A pesar de que con Hunky Dory David Bowie ya había descubierto totalmente quien era y de lo que era capaz, el mundo seguía ignorándole y el disco apenas vendió cuando apareció un 17 de diciembre de 1971. Pero Bowie no estaba nervioso, ya tenía la mayoría de las canciones y el concepto del disco con el que se lo jugaba todo. A punto de cumplir 25 años llevaba desde los 17 en el mundo de la música, intentando convertirse en la estrella que ya sabía que era, pero el mundo no lo quería ver. Con Hunky Dory se había encontrado a sí mismo, ahora estaba listo para disfrazarse y comerse el mundo.
Para ello creó a la estrella de rock definitiva, Ziggy Stardust. La pregunta fundamental era ¿quién coño era Ziggy Stardust? Bien, pues Ziggy Stardust era una amalgama de gente a la que Bowie idolatraba, amigos y freaks, como Jimi Hendrix, Vince Taylor, Marc Bolan, Iggy Pop o Lou Reed, a los que conjugó con su amor por la ciencia-ficción y convirtió en un alienígena, una perfecta metáfora de lo que habían sido las más grandes estrellas de rock de todos los tiempos. ¿Qué era si no el Elvis de 18 años con tupé, patillas y traje de terciopelo rosa en medio del conservador Sur de EEUU de principios de los 50? Un puto alienígena, ¿qué era el Jimi Hendrix de mediados de los 60, con su pelo alborotado, sus chaquetas militares y su tendencia a quemar guitarras en medio del Swinging London? Un puto alienígena, un forajido, alguien fuera de la sociedad, Ziggy Stardust era, en palabras de Patti Smith, un rock & roll nigger.
Todo surgió en el momento justo, porque la creación de Ziggy coincidió con el momento en el que Bowie alcanzaba el culmen como compositor, capaz de derribar la casa en sus momentos más rock y de lograr una exquisitez brillante en las baladas, combinando a la perfección sus múltiples y, a veces, contradictorias influencias, los Stooges, la Velvet, Scott Walker, Jacques Brel, T. Rex o los Who. Pero también era el momento perfecto porque su amigo Marc Bolan había tirado abajo las puertas del estrellato y había convertido al glam rock en la nueva sensación en el Reino Unido, incluso logrando un éxito en EEUU con “Get It On”.
Hunky Dory había sido el hermano refinado de Ziggy, mientras que The Rise And Fall Of Ziggy Stardust And The Spiders From Mars (que así se iba a llamar la bestia) iba a ser un paseo por el lado salvaje. Eso sí, si el primero tenía la potente “Queen Bitch”, mientras que este tenía las delicadas y melodramáticas “Five Years”, “Lady Stardust” o “Rock & Roll Suicide”.
La primera canción que se grabó para el disco fue una versión de Ron Davies, llamada “It Ain’t Easy”, fue el 9 de julio de 1971 y se llegó a pensar en sacarla en Hunky Dory pero se prefirió dejarla para este disco. A pesar de que no está nada mal, siempre me he preguntado cómo pasó el corte y dejó fuera a temazos propios como “Velvet Goldmine”, “John, I’m Only Dancing” o “Sweet Head”, pero es evidente que Bowie vivía tal explosión creadora que no se daba cuenta de todo lo que le estaba saliendo. También es posible que canciones sobre felaciones fueran demasiado para vender discos en 1972 y Bowie decidiera jugar sobre seguro, a pesar de que “It Ain’t Easy” no tenía nada que ver con la narrativa del disco y “Sweet Head” y “Velvet Goldmine”, sí.
Aun así, su confianza en sí mismo era tal que cuando las sesiones estaban llegando a su fin, un ejecutivo se quejó de que el disco no tenía un sencillo claro, Bowie se fue a casa, cogió la guitarra y escribió “Starman”, posiblemente la canción de su carrera donde más se nota la huella de Bolan, aunque Bowie vuelve a ser más intrincado, buscando otras fuentes, y es que si cuando escribió “Life On Mars?” se basó en el “My Way” de Sinatra, para “Starman” utilizó como inspiración el “Over The Rainbow” que popularizó Judy Garland en El Mago de Oz. El caso es que “Starman” sustituyó, a última hora, a “Round And Round”, una versión de Chuck Berry que iba a aparecer en el disco.
Ziggy y las Arañas de Marte; su banda con Mick Ronson a la cabeza, Mick Woodmansey y Trevor Bolder; la grabaron un 4 de febrero y en abril ya apareció como sencillo de presentación del disco. La canción se estaba vendiendo bien, aunque no para tirar cohetes, pero teniendo en cuenta que Bowie no había vuelto a meter una canción en las listas desde “Space Oddity”, tres años antes, su aparición en el puesto 41, casi un Top 40, el 1 de julio parecía un buen presagio. Pero la nave no había hecho sino despegar y Ziggy Stardust estaba a punto de ser descubierto por el mundo y, de paso, convertir a David Bowie en la estrella que siempre había pensado que era. El 5 de julio Bowie apareció con las Arañas de Marte en el Top Of The Pops de la BBC, el programa musical más visto.
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Si en la portada del disco, Ziggy Stardust todavía parece un mod vestido raro. En el Top of the Pops, Ziggy demostraba que había vida en Marte, el pelo rojo, las botas y el traje chillón de aquel ser no eran de este mundo. Cuando Ziggy pasó el brazo por el hombro de su guitarrista, y capitán de las Arañas, Mick Ronson, el mundo de la testosterona rock se tambaleó y con ese inocente gesto (nada que ver, con los futuras presentaciones en directo donde Bowie/Ziggy simulaba tener sexo oral con el guitarrista durante sus solos), Ziggy lograba meter la ambivalencia sexual en horario de máxima audiencia.
Una semana después “Starman” se colaba en el Top Ten y una nueva generación abrazaba a Bowie como el nuevo Mesías, entre los miles de adolescentes británicos afectados por esa mítica actuación estaban Robert Smith de los Cure, Morrissey y Johnny Marr de los Smiths, Dave Gahan de Depeche Mode, Boy George o Gary Numan. Un alienígena había aparecido en el lugar más inesperado, el rock & roll acababa de encontrar una nueva superestrella, tan atrayente, tan tentador hacer el papel, podría interpretar la mutación salvaje como una estrella del rock & roll. Bolan le había marcado el camino, ahora, en medio de la T. Rextasy, le llegaba, al fin, su turno.
El disco se abría con la melodramática “Five Years”, pura magia Bowie, una canción que nos ponía en situación, la Tierra se está muriendo, solo nos quedan cinco años, el presentador de noticias se pone a llorar según lo anuncia, la música va haciéndose más intensa, gracias a un maravilloso arreglo de cuerdas cortesía de Ronson, y la voz de Bowie también, como si la emoción de la noticia estuviera penetrando en cada poro de su cuerpo, al final, la repetitiva parte de la percusión se queda sola, después de las lágrimas y los violines. Es desolador, es precioso.
“Soul Love” se abre encantadora sobre una guitarra acústica, pero en el estribillo ya aparece la Les Paul de Ronson que pasará a dominar el disco, aunque Bowie también logra meter un conseguido solo de saxofón barítono, al final la guitarra de Ronson y la voz de Bowie juegan entre ellas, hasta que paran y se produce la primera explosión, el tremendo riff de “Moonage Daydream” que da paso a otra de las melodramáticas interpretaciones de Bowie. La canción ya la había utilizado durante la breve existencia de su grupo Arnold Corns pero ahora tenía a Ronson que es el que encargado de llevarla a la estratosfera con su trabajo a las seis cuerdas en el extenso solo final. Una vez en el espacio exterior el disco encuentra a su protagonista trayendo un mensaje de esperanza para la Tierra en “Starman”, con uno de los estribillos más perfectos de la carrera de Bowie, y eso ya es decir algo, los la, la, las del final sobre violines son puro T. Rex. El alienígena es el último rayo de esperanza. La primera cara termina con la comentada versión de “It Ain’t Easy”.
La segunda cara se abre con esa preciosa balada de piano que es “Lady Stardust”, en el contexto del disco nos explica la ambigüedad sexual de Ziggy pero, en realidad, era un tema dedicado a su amigo Marc Bolan, La gente se quedó mirando el maquillaje de su cara, se reían de su largo pelo negro, de su gracia animal. El chico de los vaqueros azules brillantes saltó al escenario, Lady Stardust cantó sus canciones se oscuridad y desgracia. Luego Ziggy y las Arañas se metían en una orgía de rock & roll con partida en los años 50, principalmente Chuck Berry, y llegada en el punk de los 70.
La fiesta comenzaba con “Star”, el momento en el que Ziggy se convertía en una estrella del rock & roll, cumpliendo los sueños de Bowie, entre medias de coros cincuenteros, pianos golpeados, guitarrazos de Ronson y gritos de “Get It On” de Bowie. “Hang On to Yourself” servía de presentación a su banda, las Arañas de Marte, con otro tema repescado de sus tiempo en Arnold Corns, era una canción imparable en la que Bolder, Woodmansey y Ronson brillaban con luz propia. Luego entraba el conocido riff de “Ziggy Stardust”, ese alienígena que tocaba la guitarra con la zurda y lo llevó todo demasiado lejos pero, chico, podía tocar la guitarra. Referencias a Hendrix, pero también a Vince Taylor, un cantante inglés de rock & roll que se consideraba un cruce entre un Dios y un alien…
Es la pieza principal del disco y da paso a la ametralladora rock & roll que es “Suffragette City”, un número desquiciado que desembocaba en el final de todos lo finales, “Rock ‘n’ Roll Suicide” que comenzaba como balada cincuentera y se transformaba en opereta melodramática para anunciar el final de Ziggy. Un cierre perfecto a la altura de un disco sin tacha. Cuando apareció, un 16 de junio de 1972, a rebufo del éxito de “Starman”, el disco convirtió por fin a Bowie, ¿o fue a Ziggy?, en una estrella.
Pero el camino de Ziggy estaba marcado por el disco, ni siquiera le quedaban cinco años como a la Tierra en el momento de la aparición de Bowie, el destino de Ziggy estaba sellado desde el principio con “Rock ‘n’ Roll Suicide”, Ziggy no viviría para siempre, Bowie sí. Para ello tuvo que disociarse del personaje que le había convertido en estrella y acabar con él encima de un escenario, para shock de su audiencia y de su propia banda, unas Arañas de Marte que, más allá del fiel Ronson que ya había sido informado, se enteraron en directo de que iban a desaparecer para siempre.
Y es que después de un —fabuloso— disco continuista como “Aladdin Sane”, más teatral, más vodevilesco, en el que presentaba un nuevo personaje de ese nombre, la gente seguía viendo a Ziggy detrás del mismo. Y es que como el propio Bowie admitió, Aladdin Sane no era sino Ziggy de viaje por América, un nuevo lugar que conquistar para el alienígena del pelo rojo y, en ese momento, las cejas depiladas. Ahora Ziggy y Bowie se fundían en uno, resultando difícil para el primero distinguirse del segundo. Las giras y las ruedas de prensa de la época no las daba David Jones, ni siquiera David Bowie, sino Ziggy Stardust. Los kilos de maquillaje seguían aumentando a medida que los kilos de carne iban desapareciendo del cuerpo de un Bowie esquelético, cada vez menos humano y más el alienígena que cayó a la Tierra.
Pero todo tiene su fin, ahora que todo el mundo hacía glam rock, las listas se llenaban de pegajosas canciones, la purpurina alcanzaba ventas espectaculares y hasta los machos más machos se maquillaban como putas, mientras Ziggy reinaba en el mundo musical como una especie de figura dionisiaca, Bowie se reservaba una noticia bomba para el último concierto de la gira.
El 3 de julio de 1973, justo antes de tocar “Rock ‘n’ roll suicide” Ziggy declaraba que no solo era el último concierto de la gira, sino el último concierto que haremos nunca. Trevor Bolder y Mick Woodmansey se miraron con pavor, a partir de mañana habría que buscarse un nuevo trabajo, la banda más exitosa de Inglaterra acababa de morir, cuando los chicos mataron al hombre tuve que romper la banda decía en “Ziggy Stardust”, la canción. La ficción se hacía realidad y Ziggy se suicidaba encima de un escenario ante las lágrimas de sus fans.
Luego llegarían más cambios y transformaciones, nuevos personajes, pero ninguno tan importante como Ziggy. Bowie lograría salir de su sombra, pero el mundo del rock no, en breve, los discípulos de Ziggy y Ronson volverían a atormentar a la sociedad biempensante británica, como esos Sex Pistols, en los que Johnny Rotten y su pelo rojo y Steve Jones y su Les Paul robada a Ronson —la verdad es que era la de Sylvain Sylvain, pero habrá que hacer caso, una vez más, a John Ford e imprimir la leyenda), volvían a aterrorizar al Reino Unido más puritano a guitarrazos siendo el reflejo de Ziggy y Ronson.
La sombra de Ziggy Stardust fue tan alargada como la del propio Bowie. Había cumplido eso tan estúpido, y tan rock & roll, de morir joven y (no) dejar un bonito cadáver pero, más importante, había conseguido que toda una generación de adolescentes raros e incomprendidos no se sintieran solos, terminando su vida con el mensaje que todos, alguna vez en la vida, necesitamos oír: Todos los cuchillos parecen lacerar tu cerebro, he tenido mi parte, te ayudaré con el dolor. No estás solo, conéctate conmigo y no estás solo, conectémonos y no estarás solo, conectémonos y no estemos solos, dame tus manos porque eres maravilloso.
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