Jia Zhang-Ke , el director de Más allá de las montañas, estrenó el pasado año en el Festival de Cannes La ceniza es el blanco más puro, un regreso al género noir acompañado por su esposa, la actriz china Zhao Tao. La película transcurre de nuevo en la región de las Tres gargantas, provincia de Shanxi y es una historia de amor y gánsteres que queda muy debajo de sus obras anteriores. La historia de Quiao, quien, tras ser excarcelada, es rechazada por Bin, el jefe mafioso local, que causó su condena al salvarle ella la vida en Datong, muestra su endeblez a lo largo de dos horas de metraje, en las que, una vez más, el director expone la crisis de valores y la corrupción que revela/causa la modernización de su país, simbolizada en las grandes obras públicas, el desplazamiento de millones de chinos, la música occidental (los grupos que se reúnen en lugares públicos no hacen taichi, sino que bailan en formación al ritmo de Village People).
Como en otras ocasiones, Zhang-Ke divide su film en tres períodos temporales para incidir en las consecuencias que las costumbres y la política han tenido en la evolución de las personas. En este caso, además, Zhang-Ke –quien, por otra parte, ha sido elegido miembro de la Asamblea nacional, tras su historial de represión y censura– toma como símbolo el abandono de las leyes del hampa, el código de lealtad y «buenas maneras» que, incluso entre delincuentes, asegura el cumplimiento de ciertas normas de convivencia dentro de la hermandad.
El empaque melodramático de La ceniza es el blanco más puro es un interesante vehículo, pero su recorrido no llega al buen puerto que convertiría esta tercera parte del tríptico (junto a Unknown Pleasures y Naturaleza muerta) en un equilibrado y profundo ejercicio.
Nadie ha publicado ningún comentario aún. ¡Se tú la primera persona!