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Cultura

¿Opuestas o complementarias? Casa Malaparte vs Casa Dalton

En Abandonen el edificio, Cultura domingo, 19 de febrero de 2017

Sandra Jiménez

Sandra Jiménez

PERFIL

Estas dos casas (Dalton y Malaparte), en apariencia muy diferentes, que no sé bien si decir que son opuestas o complementarias, tienen en común dos elementos: un singular emplazamiento y una monumental escalera, que las hacen especialmente atractivas.

La autoría inicial de la Casa Malaparte (1937) fue asignada al arquitecto racionalista italiano Adalberto Libera. Posteriormente, por serios conflictos entre arquitecto y propiedad, pasó a su dueño, el escritor Curzio Malaparte.

Casa Malaparte, Capri (Italia).  © Fotografía, Gloria Saravia Ortiz.

Casa Malaparte, Capri (Italia). © Fotografía, Gloria Saravia Ortiz.

Esta icónica casa, tan representativo de la arquitectura moderna, está construida sobre un abrupto acantilado, con unas fantásticas vistas, situado a 32 m por encima del mar Mediterráneo, al este de Capri (Italia). Es una escultura en medio de la naturaleza, que encierra un secreto: a ella solamente se puede acceder a pie o en barco. Es una obra en la que su acusada geometría se erige como protagonista y regula el orden del proyecto: Sobre el paralelepípedo de albañilería roja destaca una monumental escalera (99 peldaños) en pirámide invertida, que conduce a una cubierta plana solárium.

Casa Malaparte, Capri (Italia).  © Flickr: Sean Munson

Casa Malaparte, Capri (Italia). © Flickr: Sean Munson

La enorme escalera impone sus propias reglas a la vivienda, al tiempo que escucha y hace partícipe al entorno de su majestuosidad, manteniendo un equilibrio perfecto entre naturaleza, obra y materiales: ladrillo y piedra local de la zona. El resultado, una vivienda-roca que emerge y se transforma en una piedra más de la montaña. Las escaleras avanzan por el acantilado hasta situarse en primera línea.

Casa Malaparte, Capri (Italia). © Fotografía, Alamy.

Casa Malaparte, Capri (Italia). © Fotografía, Alamy.

Sin embargo, cuando accedemos a su interior, toda esa grandeza adopta la justa medida para distribuirse en tres sencillos niveles, que obedecen a su propio esquema interno. Una planta baja donde se sitúa la zona de servicios, las bodegas y la lavandería; un primer piso, al que se accede por la fachada suroccidental y donde está la cocina y los dormitorios de invitados. Y un último piso, en el que se encuentra el apartamento de Malaparte, con un amplio espacio de estar, enmarcado por cuatro ventanas, desde las que observar el paisaje y que, a su vez, conecta con dos habitaciones principales situadas en el frontis de la casa.

Le mépris, Jean-Luc Godard (1963).

Le mépris, Jean-Luc Godard (1963).

Para Curzio Malaparte, uno de los condicionantes del proyecto era que su casa debía ser un espacio solitario, en consonancia con la naturaleza que le permitiese dedicarse a la escritura y a la contemplación.

Esto mismo pensó el director de cine Jean-Luc Godard, para rodar su película Le Mépris (1963). Encontró en ella un escenario con una fuerte personalidad, capaz de establecer una dualidad: principio y fuente de inspiración del proceso creativo pero a su vez, fin y espiración de la misma. La arquitectura, una protagonista más, será testigo de dualismo que enfrentará a los personajes haciendo que se debatan entre el amor y el desprecio.

Le mépris, Jean-Luc Godard (1963).

Le mépris, Jean-Luc Godard (1963).

Un productor americano, Jeremy Prokosch (Jack Palance), encarga al propio Fritz Lang la dirección de una adaptación al cine de La Odisea de Homero. Descontento con el resultado, contrata a Paul Javal (Michel Piccoli), un escritor de teatro, para que reescriba el guion. Este se retirará con su mujer, Camille (Brigitte Bardot), a la citada casa Malaparte. Una vez reunidos allí, asistiremos a los procesos de creación (el de la película sobre La Odisea) y de destrucción de su matrimonio. Su relación conyugal empezará a desmoronarse sin remedio. Contemplaremos la mimetización de nuestros protagonistas en los de la obra que escribe. Paul/Ulises y Camille/Penélope donde, a raíz de un hecho sin importancia, se desencadenará una serie de acontecimientos que harán que pase de amarlo con locura a despreciarlo.

Le mépris, Jean-Luc Godard (1963).

Le mépris, Jean-Luc Godard (1963).

Imaginemos, por un momento, que quisiéramos hacer un remake de la película. Mi elección de actores podría ser discutible para algunos de vosotros: Kate Winslet como Camille y Jake Gyllenghal (siento debilidad por este actor), como Paul. Pero en cuanto al escenario y vivienda donde rodarlo, lo tendría claro. Elegiría, sin lugar a dudas, la Casa Dalton, del arquitecto y profesor madrileño Alberto Morell Sixto. De Italia nos vamos a la costa de Kenia (África).

Técnicamente hablando, no me atrevería a afirmar que ambos volúmenes son el positivo y el negativo. Ambas comparten una potente escalera que, dadas sus dimensiones y su posición estratégica, tanto en la distribución de la casa como en su singular emplazamiento, cada una en su forma adquieren la entidad suficiente como para diferenciarse.

En el caso de la casa Malaparte, coronamos el terreno y subimos a la casa para tener vistas. En la Dalton, emergemos del fondo de la tierra e iniciamos el recorrido hacia el cielo, desde donde contemplar el paisaje africano. ¿Hablaríamos entonces de anverso y reverso? Sería una posibilidad tener en cuenta.

Casa Dalton por Alberto Morell. © Fotografía Javier Callejas.

Casa Dalton por Alberto Morell. © Fotografía Javier Callejas.

Pero continuemos conociendo un poco más de la vivienda objeto de nuestro remake. Accedemos a ella a través de un denso manglar y ante nosotros aparecen unas puertas de madera de caoba: la entrada a la planta baja. En ella se sitúan el salón, la cocina y 2 habitaciones de invitados. Su espacio central, un patio, está ocupado por la escalera y la piscina, alrededor de la cual se articulan las estancias, ventiladas a través de otros espacios o patios menores que hacen perder la noción de dentro-fuera, exterior e interior.

Subiendo las escaleras (9,90 metros de ancho) accedemos a la planta primera. Ahora la casa se transforma en una gigantesca plataforma que mira al infinito. En este nivel hay tres apartamentos con una pequeña cocina y un baño, con vistas al horizonte y para protegerse del intenso sol africano, un voladizo que proporciona sombra. En este caso, nuestra casa también encierra un secreto: no existe ninguna otra comunicación entre ambas plantas, aparte de esta escalera. Con su rotunda geometría, la vivienda, al igual que ocurría con la casa Malaparte, se erige como un anfiteatro dentro de la Naturaleza.

Casa Dalton por Alberto Morell. © Fotografía Javier Callejas.

Casa Dalton por Alberto Morell. © Fotografía Javier Callejas.

Ambas casas comparten el empleo de materiales de la zona: piedra, madera de caoba, pero, sobretodo, uno representativo del país: un estuco conocido con el nombre de Lamu finish por la población nativa, que es empleado en los acabados de suelos, muros y escaleras. Conviene destacar que los dibujos de la madera siguen un patrón que imita la geometría de los mosaicos del Palacio de la Alhambra de Granada en España.

Casa Dalton por Alberto Morell. © Fotografía Javier Callejas.

Casa Dalton por Alberto Morell. © Fotografía Javier Callejas.

Opuestas o complementarias, anverso o reverso, positivo o negativo de una misma pieza, lo que es cierto es que ambas casas comparten un elemento fuera de escala, que las hace únicas en su singularidad, resultando perfectas como escenario de una película.

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