Sebastián Bayo, arquitectura de la psique

La intimidad necesita un nido (Gaston Bachelard)

A diferencia de la pintura y la escultura, la arquitectura es un arte que necesita la interacción de los seres humanos, es un arte habitable que cumple con una función específica, más allá de la mera contemplación. En un sentido estrictamente utilitario, la verdadera arquitectura se piensa y se construye con un fin específico: brindar espacios donde vivir, trabajar, divertirse, viajar… la arquitectura no puede desligarse de un fin social porque, de lo contrario, sería una escultura. El artista Sebastián Bayo, se mueve entre ambos campos, y a lo largo de esta entrevista, no nos deja duda de que tanto arte como arquitectura comparten un lenguaje común: el lenguaje visual. Para él, el arte es un medio para explorar conceptos sensibles y poéticos que en la práctica arquitectónica muchas veces no pueden llegar a desarrollarse.

Después de varios años trabajando en diversos estudios de urbanismo, arquitectura y diseño en Londres y Madrid, inicia una trayectoria artística en solitario, profundizando en una exploración personal de la relación entre espacio e individuo, tanto en el plano físico como metafísico. Su obra artística abarca desde el videoarte a la escultura, pasando por el diseño escenográfico, la fotografía, el dibujo y la pintura, siendo expuesta en diversas galerías nacionales e internacionales.

La poetisa Ángela Mallén se refirió a su obra como una arquitectura de la psique, una forma de explorar los límites entre el espacio interior psicológico y el espacio exterior contextual a través del análisis pictórico y espacial. En palabras de Bayo, identifico mi trabajo más claramente como una exploración intuitiva y muy personal del edificio interior anímico. Esta exploración está relacionada con un presente movedizo, que continuamente nos agita, tanto en el exterior como en nuestro interior, pero, para el artista madrileño, esta agitación constante de un presente frenético, puede llegar a derrumbarnos y desdibujarnos.

Creo que cada vez es más evidente la existencia de cierta consciencia de inestabilidad. Creo que el mundo cada vez es más complejo y frenético, cada vez más lleno de estímulos vacíos, y eso puede hacerlo más hostil y frustrante. Creo que hay que vivir en una constante búsqueda del equilibrio entre rigidez y flexibilidad, apunta Bayo, algo que el filósofo Gaston Bachelard señalaba en La Poética de Espacio, al indicar que así como la vida requiere de un espacio físico desde el cual desplegarse, los sueños también demandan sus propios espacios imaginados, sus quimeras, para poder volar.

Vivimos en una constante búsqueda del equilibrio entre rigidez y flexibilidad. Para Bayo, vivimos en un contexto sísmico que agita los edificios anímicos… que pueden llegar a derrumbarse en función de su estructura. Los edificios que tienden a derrumbarse son los más débiles, pero también los más rígidos, que son incapaces de absorber las vibraciones y colapsan. El ruido que produce su obra, esa vibración, no es otra cosa que un intento de dar al espectador lo contrario, una manera de proyectar sus temores, miedos e inestabilidades en una pintura llena de aristas, desdibujada, para que pueda encontrar la calma en su interior. La obra de Sebastián Bayo nos transporta a sus laberínticas composiciones, que no son otra cosa que un reflejo de nuestras psiques, con el fin de ubicarnos, de encontrarnos, como si de un mapa se tratara.

La influencia de la arquitectura en Bayo está clara, su obra, como apuntábamos anteriormente sobre la arquitectura, no es otra cosa que un intento de hacer habitable nuestra compleja psique, brindándole un espacio, un sentido. Como apuntaba Bachelard, la intimidad necesita un nido, y Bayo lo ha conseguido en cada una de sus piezas artísticas.