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Abandonen el edificio

Hoteles de cine #2 La exquisitez de la osadía

En Lifestyle, Abandonen el edificio 7 agosto, 2017

Sandra Jiménez

Sandra Jiménez

PERFIL

El mes pasado hablábamos de hoteles señoriales, de aspecto exterior solemne e interiores lujosos, revestidos de colores vibrantes, que invitaban a celebrar grandes eventos, fiestas efervescentes, bulliciosas, en las que la diversión estaba garantizada, donde había que hacerse de notar. Por contra, este mes abordaremos la construcción de nuevos hoteles cuya imagen desafía al entorno con propuestas arriesgadas, simples en forma y concepto, alejados de tradicionalismos, cuyos interiores invitan al silencio, al recogimiento, a la discreción, a pasar desapercibido.

Lost in Translation (Sofia Coppola, 2003).

Lost in Translation (Sofia Coppola, 2003).

El mejor ejemplo lo encontramos en el continente asiático, cuya cultura basada en valores como la austeridad, el escaso contacto físico, un alto sentido de la responsabilidad en el trabajo y poco tiempo para el ocio, se ve reflejada en su arquitectura.

Comentaré dos edificios que son la antítesis de los anteriores, representantes de dos culturas no muy lejanas entre ellas (china y japonesa) que tienen rasgos comunes como el respeto por la familia, el honor, la tradición, la belleza y la naturaleza. En su arquitectura tradicional encontramos grandes diferencias que se aprecian, sobretodo, en el diseño y la forma de la casa familiar.

Mientras que en las distribuciones chinas impera una estructura jerárquica, consecuencia de una extensa familia y un arraigado espíritu de veneración hacia los antepasados, la japonesa deja un poco de lado a la familia para interactuar con la naturaleza, estableciendo diferentes relaciones con la tierra, el agua, las piedras o los árboles.

Ambas culturas utilizan los mismos materiales constructivos (piedra, ladrillo y elementos cerámicos), con pequeñas diferencias en el uso de la madera: en China se suele pintar de color (rojo, amarillo, etc.), mientras en Japón se deja en color natural.

En la actualidad, hay que destacar la notable transformación que han sufrido las arquitecturas china y japonesa, retomando la obra de grandes maestros, como el chino Ieoh Ming Pei o el japonés Kenzo Tange, quienes fueron pioneros en adaptar, reconvertir e integrar los elementos tradicionales de su cultura en las nuevas construcciones, haciendo que sus actuales proyectos de arquitectura ocupen los primeros puestos a nivel mundial.

The Peak Lounge (Hotel Park Hyatt en Tokyo), arquitecto Kenzo Tange.

The Peak Lounge (Hotel Park Hyatt en Tokyo), arquitecto Kenzo Tange.

Uno de las obras más conocidas del arquitecto japonés Kenzo Tange es la Torre Shinjuku Park. Ubicada en el distrito financiero y de entretenimiento de Shinjuku, es el segundo rascacielos más alto de Tokio. La torre está compuesta, a su vez, por tres bloques rematados superiormente por unas estructuras piramidales acristaladas.

Hotel Park Hyatt en Tokyo, arquitecto Kenzo Tange.

Hotel Park Hyatt en Tokyo, arquitecto Kenzo Tange.

El primero de estos bloques es la torre N de 41 pisos, en la que se encuentra The Peak Lounge, un pequeño jardín de bambú con mesas y sillas. El segundo es la torre C, con 47 pisos y una piscina cubierta. Por último, la torre S es la más alta, con 52 pisos, de los cuales del 39 al 52 están ocupados por el hotel de lujo Park Hyatt Tokyo.

Hotel Park Hyatt en Tokyo, arquitecto Kenzo Tange. © Fotografía Luis Rodríguez.

Hotel Park Hyatt en Tokyo, arquitecto Kenzo Tange. © Fotografía Luis Rodríguez.

En ellas, la forma, la distribución interior, su situación en el conjunto, así como la disposición de materiales generan una cuadrícula, en la que cada uno de los espacios está perfectamente encajado en un cuerpo principal regido por un código interno, en el que el orden, el silencio, la pureza y la sencillez son herramientas más que suficientes para mostrarnos un micro universo perfecto de gran riqueza formal y visual con escasa ornamentación.

Hotel Park Hyatt en Tokyo, arquitecto Kenzo Tange.

Hotel Park Hyatt en Tokyo, arquitecto Kenzo Tange.

Esto es lo que ocurre en la película Lost in Translation, dirigida por Sofia Coppola en 2003, rodada en el hotel Park Hyatt Tokyo. En ella, Bob (Bill Murray) y Charlotte (Scarlett Johansson) utilizando como materiales de construcción el silencio, las miradas, una fuerte soledad, unida a la incomunicación con el exterior, construirán su pequeño universo. Será un espacio a salvo de esa gran ciudad que es Tokio, llena de contrastes, donde las luces de neón contrastan con la luz tenue y las sombras del hotel en el que se hospedan.

Hotel Park Hyatt en Tokyo, arquitecto Kenzo Tange.

Hotel Park Hyatt en Tokyo, arquitecto Kenzo Tange.

Lost in Translation (Sofia Coppola, 2003).

Lost in Translation (Sofia Coppola, 2003).

El bar y los espacios comunes –ascensores, pasillos y restaurante-, donde se reúnen los protagonistas, se convierten en una especie urna de acero, cristal y hormigón en la que sentirse seguro, cuyos interiores decorados con madera, textiles de colores cálidos y plantas autóctonas (jardín de bambú) son capaces de ofrecer la seguridad y el abrigo necesario frente al bullicio exterior que permitirán conectar e intimar.

Lost in Translation (Sofia Coppola, 2003).

Lost in Translation (Sofia Coppola, 2003).

Esa falta de empatía con el mundo exterior y ese aislamiento con respecto al entorno (el hotel podría estar en cualquier parte, o en ninguna) podría compararse a lo que transmite el hotel The Waterhouse at South Bund de Shanghái: un moderno edificio escondido tras la vieja fachada de un antiguo cuartel de los años 30 perteneciente al ejército japonés.

Pero aquí ya no hay protagonistas: la propuesta de rehabilitación del edificio público de los arquitectos chinos Neri & Hu (NHDRO) es tan radical que desafía a las leyes de la arquitectura mostrando un espacio crudo, a la vez que emocionante.

Localizado en el histórico astillero de Shiliupu frente al río Huanpu, destaca por su desconcertante sencillez: todo el edificio es de hormigón a excepción de la planta adicional realizada en acero corten, que emerge sobre el cuerpo principal y permite que la combinación entre lo nuevo y lo antiguo resulte espectacular.

The Waterhouse at South Bound, arquitectos Neri & Hu (NHDRO). © Fotografía Derryck Menere.

The Waterhouse at South Bound, arquitectos Neri & Hu (NHDRO). © Fotografía Derryck Menere.

Un gigantesco hall de acceso (a doble altura) situado en planta baja hace de recepción. Se trata de un contenedor de hormigón, al que han desnudado arrancando la piel que vestía sus muros, suelos y techos mostrándonos las cicatrices de un pasado y una historia oculta tras él. Esa apariencia fabril y dura contrasta con la delicadeza luminosa de sus habitaciones, cuyo interior desenfoca los límites habituales entre interior y exterior, entre lo público y privado, creando una sorprendente experiencia espacial para el visitante.

The Waterhouse at South Bound, arquitectos Neri & Hu (NHDRO). © Fotografía Derryck Menere.

The Waterhouse at South Bound, arquitectos Neri & Hu (NHDRO). © Fotografía Derryck Menere.

No hay refugio, no hay posibilidad de construcción de un micro universo. La única salida posible son las diecinueve habitaciones ubicadas en la planta adicional cuya parte superior nos recuerda a la forma de un barco. La oxidación del acero, propia del paso del tiempo, dota al edificio de un carácter industrial que recuerda a los barcos que circulan por el río, y proporciona un vínculo contextual entre el entorno y la historia.

The Waterhouse at South Bound, arquitectos Neri & Hu (NHDRO). © Fotografía Pedro Pegenaute y Tuomas Uusheimo.

The Waterhouse at South Bound, arquitectos Neri & Hu (NHDRO). © Fotografía Pedro Pegenaute y Tuomas Uusheimo.

The Waterhouse at South Bound, arquitectos Neri & Hu (NHDRO). © Fotografía Derryck Menere.

The Waterhouse at South Bound, arquitectos Neri & Hu (NHDRO). © Fotografía Derryck Menere.

Este es el único espacio de recogimiento donde aislarse y sentirse a salvo contemplando una de las vistas más maravillosas de Shanghái: la del skyline del distrito financiero y comercial de Pudong. Esas diecinueve habitaciones se articulan alrededor de un callejón interior y se conectan entre sí por pasillos que buscan siempre el exterior, con el fin de fundir el espacio público y el privado, algo característico de las viviendas tradicionales de las ciudades chinas del siglo XIX.

The Waterhouse at South Bound, arquitectos Neri & Hu (NHDRO). © Fotografía Derryck Menere.

The Waterhouse at South Bound, arquitectos Neri & Hu (NHDRO). © Fotografía Derryck Menere.

Hoteles

The Waterhouse at South Bound, arquitectos Neri & Hu (NHDRO). © Fotografía Derryck Menere.

Una exquisita y cuidada selección de materiales nobles para su interior, además de una importante colección de arte y mobiliario, hacen que esa planta se convierta en un micro universo transportable a cualquier parte del mundo, del mismo modo que sucede en la película.

En veinte años, Shanghái, la ciudad más poblada de China, ha sufrido una importante transformación, pasando a ser uno de los centros financieros más importantes a nivel mundial gracias a su importancia portuaria y su situación estratégica.

The Waterhouse at South Bound, arquitectos Neri & Hu (NHDRO). © Fotografía Derryck Menere.

The Waterhouse at South Bound, arquitectos Neri & Hu (NHDRO). © Fotografía Derryck Menere.

Podríamos establecer un cierto paralelismo entre su evolución y la tensión entre pasado, presente y futuro que aparece en la película Blade Runner, dirigida por Ridley Scott en 1982. Aunque está ambientada en la ciudad de Los Ángeles, donde la alta tecnología resplandece en determinados lugares, muy concretos, mientras que el resto es decadente y viejo. Nos sirve de ejemplo para explicar el proceso de reconversión de Shanghái.

Propuestas como el hotel The Waterhouse at South Bund muestran diferentes alternativas para revalorizar y reconvertir zonas urbanas decadentes propias de los márgenes de ríos, de zonas industriales abandonadas, con edificios abandonados o en desuso, próximos a calles abarrotadas con interminables mercados callejeros, rodeadas de una especie de halo gris de contaminación, en atractivas zonas de servicio.

Blade Runner (Ridley Scott, 1982).

Blade Runner (Ridley Scott, 1982).

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