Suburbia, la construcción de un imaginario universal

El sueño americano ha sido un constructo alimentado desde múltiples parcelas, especialmente desde las vinculadas al aparato cultural de las últimas décadas. La fascinación por el estilo de vida americano tuvo su apogeo en los años 50 con la vuelta a casa de los héroes de la Segunda Guerra Mundial y su dispersión por las crecientes zonas residenciales de reclamo idílico. Esta trama urbanística asentada en la periferia de las grandes aglomeraciones urbanas, así como su reverso más oscuro, aunque de aura igualmente fascinante, que se revelaría a partir de los años 60, centra el recorrido de Suburbia, la exposición comisionada por Philipp Engel que se puede visitar en el CCCB, Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, hasta el 8 de septiembre.

Estructurada en un sentido cronológico y temático, la exposición recorre, apoyada por una extensa recopilación de obras artísticas procedentes de múltiples disciplinas y no menor volumen bibliográfica, la edificación de ese modelo de casa unifamiliar con porche, garaje para dos automóviles y animales domésticos y niños correteando por el jardín, despreocupados del peligroso, contaminado y tumultuoso núcleo urbano. Una panorámica desde los pioneros que colonizaron la periferia alrededor de las urbes hasta sus modelos exportados hacia otras latitudes, como ocurre con las cada vez más extensas y demandadas urbanizaciones residenciales de nuestro territorio. Su estudio comprende las variables sociales, económicas, raciales, políticas y tecnológicas que propiciaron esa dispersión más allá de los confines urbanos. Lejos de avasallar al visitante con material que documenta la propagación de ese modelo urbanístico (que lo hay), la disposición de la exposición va engullendo al visitante mediante el reflejo que la cultura americana proyectó alrededor de ese modo de vida empaquetado bajo un anhelo deseable, como parte indispensable del certero colonialismo cultural del país de las barras y estrellas.

También fue el acervo cultural estadounidense, por suerte ni homogéneo ni institucionalizado, el que desveló el reverso de ese sueño fortificado en una casa unifamiliar de dos plantas. Los sublimes títulos de crédito de apertura de Blue Velvet de David Lynch —años después remataría su imaginario pesadillesco de la otra cara de América con la totémica Twin Peaks— revelaban ese pulso siniestro que se escondía debajo de los jardines resplandecientes, las vallas recién pintadas de blanco y las sonrisas Profident de sus inquilinos. Las fallas del sistema resquebrajando ese sueño americano que se intentaba exportar como modelo de éxito y oportunidad sin que su aplicación resultara ni siquiera viable en su lugar de procedencia. La contestación de este falso ideal, o su confrontación exponiendo sus peligros, amenazas y miedos, acapara algunas de las paredes más sugerentes de esta recomendable exposición.

Fotografía: @Chris Palomar

Curiosamente no es la parcela cinematográfica la más recurrida para ayudar al visitante a situarse en el núcleo de ese imaginario que autores, especialmente francotiradores, ayudaron a desenmascarar y a desconfigurar esa publicidad de reclamos desleales: del sueño a la gran falacia americana. En líneas generales, la exposición se inclina más por la fotografía, con series y trabajos de excepción de autores como Joel Meyerowitz, Gregory Grewdson (su inquietante serie Dream House que muchos confunden con fotogramas de alguna película o serial), el inquietante Todd Hiro, Ed & Deanna Templeton, Bill Owens o Gabrielle Galimberti, presente con su serie sobre americanos comunes y su apego desquiciado por las armas (distinguido en el World Press Photo de 2021) . Pero lo dicho, el recorrido no se circunscribe a una sola disciplina. Fragmentos literarios (la obra de John Cheever tiene un peso importante como el primer autor literario en lanzar salvas de alerta desde los propios suburbios), vídeo ensayos, documentales, series, pinturas, ilustraciones, publicidad, documentales de la época, archivos históricos, revistas y objetos conforman ese variado y nutritivo amalgama cultural sobre el modelo de vida estadounidense.

Suburbia es un estimulante espacio museístico construido con retales reconocibles, y aún así, de un efecto fascinante que no menguan su interés con el transcurso de los años. Un espacio en el que uno queda tentado por preguntar a su asesor inmobiliario de confianza por los precios de una larga estancia… pese a los riesgos, ¿o quizá es por estos?