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Lucy & Lucy

En Cine y Series domingo, 24 de agosto de 2014

Eva Peydró

Eva Peydró

PERFIL

Johansson seduce en una película delirante y entretenida, flirteando con superhéroes, drogas y ciencia-ficción.

Lo que Lars von Trier o Terrence Malick urden con filosofía, esteticismo, mística profundidad o genuina preocupación es para Luc Besson un juego más veloz que la luz, que sin ahorrar en espectacularidad convierte el macguffin existencial en alfa y omega de una película que dura lo que un suspiro profundo y liberador.

Lucy es una de esas películas donde la protagonista no podría haber sido ninguna otra actriz y cuyo papel parece cortado a la medida (con láser, claro) sin deshilacharse ni arrugarse. Pocas veces he admirado a Scarlett Johanson (quizá en Lost in Translation), como en Lucy, ni siquiera dirigida por Woody Allen, el Cukor de nuestra época. Estrella absoluta, la Lucy del s. XXI, emparentada con la más antigua que se haya datado y con la que paseaba por el cielo entre diamantes (aquí, polvo azul), le pilla el gusto a su desgracia, al entrar en contacto con una extraña droga. La “mula” a la fuerza aprovecha la capacidad de mejorar el uso del cerebro que se le brinda y acepta heroicamente el reto hasta el final, esa gran responsabilidad de un poder infinito, eso sí, con la colaboración del científico visionario, que le explica las condiciones de la evolución, la herencia y el legado, así como el precio que implica.

La trama del film de Besson fluye y se desliza como en una montaña rusa, repleta de sorprendentes recursos argumentales, todo esto sin ofrecer nada que en lo esencial no hayamos visto antes, el interés del espectador se capta innegablemente gracias al magnetismo de la protagonista y en el cómo de la próxima situación.

Lucy entre narcotraficantes

Lucy entre narcotraficantes

Ni siquiera Morgan Freeman abandona su eterna personificación del hombre de bien, fiable y comprensivo, cuya cima fue interpretar al mismo Dios. Y así y todo, nos lo creemos sin dudar. Los gánsteres son de una pieza; los policías, en un surtido de nacionalidades, son de guardarropía y los científicos se limitan a lucir bata; la persecución en coche es sencilla, efectiva  y emocionante, sin necesidad de alardes técnicos ni originalidad; extraordinaria, la expeditiva secuencia del quirófano y un bravo por el cirujano. Lucy no renuncia al sentido del humor dentro del thriller y de su propia acepción de ciencia-ficción. Nunca se tiene la sensación de ver una peli de superhéroes sino una gamberrada sin coartadas y sin excusas.

Los particulares diamantes celestiales de la Lucy de Besson

Los particulares diamantes celestiales de la Lucy de Besson

El manejo del tiempo y el ritmo del relato están intrínsecamente ligados al gran secreto revelado, gracias al poder de la droga en nuestro cerebro, al punto de vista desde el que interpretamos ese fenómeno que es la vida dentro del cosmos, cuando usamos el 10% del cerebro (un mito y una de las licencias que confesó haberse tomado Besson), tratándose de una perspectiva parcial, basada en creencias caducas, ya que solo disponems de un pequeño agujero desde donde atisbar. Con la maravillosa droga azul, la antigua percepción y explicación del mundo quedan arrinconadas, apolilladas, ante la fuerza del Tiempo con mayúsculas, máximo organizador del caos. Ni más ni menos contaron von Trier o Malick, pero con más transcendencia y sin diversión.

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