“Gloria” + “Gloria”

…y Gloria bailó Gloria. Uno de los finales de película + canción más bellos del cine reciente. Señoras que aún no se consideran señoras, que pasan del qué dirán y que no se sienten solas porque continúan danzando por la vida.

Al final, de la excelencia de la cinematografía chilena reciente parece que sólo nos hemos enterado la pandilla festivalera. A pesar de que algunas películas hayan llegado incluso a estrenarse entre nosotros, la sensación es que No (Pablo Larraín), Joven y alocada (Marialy Rivas), Violeta que estás en los cielos (Andrés Wood) o Verano (José Luis Torres Leiva), por ejemplo, son aún un tesoro secreto compartido entre muy pocos. Gloria (Sebastián Lelio) fue una de las grandes películas del año pasado, pero pasó de puntillas por nuestras pantallas. Y eso que Paulina García, en un papel por el que mataría Carmen Maura, se alzó incluso con el merecidísimo oso de plata a la mejor actuación femenina en Berlín.

En esta película lúcida, hermosa y casi cassavettiana (y aquí pienso más en el método de filmación o en la disposición narrativa que en el film de igual título de 1980), una mujer de mediana edad encara el crepúsculo de su vida rebañando lo que aún le queda de juventud dentro (que es mucho más de lo que pueda parecer porque, como dice el tópico, la lozanía es una cuestión de espíritu, no de años cumplidos). Es esta película-retrato un ejemplo tristemente insólito (por escaso) de personaje femenino maduro, complejo, hondo y rico en capas que no está aquejado de ningún desequilibro psicológico, esa justificación de guión torticera de muchas ficciones con mujeres protagonistas que se salen del tiesto.

Los temerosos del spoiler pueden dejar de leer aquí, porque lo que sigue es la descripción de la despampanante desembocadura del film: en un engarce de set pieces inolvidable vemos a Gloria perder el control de su vida en un hotel de costa, atacar la casa de un amante cretino con una escopeta de paintball, sentirse solísima en una boda, tener la revelación de que su vida aún está en la flor gracias a la inopinada aparición de un pavo real y lanzarse a la pista de la barra libre a bailar como cuando tenía 20 años Gloria de Umberto Tozzi (¿qué va a ser si no?). El tiempo perdido y recuperado gracias a un romanticón hit italo-disco. Ni Jarvis Cocker le había sacado tanto jugo expresivo a esta canción cuando la fotocopió en Disco 2000.