La duración del plano

Del plano secuencia que abre 10.000 km al plano de larga duración que cierra Stray Dogs: he aquí un apunte sobre el Festival de Cine de Autor de Barcelona, el D’A, a partir de estas dos imágenes.

El plano secuencia con el que se abre 10.000 km es único en una película que, después de esta primera escena, será mucho más fragmentada. Entre otras cosas, porque la relación de los dos protagonistas ya no volverá a ser la que era. El debut en el largo de ficción de Carlos Marqués-Marcet comienza en el apartamento barcelonés de Alex y Sergi. La secuencia los presenta en su cotidianidad y convivencia: haciendo el amor, lavándose los dientes, preparando el desayuno, bromeando cariñosamente; hasta que ella recibe un e-mail y comenta que le han ofrecido una beca en Los Angeles. A partir de este punto, las imágenes ya no fluyen como en la primera escena, se ven truncadas, corresponden a Google Maps, a las fotografías que hace Alex en Estados Unidos, al vídeo chat que mantienen ambos, a la pantalla del ordenador en el que Sergi intenta escribir un e-mail. La larga duración de los planos ya no es posible, pues la fluidez termina en el momento en que irrumpe la distancia y la relación se va resquebrajando.

El arranque de 10.000 km pone el acento en algo que ha ido sobrevolando el Festival de Cine de Autor de Barcelona: la reflexión de algunos cineastas sobre la duración del plano. De hecho, el punto álgido del D’A fue el plano de 15 minutos de Stray Dogs, de Tsai Ming-liang. Con apenas diálogos, con encuadres que se extienden en el tiempo, la película de Tsai supone un regreso a los orígenes del director, capaz de conjugar la emoción con una propuesta extrema. Tsai aborda cuestiones como la soledad, retrata con extrañeza el paisaje urbano y filma el rostro en el momento del llanto como nadie. Stray Dogs es una película líquida, en la que las lágrimas ocupan un primer plano y se equiparan con las manchas de una pared y en la que la lluvia cae sobre los personajes, ataviados con chubasqueros que parecen bolsas de plástico.

El debate sobre la exhibición se podría plantear en el D’A a raíz de la retrospectiva «Un impulso colectivo», sobre cine español contemporáneo. El por qué están quedando toda una serie de películas locales fuera del circuito tradicional de proyección no sé si resulta un misterio o simplemente un error de bulto. Lo que queda claro con proyecciones como la de Stray Dogs en el D’A es que no tiene sentido afirmar que no hay público para las propuestas más arriesgadas.

En When Evening Falls in Bucharest, el protagonista, un director de cine, se plantea las posibilidades que el digital brinda a la hora de plantear planos largos y, por tanto, más realistas. La película de Corneliu Porumboiu explicita y verbaliza algo que ha estado en el corazón del cine rumano contemporáneo, tan de moda en estos últimos años: el uso indiscriminado, casi dogmático, del plano secuencia. Stray Dogs se sitúa en las antípodas de esta idea. Tiene la capacidad de generar emoción desde lo plástico y renunciando precisamente al dogma.