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Stranger Things, más allá de la nostalgia

En Cine y Series 27 julio, 2016

Xavi Sánchez Pons

Xavi Sánchez Pons

PERFIL

¿Simple nostalgia y ejercicio de estilo o serie con entidad propia, más allá de los guiños pop a los ochenta? Stranger Things llegó la semana pasada a Netflix y ha inundado la red de comentarios a favor y en contra. Y bien, tras ver del tirón –eso que los yanquis llaman binge watching– los ocho episodios  de la criatura televisiva creada por los Duffer Brothers, la balanza se decanta hacia lo segundo. Stranger Things tiene la enjundia suficiente para resultar atractiva si prescindimos de sus homenajes leídos a un buen número de películas de los ochenta. A continuación, tratamos de explicarlo evitando los spoilers.

ENSALADA DE GÉNEROS BIEN ALIÑADA Y GUIÑOS POP

El primer valor añadido de la serie es lo bien que mezcla diferentes géneros. Y es que Stranger Things juguetea con el cine conspiranoico, el terror, la sci-fi y el coming of age de forma natural y bien equilibrada. De hecho se vale de esos géneros como medio y no como fin para construir su historia.

No se trata de un simple ejercicio de estilo nostálgico sin alma, sino más bien de todo lo contrario: un relato emotivo y trepidante con un buen andamiaje dramático que apuesta por los elementos fantásticos sin cortapisas, gran decisión de los hermanos Duffer; unos elementos sobrenaturales que hacen visibles las carencias afectivas y emocionales de los protagonistas.

Stranger Things

Lo mismo pasa con los referentes literarios y cinematográficos que maneja, muchos, pero utilizados de forma inteligente. Stranger Things cita de forma directa a E.T. El extraterrestre, Encuentros en la tercera fase, Alien, el octavo pasajero, El terror llama a su puerta, The Blob. El terror no tiene forma, Expediente X, las novelas clásicas de Stephen King –autor citado en la serie varias veces de forma cómplice- o referencias más actuales como Fringe o Super 8.

Ahora bien, esos homenajes no constituyen el tuétano del relato sino que solo funcionan de marco genérico para que el espectador leído los reconozca y facilite su entrada al mood de la propuesta. Es más, esas citas, de forma acertada, conforman la parte más festiva de la serie: la parte de aventuras, la de monster movie –ese ser lovecraftiano procedente de otra dimensión que aterroriza una pequeña población de Indiana-, o la de mad doctor –el villano de Matthew Modine a lo Peter Coyote en E.T. es de traca.

Siguiendo con los guiños a la cultura pop vale la pena destacar que los Duffer Brothers son capaces de utilizar de manera sabia y felizmente geek el juego de rol Dragones y Mazmorras, La guerra de las galaxias y los cómics de la Patrulla X, para ilustrar los conflictos,  y las posibles soluciones, a los que se enfrentan los personajes. Y no solo eso, dejando de lado la notable banda sonora electrónica de Kyle Dixon y Michael Stein de clara ascendencia ochentera, las canciones pop que aparecen tienen casi siempre fines dramáticos: algunos highlights en ese sentido son la utilización de “White Rabbit” de Jefferson Airplane, “Atmosphere” de Joy Division y «Should I Stay or Should I Go» de The Clash.

Stranger things

UNA PANDILLA ALUCINANTE

Si hay algo que destaca sobremanera en Stranger Things es el grupo de niños que tiene un papel esencial en el desarrollo de la trama. Más cercanos en espíritu e intenciones al reparto infantil de Freaks And Geeks que al de Los Goonies o Exploradores, se trata de un grupo de tres chavales y una aliada inesperada, una niña con poderes que, a la par que inician la búsqueda de su amigo desaparecido, crecen como personas al enfrentarse con los problemas propios de su edad y de la que está por venir: los primeros amores, el bullying, las tensiones entre amigos o la relación que mantienen con sus hermanos mayores –la serie se apunta un tanto con los personajes de Nancy y Mike Wheeler.

Stranger Things

Stranger Things

Todo esto es aplicable también al resto de reparto principal. Tanto la madre algo histérica, interpretada por Winona Ryder  como un trasunto en clave white trash del Richard Dreyfuss de Encuentros en la tercera faseigual que su hijo mayor, el típico rarito del instituto por tener inquietudes diferentes, la música punk y las películas de terror; o el personaje del torturado sheriff Jim Hooper al que David Harbour dota de unas aristas y profundidad sorprendentes, presentan un conseguido arco dramático, que tiene vida propia dentro de la brillante y desatada trama fantastique. Vamos, los personajes y sus conflictos están tan bien escritos que si esto fuera un western o un thriller tendrían la misma fuerza.

Ojalá el buzz y él éxito de crítica y público que está cosechando Stranger Things permita a los Duffer Brothers conservar el mojo y la libertad creativa para seguir expandiendo su visión poliédrica del género. Una visión que demuestra que el hecho de ser referencial no implica la falta de contenido. La nostalgia utilizada como un arma en favor del riesgo, de la diversión con sustancia, y no como una simple acumulación de citas ilustres.

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