En el libro Conversaciones con David Foster Wallace (Ed. Pálido Fuego), el escritor norteamericano señalaba el fin de algo que no sólo se convirtió en parte importante de sus preocupaciones a lo largo y ancho de su obra, sino también de una época: la posmoderna, esa caída en un estado de permanente abatimiento y frustración frente a la imposibilidad de realizar los ideales de la modernidad; aquellos que trazaron los padres ausentes que deseamos que vuelvan, aunque tengamos la inquietante sensación de que, en palabras de DFW, esos padres no vuelvan nunca, lo que implica que nosotros vamos a tener que ser los padres.
Se acabaron los discursos, pero también, las existencias. ¿Para qué seguir enfrascados en debates estériles circunscribiendo formas caducas del pensamiento de nuestros abuelos? ¿Para qué seguir proyectando y anticipando pensamientos y hechos que nunca se van a ajustar a la realidad? ¿Para qué, en definitiva, pensar de más y continuar viviendo un tiempo que no es el nuestro o seguir siendo alguien que no somos?
Estas cuestiones que se planteaba DFW en torno al lenguaje y la realidad, una realidad mediatizada que nos configura por defecto, están presentes, pero en forma de sonidos, en el último EP del productor chileno Equipo (Juan Cristóbal Saavedra): Fin de existencias, publicado bajo el sello danés Clang.
Y como el mismo título sugiere, la nuestra es una época de finales, de tomarnos la vida como si cada segundo fuera el último. Inmortalizamos cada momento como si fuera el último, vamos acelerados de un lugar a otro como si nunca fuéramos a llegar, compramos de todo como si en cualquier momento fuera a caer una bomba y no tuviéramos suministros suficientes para sobrevivir al apocalipsis.
Este pensamiento condenatorio, que nos hace creer que somos señores de esos reinos diminutos que tenemos en el cráneo, es el combustible del miedo y el desprecio, de la frustración, el ansia y la adoración de uno mismo. Pensamiento que se representa muy bien en el videoclip Fiesta Conjunta, donde vemos a un grupo de jóvenes que parece que vayan a montar la fiesta de su vida, como si no hubiera un mañana, y efectivamente, la cosa al final se va de madre, y no hay mañana.
Hay muertes, abusos, vejaciones. Es el fin de existencias: la muerte física, pero también psíquica, por nuestro temor ante el futuro; por el ir por la vida con miedo y prisa, generando falsas expectativas en cada esquina.
Equipo explora algunas de estas cuestiones reprimidas por la rutina constante, como ha hecho en anteriores trabajos como Tacto e Indiscreción (2014, Clang) o Simulaciones (2015, Clang), tanto a nivel musical como existencial, intentando plasmarlo de forma crítica por mediación de intrigantes, melódicos y abstractos sonidos, incorporando elementos de ambient e IDM, y consiguiendo ir más allá del solipsismo reinante, dejándonos unas profundas huellas donde se mezclan el pathos y la esperanza, induciendo a la reflexión.
El resultado son cinco hipnóticos tracks de una música que aspira a la condición de perfume, de un perfume intenso, profundo y áspero. Pero también de una música que busca nuevas relaciones entre creador y oyente, entre creador y máquina, entre sonido y contexto. Música que traslada al oyente a una zona cambiante, a la que Peter Lamborn Wilson describió como la deriva sagrada, una modalidad de viaje imaginario en la que el viaje es investido nuevamente de sentido, o más bien de una estética liberadora, donde antes que distanciarnos, nos lleva a acercarnos más a las cosas, a repensarlas mejor, más allá de absolutos, más allá de los temores del futuro, más allá del fin de existencias.
Fin de Existencias está disponible en el mercado a través del sello danés Clang.
Nadie ha publicado ningún comentario aún. ¡Se tú la primera persona!