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El verano en el cine

En Cine y Series 26 julio, 2018

Aníbal Moltó Barranco

Aníbal Moltó Barranco

PERFIL

La llegada del verano despierta en los seres humanos un sentimiento similar al que despertaría en Ulises la vista de la playa de Ítaca. El estío se espera con ansia durante todo el invierno y llega como una liberación. Cuelgas la chaqueta y te pones la camiseta, abandonas el cocido de garbanzos y optas por el gazpacho, cambias el café con leche por la cerveza…

Se siente uno más ligero y más libre con el buen tiempo y las ganas de salir a la calle. Aprovechamos lo máximo posible para poder hacer todo aquello que hemos sido incapaces de hacer durante el invierno, o al menos aquello que más divierte. Y como homenaje a esta cálida época os ofrecemos una lista de films que evocan las clásicas actividades veraniegas.

Las vacaciones del señor Hulot (Les vacances de monsieur Hulot, Jacques Tati, 1953)

Un clásico del cine francés que no podía faltar en nuestra lista. En este caso, Jacques Tati, el considerado como «Chaplin del cine francés», muestra todos y cada uno de los tópicos de las vacaciones veraniegas. ¿Qué es lo que busca la gente en verano como agua en el desierto? La respuesta es fácil, el mar. Su fresca brisa y la arena de la playa hacen que se convierta en un lugar idílico para evadirse. Es por ello que muchas familias compran o alquilan apartamentos próximos al mar.

En esta película, su protagonista, monsieur Hulot, acude a un hotel de una pequeña localidad bretona. Los huéspedes, empeñados en huir de la rutina, se disponen a disfrutar de la playa y de las diversas actividades de ocio que ofrece. A ellos se les une el señor Hulot, movido por las mismas intenciones que sus compañeros de hospedaje. No obstante, su protagonista nada a contracorriente respecto al resto de clientes. Su carácter bonachón e inocente hará que lleve una actitud completamente opuesta a la de la mayoría, creando situaciones catastróficas y desbarajustes de lo más divertidos y estrafalarios.

La tentación vive arriba (Billy Wilder, The Seven Year Itch, 1955)

Existe una expresión popular, muy en boga hace años, «quedarse de Rodríguez», es decir, mandar a la familia de vacaciones y quedarse trabajando en la ciudad, ajeno a la diversión y a los goces del verano. Podríamos decir que es la peor cara del verano y justo lo que le ocurrió a nuestro protagonista. Sin embargo, Billy Wilder nos brinda, una vez más, una divertida comedia, aunque este film no fue de su agrado. La censura impidió evidenciar el adulterio. La figura de Marilyn absorbe con sus connotaciones sensuales la película, siendo su máximo exponente la famosa escena de la boca del metro, que no es lo que parece.

Tiburón (Jaws, Steven Spielberg, 1975)

Has acabado la tediosa época de exámenes. ¿Cuál es el primer plan que os viene a ti y a tus colegas de clase? ¡Playa! ¡Playa! Es posiblemente uno de los mejores lugares para despejar la mente. Esa mezcla de la sinfonía del agua del agua del mar con el canto de las gaviotas, sumado al efecto terapéutico de la sal sobre tu cuerpo, limpia la mente de los estudiantes de la frustración de los exámenes y devuelve la felicidad, el positivismo y la vitalidad propios de la era estival.

No obstante, la playa esconde dentro de sí peligros desconocidos, y no me refiero a las gaviotas con problemas gástricos, a medusas, ni tomar el sol sin protección o incluso a las banderas rojas. Todas ellas pueden poner a prueba tu integridad física, pero ninguna de ellas con tanto riesgo como los escualos. Inexpresivas máquinas submarinas de matar, capaces de despertar el terror en un lugar tan idílico como la playa.

Fue precisamente este efecto el que produjo en los espectadores Tiburón, este clásico de Steven Spielberg. De hecho, con su estreno en pleno verano, la asistencia a las playas descendió notablemente a nivel internacional. Y es que si se nada mar adentro, uno llega a perder de vista sus pies, invadiéndole una sensación de que sus extremidades pueden estar a merced de una gran variedad de criaturas marinas. Si, además, ha visto previamente este film, el terror está asegurado.

Vacaciones en Roma (Roman Holiday, William Wyler, 1953)

Un cuento de hadas que sitúa la acción en la ciudad eterna. Una joven princesa (Audrey Hepburn), llevada por circunstancias imprevistas entabla relación con un apuesto periodista (Gregory Peck), con el que compartirá una idílica estancia. Algo que empieza como un engaño terminará como un amor imposible.

En este film se incluyen todos y cada uno de los tópicos que uno puede esperar de unas vacaciones en Roma, ruinas, pasta, mercados, helados y lugares emblemáticos como el Coliseo, la Plaza de España o la Boca de la Verdad…

Mi vida en ruinas (My Life in Ruins, Donald Petrie, 2009)

Grecia no es sino el otro de los dos grandes pilares de la civilización occidental. Junto a Roma, constituye uno de los destinos más importantes y atractivos del turismo internacional. Su arquitectura, arte, su paisaje y sus playas de agua cristalina la convierten en todo un imán para los turistas.

Pese a su pequeñez, el país dispone de muchos lugares para visitar, cada cual, con sus recursos y circunstancias se lo monta a su manera, pero son multitud los que demandan un viaje organizado. Este tipo packs tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes. Por un lado, se dispone de un guía que transmite todos sus conocimientos sobre los lugares visitados, un lujo para aprender, y no limitarse solo a mirar y a tomar fotos, además de tener resueltas de antemano todas las cuestiones logísticas.

Sin embargo, un viaje organizado puede convertirse en algo tedioso. Y es que, al margen del frenesí que rapidez y puntualidad requieren, este tipo de actividades dependen mucho de la suerte que se puede tener con los compañeros de expedición que le tocan. En nuestro film, una familia de pijos, un gracioso sin chispa, un matrimonio de incontinentes verbales… toda una aventura.

Si hoy es martes esto es Bélgica (If It’s Tuesday This Must Be Belgium, Mel Stuart, 1969)

Un poco en la línea de la anterior, esta película conjuga varios tópicos propios de las vacaciones. En primer lugar, el grupo de turistas americanos que se dispone a hacer un viaje a Europa visitando siete países a un ritmo absolutamente loco. El segundo de los tópicos, son los tours con visitas relámpago, que provocan en los visitantes confusiones, desorientación y emociones extremas que pueden incluso desencadenar el famoso síndrome de Stendhal. Finalmente, como siempre, los compañeros de viaje, una mezcla de la que resulta difícil zafarse.

Moonrise Kingdom (Wes Anderson, 2012)

Cuando se juntan  verano y  juventud, nos acude a la mente dos cosas: los campamentos y los amores estivales. Los campamentos, gran recurso para socializar (hacer nuevos amigos o ligar), creaban relaciones con los compañeros que se podían considerar casi fraternales. Se aprendían tantas cosas sobre la naturaleza, que a tu lado Leonardo DiCaprio en El renacido podía parecer un auténtico aficionado.

No obstante, más allá de la nueva familia que hacías entre excursiones y canciones nocturnas alrededor del fuego, surgía un elemento inesperado: el amor. Y es que en el despertar de la pubertad surge el interés por el sexo, aflorando entonces los consabidos amores de verano. Esa chica o ese chico con el que compartías tu primer beso, y que gracias a él o a ella empezabas a notar las famosas «mariposas en el estómago» y aprender lo que es el amor.

De todo esto va este film de Wes Anderson. Una pareja joven se conoce en un campamento de verano y emprende una inocente aventura amorosa fugándose al bosque. Allí sobrevivirán haciendo uso de sus conocimientos de supervivencia, aprendidos en las diferentes actividades durante su estancia. Toda una tierna versión de El lago azul compuesta por unos personajes muy entrañables.

Cuenta conmigo (Stand by Me, Rob Reiner, 1986)

Un plan muy recurrente y extendido en nuestro país es el de irse al pueblo. Tomar el coche y viajar a la casa familiar en una pequeña localidad, lejos del bullicio de la ciudad. Allí, te reunías con tus amigos del pueblo, soñando con vivir algún tipo de aventura mientras aspirabais el aire fresco.

En Estados Unidos no está tan extendido este tipo de turismo. Pero sí es cierto que hay ciudades pequeñas en las que los más jóvenes experimentan esta clase de vivencias. Precisamente es de lo que trata este film, un grupo de amigos que están dispuestos a vivir una gran aventura. En este caso, los protagonistas investigan la desaparición de un chico de su vecindario que ha fallecido en el bosque.

Esta película está cargada de una nostalgia tan intensa que despierta la melancolía de los espectadores más maduros. Además, narra el fin de la infancia y del interés de esas ilusionantes aventuras infantiles.

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