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«Crossing», un viaje de aceptación

En Cine y Series 18 febrero, 2024

Eva Peydró

Eva Peydró

PERFIL

Levan Akin, director de la nominada al Oscar Solo nos queda bailar (2019), ganadora de la Queer Palm en el Festival de Cannes, ha presentado Crossing en la sección Panorama de la 74ª Berlinale. El director de ascendencia georgiana, nacido en Suecia, cuya anterior película levantó protestas callejeras en Tbilisi y la condena de la iglesia ortodoxa, ha contado con la veterana actriz Mzia Arabuli, de cuyo magisterio han hecho honor jóvenes intérpretes como Taki Mumladze (A Room of My Own, 2022). En esta particular road movie, que protagonizan Lia, una profesora jubilada, y Achi, un adolescente de limitado horizonte, desesperado por escapar de su entorno, que se ofrece como intérprete, encontramos una pareja de extraños compañeros de viaje. Ambos se aventurarán en una travesía desde Bitumi (Georgia) hasta Estambul, en busca de Tekla, sobrina de Lia, quien había huido a Turquía, tras sufrir el rechazo de su familia.

Akin nos lleva a recorrer un Estambul, fotografiado con pudorosa elegancia por la berlinesa Lisabi Fridell, donde los desclasados tejen redes de apoyo para defenderse de la intolerancia y la falta de solidaridad. En la ciudad invadida por los gatos, los personajes se cruzan, se esconden y sobreviven, como  un niño de unos ocho años que se hace cargo de una pequeña, abandonada por la madre. Evrim (Deniz Dumanli), abogada transexual, que rompe el estigma de la identificación con la prostitución, es la defensora oficial de los perseguidos que la sociedad relega a los márgenes, abandonados en el arcén hipócrita, reservado a quienes deseamos no ver —o con quienes no deseamos que nos vean.

Un hotel modesto y el barrio de los marginales se convierten en el nuevo mundo de Lia, que está cumpliendo la promesa que le hizo a su hermana en el lecho de muerte. Allí será donde junto a Achi, gradualmente, abandonarán cada uno sus prejuicios y adquirirán nuevas creencias. Por ejemplo, en una de las escenas más reveladoras y emotivas de la película, la necesidad de conseguir su objetivo provocará que la profesora ponga en práctica sus (torpes) dotes de seducción, que son en definitiva un mecanismo de supervivencia en la jungla de los faltos de otros recursos, acercándose más de lo que nunca ha estado a su propia sobrina.

Al igual que en tantos relatos de búsqueda, son los hallazgos casuales lo más valioso, sobre todo cuando se trata de un viaje interior no provocado. La pétrea determinación de Lia en su misión no decae, a la vez que una desconocida calidez la va transfigurando con una expresividad que llena la pantalla. La intolerancia a la libertad sexual en países como Georgia o Turquía es un crimen que se vive también entre los muros de la familia, como reducto de la tradición, y es ahí donde Levan Akin, también autor del guion, prende la chispa de la duda, poniendo en cuestión el valor del honor y el del amor. Al mismo tiempo, mostrando esa desigual pareja de compañeros de viaje, nos sitúa frente a dos generaciones, el pasado y el presente, con diferentes respuestas y capacidad de adaptación.

Crossing, en parte inspirada en hechos reales, es un relato esperanzador en su amargura, con un final agridulce e inesperado, que es definitiva una historia de amor y aceptación, no solo de la diferencia sino también del remordimiento.

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