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Elogio de los Television Personalities

En Música martes, 17 de enero de 2023

Carlos Pérez de Ziriza

Carlos Pérez de Ziriza

PERFIL

¿Qué tienen en común Los Planetas, Jens Lekman, Tindersticks y Jeffrey Lewis?

Por sus versiones los conoceréis, suele decirse. Aunque en el caso de los Television Personalities, seguramente las versiones que otros hicieron de ellos sea una forma aún más práctica de introducirse en su mundo. En realidad, la historia del pop está repleta de músicos que fueron más célebres por su influencia en otros que por su propia obra. Y de versiones que cobraron más popularidad que los originales: el “Respect” de Aretha Franklin y el “Hard To Handle” de los Black Crowes por encima de las originales de Otis Redding, el “Tainted Love” de Soft Cell por encima de la que Gloria Jones grabó para convertirse en himno del northern soul o el “The Man Who Sold The World” de unos Nirvana desenchufados por encima del de Bowie.

No es exactamente el caso de la banda fundada por Dan Treacy en el año de gracia de 1977, en paralelo al estallido punk, porque de todo han tenido (algunas de las versiones que han hecho de ellos no superan a los originales en ventas ni escuchas: seguimos hablando de los márgenes de los propios márgenes de la industria), pero sí que se puede decir que prácticamente todos los que se atrevieron lo hicieron desde estados de popularidad algo más agradecidos. El eco de Television Personalities casi siempre es vicario.

La música del cuarteto londinense siempre fue tosca pero entrañable, enjuta pero sentida, desvencijada, pero rica en toda clase de referencias culturales, deshilachada y rebosante de un cáustico sentido del humor que se reflejaba en los títulos de sus canciones, en sus portadas, también en su errática y tambaleante forma de manejarse por la vida.

Hace poco más de un año que los Tindersticks les rindieron tributo con una espléndida versión de “You’ll Have To Scream Louder” porque Stuart Staples, su líder, sentía que había cosas en nuestra sociedad actual (racismo, misoginia, xenofobia, desigualdad) que seguían tan irresueltas como en 1984, cuando aquella canción conectó con miles de jóvenes británicos amargados por el thatcherismo.

Hay un inquietante ruido de fondo que remite a aquel cambio de década, entre los setenta y los ochenta, que en lo sociopolítico tenía poco de ejemplar, aunque una falsa mirada nostálgica por la juventud perdida (esto también me lo han dicho músicos como Paul Simonon, el ex The Clash y ahora en The Good, The Bad and The Queen; o más recientemente Dave Rowntree, batería de Blur) pueda hacer a mucha gente pensar lo contrario. Es una de las semillas del Brexit, sin ir más lejos.

En cualquier caso, son aún demasiadas las cosas contra las que gritar aún más fuerte. Desde un punto de vista actual, el desfase entre las 900.000 escuchas que acumula el corte de Tindersticks y los 16.000 del original (y de 150.000 ante 4.000 en YouTube) revela la enorme brecha entre la repercusión de los alumnos y los maestros.

El crítico canadiense Cam Lindsey definió hace ya unos quince años a Dan Treacy como el responsable de algunas de las canciones más bizarras, inaudibles y brillantes de las últimas tres décadas. Lleva cinco años haciendo playlists para una plataforma de streaming (además de décadas de trayectoria en la prensa escrita), así que algo debe saber. Treacy, quien formó a los Television Personalities tomando como referentes básicos a los Sex Pistols y a Jonathan Richman, forma parte de esa inextricable galaxia de talentos excéntricos, algo marcianos, a veces lastrados por sus propios excesos, que es pura e inequívocamente británica.

La misma a la que se adscriben o se adscribieron alguna vez Lawrence Hayward (Felt, Denim, Go-Kart Mozart), Momus, Robyn Hitchcock, Bid (The Monochrome Set), Mark E. Smith (The Fall), Luke Haines, Julian Cope o el tarambana de Pete Doherty. Gente abollada, que diría Fernando Alfaro. Y la sombra de su música es enorme. Mucho mayor, sin duda, que su cartel. Ahí están Teenage Fanclub, Belle & Sebastian, Beat Happening, The Smiths, Pavement, The Pastels, The Jesus and Mary Chain o los primeros Arctic Monkeys para certificarlo. Todos han reconocido cierta deuda con ellos.

Canciones desmañadas, sin peinar, de factura abúlica, como si estuvieran a medio hacer. Melodías que se quiebran del modo más inesperado y acaban tocando la fibra sensible despojadas de cualquier afectación, con mimbres espartanos y medios más que austeros, rezumando la indefinible ternura sin adulterar de quien apenas tiene nada que perder, porque solo sabe levantarse para volverse a caer. Una y otra vez. Debe ser su sino.

Algo tendrá el agua de Television Personalities cuando la han bendecido, bien a través de versiones o bien a través de tributos algo menos explícitos, músicos tan dispares como MGMT, Jens Lekman, Los Planetas, Tindersticks, Jeffrey Lewis, Los Bonsáis, Shame, The Futureheads y todos los grupos citados unas líneas más arriba. Eternos outsiders vocacionales,

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