género y el viaje de transición de diferentes mujeres, una de ellas con síndrome de Down. L’avamposto, de Edoardo Morabito, que nos muestra a un ecowarrior de la Amazonia brasileña que como protesta a la situación medioambiental proyecta un concierto de Pink Floyd en la selva. Mur, de la también actriz Kasia Smutniak, que visita la zona roja prohibida de Polonia para arrojar luz sobre las restricciones fronterizas de su país de origen y la situación de los refugiados en la Unión Europea.

Il mare nascosto, de Luca Calvetta, ha ganado el premio al mejor documental del festival. Inspirado libremente en El principito y rodado en Calabria, combina cine, teatro y documental para hablar sobre el viaje de un joven inmigrante. Tutte le cose che restano, de Cinzia Lo Fazio, es un homenaje al director italiano Ettore Scola y al escenógrafo Luciano Ricceri.

En la sección más local del festival nos hemos encontrado con tres títulos que tienen la región calabresa como protagonista: Kalavrìa, de Cristina Mantis; Cutro, Calabria, Italia, de Mimmo Calopresti y Fuliggine, de Domenico Pisani.

¿Quién está detrás de esta celebración de la cultura? Gianvito Casadonte es el encargado de dirigir este festival tan intenso y diverso junto a Silvia Bizio a la dirección artística para las obras italianas. En los inicios, Mario Monicelli y Ettore Scola presidían este proyecto con el propósito de impulsar a los nuevos directores y apoyar al cine de autor. Con los años, y también gracias a la sinergia de las nuevas políticas regionales, el evento ha ido adquiriendo cada vez más peso y credibilidad, y ha puesto una chincheta en el mapa de la cultura del sur de Italia, un sur, que como Casadonte afirma, durante muchos años ha sido narrado de manera equivocada. Figuras como Matteo Garrone, Ricardo Scamarcio o Fausto Brizzi pasaron en sus inicios por el certamen de Catanzaro.

El Magna Graecia Film Festival también cuenta con una versión juvenil de invierno que lleva el cine a los centros educativos. El director señala la importancia de cultivar al público del futuro, ya que el cine es una especie de llave que abre muchas puertas a muchos temas y es esencial para desarrollar la conciencia crítica en los jóvenes.

El Magna Graecia Film Festival es sin duda un evento a tener en cuenta en una tierra acogedora que lleva años luchando por poner en valor el arte y la cultura. Si pasas por Calabria en verano, asómate a Catanzaro, podría estar ocurriendo algo inolvidable.