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72 Festival de Cannes: ‘Parasite’, magistral Bong Joon Ho

En Cine y Series viernes, 24 de mayo de 2019

Eva Peydró

Eva Peydró

PERFIL

El director coreano Bong Joon Ho ha irrumpido en un Festival de Cannes que no ha destacado por la exquisitez de su selección en Sección oficial y en Un certain regard —solo hemos disfrutado sin peros cinco filmes—, para hacernos recobrar la confianza en su espléndida carrera y considerar Okja un desvío en su trayectoria y alegrarnos del retorno a una producción local. Como hiciera Tarantino horas antes del estreno de su película en Cannes, el director de Snowpiercer pidió a la prensa que no introdujera spoilers en sus críticas y no privara al público de las sorpresas y giros argumentales que dan tanto juego a su filme. Sin embargo, Parasite es mucho más que su trama, porque se construye sobre un guion portentoso, siendo su máxima baza la carga de profundidad contra las bases del sistema, las clases y las trabas al ascenso social, que no premia el esfuerzo ni la formación.

Parasite (Bong Joon-Ho, 2019)

La descripción de la sociedad contemporánea a través de un hormiguero concentrado en dos hogares y dos familias —el de los acomodados  y los desheredados— para expresar la imposibilidad de la convivencia fuera de las reglas marcadas por los poderosos, a pesar del ingenio o el esfuerzo de los que anhelan ascender en la escala social, es una alegoría exquisita tan elegante como explosiva, digna heredera de la Viridiana de Buñuel. La complejidad de la propuesta, ligera en su presentación y transmitida con unas elecciones técnicas perfectamente adecuadas, convierte a Parasite en una obra maestra de cine social.

Parasite (Bong Joon-Ho, 2019)

La familia Ki-taek, cuyos cuatro miembros están en el paro, vive hacinada en un semisótano, subsistiendo en un inframundo como cucarachas sin horizontes. Cuando el hijo (Choi Woo Shik) consigue —mintiendo— un puesto de profesor particular, la vida se abre y pueden poner en práctica un plan para mejorar sus vidas. Bong Joon nunca juzga, sus personajes son buscavidas cualificados, que no temen al trabajo, pero son capaces de cualquier cosa —y lo demuestran— para salir de su miseria. Por otra parte, la familia Park vive en una casa imponente, diseñada por un famoso arquitecto, con todo tipo de lujos, gozando de su estatus y preocupándose por unas cuestiones a años luz de las puramente alimenticias que angustian a los Ki-taek. Bordeando a veces la caricatura, con unos diálogos brillantes, el director va describiendo a sus personajes, matizándolos, creando redes de comunicación y relaciones de poder entre ellos, un arriba y abajo de ganadores y perdedores con espejismos de movilidad en el escalafón.

https://www.youtube.com/watch?v=Ce0Q_7djdGI

Cuando ambas familias deben convivir, cada una en su papel, aproximándose al límite de la línea roja que el Sr. Park (Lee Sun Kyun) exige respetar, surgen las chispas que provoca una trama tan imaginativa como afilada, en la que la simbiosis y el parasitismo luchan por ganar. El sentido del humor que corroe el filme es tan negro como su tragedia, en palabras de Bong Joon Ho, esta película es una comedia sin payasos, una tragedia sin villanos. En su línea, transgrede las delimitaciones genéricas convencionales con su fusión de humor, suspense y tragedia para elevarse sobre el conjunto de su carrera. Parasite es una película de actores, de diálogos, de primeros planos, con protagonismo coral de un reparto prodigioso. Los personajes no son arquetipos, trascienden el cliché con su encanto, los ricos; y con sus capacidades intelectuales y emocionales, los pobres. Dejar claro este aspecto era fundamental para dar verosimilitud a las aproximaciones entre los dos grupos, los intentos conscientes e inconscientes, ya se trate de unos u otros, imposibles al final porque el disfraz con que el capitalismo contemporáneo reviste el sistema de castas no puede ocultar del todo a quien lo lleva.

Parasite (Bong Joon-Ho, 2019)

El cine de Bong Joon Ho recurre al despliegue visual y a la creación de espacios como herramienta narrativa, ya sea en un tren, a cielo abierto o en una casa como en Parasite, donde la arquitectura y el movimiento entre las diferentes estancias crea dinámicas y significados. Y no solo eso, sino que además se sirve de la distancia figurada entre las casas situadas en diferentes barrios para plasmarla a través de escaleras y pendientes que van deteriorándose en sus tramos inferiores, en un Arriba y abajo que se extiende a la propia ciudad, marcando la distancia entre los dos mundos. El deslumbrante diseño de producción de Lee Ha Jun (el 60% en la casa de los Park) convierte a los lugares, e incluso a los fenómenos atmosféricos, en portadores de contenido, personificándolos, así las calles anegadas por la lluvia torrencial, la inundación del semisótano o el refugio para los damnificados, la casa ofrece ángulos, rincones para esconderse para crear un suspense, acoger o exponer a sus moradores. Señores y criados coexisten e interactuan, pero solo los segundos se asimilan a insectos, reptantes, bestezuelas, con olor a pobre…

Parasite es una película de diálogos, de rostros fotografiados obsesivamente por la lente de Hong Kyung Pyo (Snowpiercer, Burning), una montaña rusa entre dos mundos separados por un cristal de engañosa transparencia, que debería llevarse una merecida Palma de oro.

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