La cuarentena va a alargarse y tal vez haya llegado el momento de ser responsable con esa estantería repleta de libros aún por leer que tienes abandonada desde hace tiempo. ¿Ya te has cansado de ver películas, hacer yoga o comer hasta hartarte? Todo es complementario por supuesto, pero nosotras te proponemos lo siguiente:
En vista de la iniciativa #yomequedoencasaleyendo viralizada en redes sociales, te animamos a que por fin encuentres el momento y le des rienda suelta a esa afición que tuviste un día, pero para la que nunca sacaste tiempo suficiente. Esta lista está formada por libros de autores clásicos que debes leer antes de morir, y escritoras contemporáneas a las que no puedes ignorar mientras sigas con vida.
Igualmente, debemos avisaros de que la mayoría de estos libros tienen un pequeño deje de libertad (en sus muy distintas interpretaciones posibles) que te harán salir, al menos unos instantes, de las cuatro paredes de tu casa, esas que día tras día parecen estrecharse cada vez más. Esperamos que disfrutéis de vuestras lecturas con la siguiente propuesta que hemos preparado para vosotros.
Cumbres borrascosas, de Emily Brontë (1847).
Si alguna vez creíste que este clásico de la literatura escrito por Emily Brontë, es una novela victoriana romántica, ya puedes olvidarte de ello. De hecho, es completamente lo opuesto. Y si en algún momento se ha enlazado el sufrimiento, el cautiverio, la mezquindad y la tiranía con el amor, aquel que así lo instauró estaba más que equivocado. Cumbres Borrascosas está en esta lista por dos razones: la primera es que es un clásico de la literatura escrito por una de las hermanas Brontë, que no tuvo una vida sencilla ni feliz y que a fin de cuentas reflejó a la perfección en esta obra. Por otro lado, esta novela suscita por encima de todas las cosas un sentimiento en la persona que la toma entre sus manos: el deseo de que sus protagonistas alcancen la felicidad por medio de la libertad. Una felicidad que después de tanto sufrimiento, tienen bien merecida.
¿Cuánta tierra necesita un hombre?, de Lev Tolstói (1886).
Este relato breve, pero brillante, escrito en 1886, es más que perfecto para estos días, ya que será una lectura ligera en tu lista de libros creada por uno de los más grandes escritores. La pregunta es sencilla, ¿cuánto necesitamos los humanos para vivir? Y en contraposición a ello, ¿cuánto acabamos adquiriendo? Un cuento para reflexionar sobre la codicia y la ambición o las necesidades vitales que tenemos los humanos. Perfecto para esta época del año, ¿no creéis?
La muerte en Venecia, de Thomas Mann (1912).
En estos días, leer La muerte en Venecia, del autor alemán Thomas Mann, es como meterse en la boca del lobo, ya que la obra cuenta con dos antagonistas clásicos que impregnan la historia de miseria y decadencia: la enfermedad y la muerte. Pero si está en esta lista es porque la belleza de casi la gran mayoría de sus escenas invade estos dos grandes enemigos del ser humano. Lo bello y lo artístico sobrepasan cualquier resquicio de oscuridad que pueda proponerse en las páginas de esta novela y, casi sin percatarnos, a partir de una situación de alarma social y sanitaria, Thomas Mann consigue tejer una pieza literaria y estética única en la historia de las letras.
El gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald (1925).
Mucho se hablaba en las redes de organizar fiestas individuales por skype o video llamada, es una manera de socializar muy ajustada a esta nueva década, y a la cual debemos resignarnos si no queremos acabar bebiendo en soledad y confinamiento. Pero nosotras proponemos una idea alternativa. ¿Qué me diríais si os invitara a todos a las suculentas y ostentosas fiestas que organiza el millonario Jay Gatsby? Celebraciones donde el champagne y el ponche animan los encuentros, la música se escucha desde varias manzanas de distancia y todo el mundo quiere un pedacito de su anfitrión. El Gran Gatsby es un clásico de principios del siglo XX que, en estos tiempos, puede calmar momentáneamente nuestras ganas de festejar y socializar, aun sabiendo que no podemos sobrepasarnos tanto como Gatsby.
El rumor del oleaje, de Yukio Mishima (1954).
Esta novela corta japonesa nos traslada a las costas del país nipón donde sus dos protagonistas tendrán que luchar contra viento y marea para poder amarse con libertad. Esta propuesta parte de dos vertientes. La primera de ellas es que en este libro encontraréis una paz y sencillez características de la cultura, la sociedad y la literatura japonesa. Una oda a la inmensidad y la determinación de la naturaleza, aunque también a la calma y la tempestad que esta ofrece al ser humano y que se interpondrá, o ayudará, a nuestros protagonistas. Por otro lado, la libertad de ser y de amar será lo que envuelva los deseos de los amantes, quienes lucharán por ella hasta su último aliento.
Desayuno en Tiffany’s, de Truman Capote (1958).
Depende de para quién, esta historia resulta más fascinante en el cine. Personalmente, escojo la literatura, ya que Desayuno en Tiffany’s no tiene nada que ver con la película que se rodó años más tarde (en 1961). La novela es una oda temprana a la libertad de la mujer para escoger su porvenir, dejando atrás la presión social, los valores tradicionales y lo que es correcto para una mujer o no en la sociedad americana de los años 50. Holly Golightly no solo es una soñadora, es también una valiente luchadora que demostrará que nada, absolutamente nada, le arrebatará su libertad individual. Mi consejo es que leáis la novela y aprovechéis estos días para ver también la película. Comparadlas y veréis el esfuerzo de Truman Capote por dar visibilidad al feminismo y la homosexualidad en la literatura, así como los empeños de Hollywood de pisotear ambos y encasillar la obra en otra comedia romántica más, adaptándola a los valores tradicionales que trataban de imponerse entonces.
Alguien voló sobre el nido del cuco, Ken Kesey (1962).
Nos quejamos de estar encerrados en casa con nuestros familiares o en perfecta soledad. Pero, ¿alguna vez habéis pensado cómo tiene que ser estar encerrado en una institución o sanatorio mental? Esta magnífica novela de mitad del siglo XX. nos traslada a un hospital mental donde Kesey relatará a la perfección el sentimiento de estar atrapado, no solo entre cuatro paredes, sino confinado en un viaje de sustancias narcóticas que nublan la mente y declinan la voluntad mental, física y humana. Tal vez lo más interesante de todo es que fue una novela escrita por su autor, tras haber trabajado como guardia de seguridad en una de estas instituciones y también habiendo accedido a ser voluntario en programas de experimentación con narcóticos y terapias de electroshock.
84, Charing Cross Road, Helene Hanff (1970).
Imagina que nos hubiera tocado vivir esta cuarentena sin móviles ni conexión a internet, ¡cuán distinto hubiera sido todo! 84, Charing Cross Road es lo más parecido a una conversación de WhatsApp, aunque en pleno siglo XX. La novela, de carácter epistolar, nos introduce en la relación entre un librero londinense y una escritora americana, que por medio de cartas intercambian algo más que títulos y autores. Así, surge una bonita relación de esta correspondencia, que mantiene en vilo al lector en todo momento y acaba más rápido de lo que uno imagina.
La guerra no tiene rostro de mujer, de Svetlana Alexiévich (1985).
La autora, Premio Nobel de literatura en 2015, nos muestra otra cara de la guerra que no suele ser tan aclamada por los medios, las películas o la sociedad: el relato de la mujer en la guerra. Mujeres de diferentes nacionalidades europeas, la mayoría rusas, que 30 años después relatan —algunas por primera vez— los horrores que tuvieron que sufrir a lo largo de la Segunda Guerra Mundial. Si bien no es un libro sobre libertad, creo que es un buen ejemplo de lo que una catástrofe mundial puede generar en las sociedades, en las personas y en sus vidas. Un descuadre total de lo que era una vida para transformarse súbitamente en una realidad a la que hay que enfrentarse, participe una o no en la lucha armada. Voces olvidadas o en muchas ocasiones silenciadas a las que esta autora les dedica toda su atención.
Persépolis, de Marjane Satrapi (2000).
Si nunca has leído una novela gráfica, o has leído muchas aunque no esta, este es un buen momento para sumergirte en ella. Persépolis es una historia autobiográfica en la que la protagonista relatará los esfuerzos de su familia y los suyos propios por alejarse de la revolución islámica que comenzó en Irán a lo largo de la década de los 80. Una historia de libertad individual, política y de género, donde se explica de manera sencilla y amena la crisis que sufrió el país y las consecuencias de esta en la sociedad, la educación, la política y la cultura.
Éramos unos niños, de Patti Smith (2010).
Patti Smith continua su legado en la música y en la poesía con esta obra literaria de no ficción en honor a un compañero de vida que dejó este mundo hace ya unos años, Robert Mapplethorpe (1946-1989). A parte del cariño que le profesa en cada uno de los capítulos, este libro habla sobre la libertad que encuentra en la ciudad de Nueva York de los años 70, donde las diferentes corrientes artísticas están en pleno auge y las grandes oportunidades a la vuelta de la esquina. Un pedacito de vida de una autora que merece la pena conocer, ya que sepáis de ella o no, os colmará de sensaciones y recuerdos ajenos dignos de experimentar. Pero, sobre todo es una novela dedicada a la amistad más pura y real de todas, aquella que se basa en el amor, el respeto y la dedicación. Si encerrados ya extrañamos a aquellos que hemos elegido como familia, esta obra os hará echarlos aún más de menos, si cabe.
Nadie ha publicado ningún comentario aún. ¡Se tú la primera persona!