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“Lo que hacemos en las sombras”: Tan efectiva y tan simple

En Cine y Series viernes, 3 de julio de 2015

Javi Cózar

Javi Cózar

PERFIL

Si de una película hay que hablar en lo que respecta a la sección oficial a concurso del Festival de Sitges 2014 es de What we do in the shadows. La idea es tan efectiva y al mismo tiempo tan ridículamente simple que mientras se proyecta en pantalla uno se pregunta una y otra vez cómo es posible que en este mundo, donde parece que ya lo hemos visto todo, a nadie se le haya ocurrido antes. Se trata de un falso documental que sigue la vida ordinaria de tres vampiros que comparten un piso en Nueva Zelanda. ¿Suena bien? ¿Se corresponde con un buen arranque? Sí, desde luego que sí: lo primero que vemos es un despertador sonando furioso a las seis… ¡pero de la tarde! Y lo segundo que vemos es una mano torpe saliendo de un ataúd para apagar el despertador y volver a meterse dentro de la caja.

Los primeros cinco minutos de película, que son los que sitúan al espectador en el terreno que va a pisar, son así de delirantes, pero, milagrosamente, la película no se queda en un chiste estirado y consigue durante casi todo el metraje extraer petróleo de esta premisa con gags ciertamente antológicos: el momento en el que los vampiros se preparan para salir de marcha pero no pueden comprobar cómo les queda la ropa porque no se reflejan en el espejo es de una absoluta genialidad, como también lo es el posterior y frustrante paseo por discotecas para ver si en alguna el portero les invita a entrar porque, como son vampiros, si nadie les invita a pasar entonces no pueden entrar en ningún sitio.

Por supuesto que la película no aguanta el ritmo los 90 minutos de proyección y tiene bajones de interés más o menos obvios (todo lo relativo a los hombres lobo, por ejemplo), pero en conjunto funciona de manera delirante y acierta con extrema precisión en el diseño de personajes de los tres protagonistas, tres caracteres perfectamente dibujados y distintos entre sí con puntos de interés todos ellos, lo que hace que cuando la película se centre en cada uno por separado no suponga una pérdida de interés respecto a los otros dos. Habrá que volver a ella para analizarla con más tranquilidad y ver hasta qué punto What we do in the shadows supone o no una auténtica evolución en el fantástico y en el falso documental, que son las dos fuentes de las que bebe esta extraordinaria hibridación de géneros.

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