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Cultura

Elisa McCausland: «La heroicidad reside hoy en no rendirse»

En Entrevistas, Slow Movement, Cultura 5 septiembre, 2017

Alejandro Serrano

Alejandro Serrano

PERFIL

La periodista y crítica Elisa McCausland lleva tiempo cuestionando y pensando la realidad a través de los síntomas de la cultura popular. Labor pertinente para atender y entender aquello que nos atraviesa, da forma y nos convierte en valor de uso en el mercado. Su ensayo: Wonder Woman: El feminismo como superpoder, publicado en Errata Naturae, donde analiza la capitalización de los poderes de la superheroína, su potencial como significante polisémico, o sus mutaciones icónicas, hasta convertirse esta figura mitológica en un espejo de nuestro presente.

ALEJANDRO SERRANO: ¿Qué te llevó a escribir un ensayo entorno a la figura de Wonder Woman? ¿Por qué pensar en las superheroínas en una época como la nuestra, y más exactamente, en un mito como ella?

ELISA MACCAUSLAND: Wonder Woman es un mito contemporáneo, muy popular en Estados Unidos desde su creación en 1941 y, por lo que he podido ir comprobando, muy querida en aquellos países que tuvieron acceso a las aventuras televisivas de la superheroína protagonizadas por la modelo y actriz Lynda Carter. Su influencia en la cultura popular es innegable; su importancia como icono y marca, también del feminismo, es una de las cuestiones que más me han interesado desde que investigo a las superheroínas en general, y a Wonder Woman en particular.

Cómo se han capitalizado los poderes de la superheroína -según unas agendas e intereses a lo largo de la historia del personaje- y en qué circunstancias se han dado sus mutaciones icónicas me interesaba, precisamente, porque se intuía una nueva por llegar. Esta última se la debemos al auge de las películas de superhéroes, y a su aparición en la película dirigida por Zack Snyder, Batman v. Superman: El amanecer de la justicia (2016), preludio de la suya propia, dirigida por Patty Jenkins. Coinciden en el tiempo el recién celebrado 75 aniversario de su creación con el anuncio de su salto a la gran pantalla como total protagonista, a la vez que el feminismo del siglo XXI parece tomar cierto impulso en la esfera pública. En estas circunstancias, poder poner en contexto a la superheroína canónica en el marco de la cultura popular, y trasladar la importancia y potenciales de su viaje feminista -desde su creación por el clan Marston hasta nuestros días- ha sido un regalo, y una auténtica aventura.

Parece que tienes una relación amor/odio con este personaje, ¿a qué es debida? ¿De dónde nace esta obsesión por él?

Wonder Woman me acompaña desde que era niña. Podría decirse que ha estado en la familia, de una u otra manera, desde siempre, pues tanto a mi abuelo como a mi madre les interesaba su figura. Los cómics de George Pérez fueron los primeros en caer en mis manos protagonizados por una superheroína, y, desde entonces, he tenido un especial interés por ellas, por sus aventuras. Puede que se trate de una obsesión, con el personaje y lo que representa, y sus mutaciones/apropiaciones.

Superwoman

Desde que pasó de lectura a objeto de estudio, lo que más me ha asombrado y motivado es su potencial como significante polisémico. Poco tiene que ver, al menos a nivel consciente, con la cuestión de la identificación; mi curiosidad radica en ella como espejo del presente. También como inspiradora de todas aquellas cabeceras de cómic protagonizadas por superheroínas, y que, a día de hoy, podemos contar entre la oferta superheroica.

Estoy completamente a favor de que existan más superheroínas, pero lo que me más interesa, sobre todo, es que sus aventuras sean autónomas, con universos propios. Propuestas independientes, y que, en cierta medida, desafíen lo ya pautado, tal y como ocurre en la Wonder Woman firmada por William Moulton Marston y dibujada por HG Peter, un cómic pensado y publicado en la primera mitad del siglo XX cuya clave está, no tanto en una ampliación del campo de batalla, como en el cambio de marco.

¿Por qué crees que su legado feminista sigue siendo irrebatible? ¿Hasta qué punto un icono como Wonder Woman ha podido, y puede, cambiar actitudes y vehicular cambios sociales?

Su legado feminista es irrebatible en la medida en que ella es el arquetipo de la superheroína; el mismo que ha nutrido el sentido de muchas de las que han venido después, y que, en ocasiones, han disfrutado de circunstancias más propicias para el desarrollo de sus potenciales feministas que los de la propia Wonder Woman. Aquellas que cuestionan el poder desde su misma idea son sus legítimas herederas. ¿Cambiar actitudes y vehicular cambios sociales? Como bien precisa Ursula K. Le Guin, las ficciones a lo que han de aspirar es a transformar la manera de pensar. Las buenas ficciones, las revolucionarias, son aquellas que invitan a asomarse al abismo de uno mismo, como sujeto. Las etapas más significativas de Wonder Woman son aquellas que no abandonan esta idea, y que encontramos en su mismo germen extraño, transgresor.

¿Dónde está la heroicidad de la mujer de hoy?

La heroicidad reside hoy en no rendirse; en aunar voluntades e idear juntas, ya no solo un futuro, sino un presente que eluda las trampas de un capitalismo que llevamos en el código. La heroicidad de las mujeres hoy, desde mi punto de vista, se podría situar en eludir todos esos cepos simbólicos que nos impiden imaginar -y, por lo tanto, llevar a cabo- una sociedad verdaderamente justa.

Elisa McCausland

¿Cuánto se ha ido pervirtiendo Wonder Woman a lo largo de los años? ¿Crees que sobrevivirá en el futuro?

Un personaje con 75 años de historia es imposible que no haya tenido altibajos creativos, perversiones, como dices, que no tienen por qué ser su condena, sino una manera que tiene la propia industria de mantener sus iconos a lo largo del tiempo, a la espera de momentos mejores, o nuevas generaciones que sepan ver el potencial de un personaje que, precisamente, habla del poder.

No solo sobrevivirá, estoy segura de que las generaciones de autoras y autores que están por llegar serán capaces de explotar muchos de los sentidos de la superheroína que todavía quedan por desarrollar. A fin de cuentas, hablamos de un personaje íntimamente ligado al presente, cuya labor pedagógica han comprendido tan solo algunos autores, como Greg Rucka, capaces de adaptar esa esencia a nuestros días.

¿Qué lectura haces de un momento como el actual, donde se ha recuperado el personaje de Wonder Woman y llevado a las grandes pantallas? ¿El hecho de convertirla en un producto de moda, tan fascinado en el cuerpo sublimado de la superheroína, la vacía de su propio contenido y desactiva todo su poder subversivo? ¿A qué crees que es debido este uso del icono por parte de la industria?

Me resulta fascinante cómo Wonder Woman, en cada una de sus mutaciones, de sus nuevas encarnaciones, de una u otra manera, funciona como espejo de todos nosotros. Es un tema que me atrae sobremanera precisamente porque, como comentábamos antes, nos revela mucho sobre el presente, este estado esquizofrénico y narcisista engordado por la cultura de la celebridad y las promesas de pelotazo, en términos de capital simbólico, que nos prometen las redes sociales.

Me preguntabas antes por retos heroicos, e insistiría, ya no solo en la sororidad, sino en el cuestionamiento de nosotras mismas, y del cómo alimentamos esta gran maquinaria que se nutre de nuestros egos y nos impide vernos en lo Otro. Wonder Woman es ese artefacto simbólico que nos delata, pero también nos inspira. Verla tan solo como una mujer en bañador, por ejemplo; juzgarla por su aspecto y no profundizar en su historia, en qué significa, a quiénes ha inspirado y cómo, dice muy poco de la manera en que miramos.

Wonder Woman

Desde luego que la industria la explotará, no solo como cuerpo sublimado, también como producto asignado femenino. Maquillajes, perfumes, muñecas como opciones de compra. En nosotros está reducirla a un mero producto de consumo, o trascender su valor de mercado.

Para terminar, ¿por qué crees que se problematiza tan poco el amor romántico en muchas de las series y películas donde la superheroína tiene el protagonismo?

No estoy segura de que sea algo intencionado; por desgracia, me temo que se debe más a ciertas inercias y a lo que podríamos denominar pereza creativa.

El amor romántico es una constante en la aventura vital de la superheroína y, precisamente por eso, ha de cuestionarse. A este respecto, me interesan especialmente aquellas (super)heroínas que logran no tanto eludir como problematizar lo que considero una estrategia de apaciguamiento. La heroicidad, en muchos casos, está en averiguar el porqué de estas estrategias narrativas asignadas a género, en la ficción y fuera de ella, y cómo subvertirlas. Y ahí entran, entre otras herramientas críticas, el feminismo y el humor.

Entender el viaje de la (super)heroína como feminista implica, precisamente, cuestionar las estructuras de poder, un ejercicio que puede darnos muy buenas ficciones en el futuro, pero que ha de quererse llevar a cabo.

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