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Sí, soy friki y a mucha honra

En Lifestyle jueves, 21 de mayo de 2020

Aníbal Moltó Barranco

Aníbal Moltó Barranco

PERFIL

Se les conoce como nerds, geeks, gilís… pero el apelativo más usual para referirse a este extravagante colectivo, es el de friki, un grupo social que ha alcanzado el estatus de movimiento de masas. El concepto friki surgió peyorativamente por parte de sus detractores, para tacharlos de raros, inusuales y extraños, es decir, elementos en absoluto convencionales. Se creó así una imagen estereotipada del friki, asociada a individuos poco comprendidos, en ocasiones feos, obesos o cubiertos de acné y condenados, consecuentemente, a la virginidad perpetua. Eran además, adictos a los cómics, videojuegos, películas de fantasía y ciencia ficción y, como no podía ser de otra manera, a la masturbación.

No obstante, se frustró su intención de desprestigiarles, porque, la condición de friki es sinónimo de capacidad de divertirse y exprimir hasta la última gota un simple pasatiempo. El frikismo le hace a uno atractivo e interesante, pues proporciona una fuente inagotable de temas de conversación. Tal ha sido la impronta cultural de este movimiento, que la RAE incluyó la palabra friki en el diccionario, junto a otros simpáticos términos como tetamen, culamen, pepero o sociata.

Ser friki no es motivo de vergüenza, sino de orgullo. En realidad, de alguna manera, todos somos un poco frikis, aunque nos neguemos a admitirlo. Esta victoria socio-cultural fue posible, entre otras cosas, gracias al surgimiento, hace más de diez años, del Día del Orgullo Friki, festividad celebrada el 25 de mayo, coincidiendo con el estreno de la primera entrega de la saga  Star Wars, un acontencimiento de enorme relevancia en la historia del cine, que daría origen a este movimiento. En EL HYPE reivindicamos nuestra condición de frikis y nos unimos a la celebración de este día, señalando y describiendo los principales movimientos dentro de este pintoresco colectivo.

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Warsies (Fans de Star Wars)

¿Qué les une? Son muchísimas cosas las que unen a los fans de la legendaria saga de George Lucas. Estos frikis se desean mutuamente que les acompañe la Fuerza, agitan con destreza sus espadas láser de juguete y se emocionan al oír el tema principal compuesto por John Williams.

Por otro lado, acuden con mucho hype a los estrenos de las nuevas entregas desde que Disney comprara Lucasfilm, con un dress code de disfraces o camisetas temáticas, vestimentas que, para ellos, son sinónimo de ir vestido para matar. Todas estas actividades pueden apreciarse en el evento más esperado por ellos: la Star Wars Celebration, convención anual warsie donde los fans son informados sobre las novedades de esta popular saga.

¿Qué les divide? Existen dos elementos que generan facciones de lo más sectarias dentro del mundo warsie. Por un lado, su apoyo a según qué bando. Existen fans más próximos a la luz, la orden de los jedi, la Alianza Rebelde y la Resistencia. Son incondicionales de la paz y la justicia, del equilibrio y de los héroes de la historia.

Por otro lado, simpatizan más con el lado oscuro, el Imperio, la Primera Orden y los sith. Siendo más apasionados, apoyan la tiranía y la tétrica estética de los villanos de la saga. Su vil carácter puede apreciarse, por ejemplo, en su empeño en intentar estrangular a sus enemigos mediante la Fuerza.

No obstante, recientemente se ha producido otra escisión dentro de esta comunidad galáctica. El responsable fue Rian Johnson y la causa, su film Star Wars: los últimos jedi. Tal vez sea esta la película más divisoria de toda la franquicia iniciada por George Lucas. Unos la consideraron un insulto a la saga, mientras que para otros fue una gran película, transgresora y alternativa. Si es que la nostalgia hace mucho daño…

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Trekkies (Fans de Star Trek)

¿Qué les une? Al igual que los warsies, los fans de Star Trek cuentan con su propio saludo, el vulcaniano que junto a una compleja combinación de dedos, contiene la expresión, larga vida y prosperidad. Por supuesto, no se puede  pronunciar semejante saludo sin llevar a cabo la icónica (y compleja) posición de dedos. Además, son políglotas, ya que dominan una lengua tan poco usual como inexistente, que es el klingon. Como Sheldon y Leonard, para tener algo de intimidad en sus conversaciones, apelan a este idioma pletórico de sonidos guturales.

Pero no todo son rituales superficiales en el mundo trekkie. Los fans de la franquicia sueñan despiertos con vivir aventuras y descubrir nuevos lugares, tienen hambre de conocimiento y de descubrimiento. Star Trek es, como bien dice su título, un paseo por las estrellas, a descubrir nuevos mundos, donde la curiosidad y la búsqueda de nuevos entendimientos son siempre protagonistas.

A los trekkies también les mueve la crítica social, ya que la Tierra en Star Trek es un mundo carente de fronteras, donde no existen el dinero, el desempleo ni la religión. Además, las distintas franquicias han tratado temas que van desde la xenofobia hasta la drogadicción o las agresiones sexuales.

¿Qué les divide? Si algo caracteriza a los trekkies es su extremado espíritu purista. Los frikis de esta saga se dividen entre aquellos partidarios de La Saga Original y La Nueva Generación. Los partidarios de la serie original claman por un canon más estricto y unas tramas más sólidas, no en vano había científicos respaldando casi todos los episodios y películas de la tripulación original. En cambio, la nueva generación empezó desmontando el canon, cambiando cosas como el aspecto físico de los klingon, polémica que no se resolvería hasta el estreno de Star Trek: Enterprise (serie sobre la primera nave Enterprise).

Otro objeto de polémica dentro del mundo trekkie es la nave Enterprise. Son muchos los seguidores que creen que no hay Star Trek sin una Enterprise, de ahí que una buena parte de este fandom rechace la serie Star Trek: Discovery. Para unos la Enterprise es intocable, para otros un símbolo accesorio. De hecho, los fans de Discovery no son seguidores de las sagas precedentes, ya que las consideran aburridas y complejas.

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Potterheads (fans de Harry Potter)

¿Qué les une? Desde que cumplieron los once años soñaron con recibir su carta de de aceptación en Hogwarts. Se negaban a ser simples muggles y tener que aguantar los tediosos días de escuela aprendiendo Matemáticas, Biología o Lengua. Preferían estudiar encantamientos, transformaciones e incluso pociones. Son grandes conocedores de una gran variedad de hechizos, criaturas mágicas y de historia de la magia.

En su equipamiento no faltarán varitas, escudos de Hogwarts, túnicas de mago y camisetas de equipos de quidditch. Además, sueñan visitar algún día el parque temático de Harry Potter, donde ver reproducciones exactas de los escenarios de los films, viviendo así una experiencia inolvidable. Su dieta no es muy equilibrada, pero aún así es deliciosa. Un buen potterhead tendrá su fiambrera llena de apetitosas ranas de chocolate, cerveza de mantequilla o grageas Bert y Bott.

No puede ser uno potterhead sin haberse leído los libros de J. K. Rowling. De hecho, fue esa colección de novela infantil la que a muchos de ellos les hizo aficionarse a la lectura, incluso hay círculos de lectura de Harry Potter. Por supuesto, un buen potterhead es capaz de hacerse un maratón de las ocho películas de un tirón.

¿Qué les divide? El fandom de Harry Potter está tan dividido como el mundo en el que se desenvuelve el joven mago. Cada fan de Potter se siente más vinculado a una de las cuatro casas del colegio Hogwarts. Pero aquí no se acaba el mundo de las facciones, pues cierto sector de estos frikis son partidarios del vil Voldemort llegando incluso a pintarse la marca oscura en el brazo…

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Tolkienianos (fans de las sagas de J. R. R. Tolkien)

¿Qué les une? Estos frikis albergan un bagaje de conocimientos de lo más amplio. Conocen hasta el último rincón de la geografía y hasta el último dato de la historia de la Tierra Media. Son, naturalmente, ávidos lectores de la obra de J. R. R. Tolkien. No obstante, no se conforman con la trilogía de El señor de los anillos y El hobbit, sino que bucean en toda la mitología tolkeniana, del denso Silmarilion hasta las obras inconclusas y trabajos completados por el sobrino de Tolkien. Este es el motivo por el que son conocedores de todos los orígenes de cada raza y personaje del legendarium. Además, muchos de ellos, los más incondicionales, dominan con fluidez el quenya y el sindarin, dos de las lenguas más populares de las creadas por Tolkien. Al igual que los trekkies, recurren a idiomas ficticios para poder hablar de asuntos privados y/o secretos.

¿Qué les divide? Puede que dentro del fandom tolkeniano el mayor objeto de debate sea el purismo en las adaptaciones cinematográficas. Con el estreno de la primera entrega, fue un duro golpe la ausencia del personaje de Tom Bombadil (icónico personaje de la saga). Muchos fans opinaron que la calidad de la película era los suficientemente importante como para permitir semejante licencia. No obstante, otros muchos consideraron que las películas tenían que ser canónicas y fieles a las obras originales. Algo parecido sucedería con Las dos torres, donde en la batalla del Abismo de Helm solo se pudo ver guerreros Uruk-Hai, mientras que en el libro aparecían, Uruks, orcos, lobos… ¿Canon o adaptación libre? Esa es la cuestión…

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Thronies (fans de Juego de tronos)

¿Qué les une? Al igual que los warsies y los trekkies, estos geeks también cuentan con su propio saludo. En este caso, es valar morghulis, cuyo significado es todos los hombres deben morir. Además, para completarlo debe contestarse valar dohaeris, que significa todos los hombres deben servir. Comparten con los tolkenianos el no conformarse con seguir la historia de los Siete Reinos a través de la serie. Por ello son  voraces lectores de las obras de George R. R. Martin, de ahí que sea posible que no conozcan la lista de los reyes godos ni la más elemental Historia de España, pero sí todas las gestas y conquistas de los monarcas de este mundo ficticio. Cuando no hay datos económicos y sí dragones, las lecciones parecen más fáciles de asimilar.

Si hay un elemento homogeneizador en el mundo thronie, es el último capítulo de la serie de HBO. Todos los fans coincidieron en la decepción, parcial o total, del desenlace de la historia, un final mediocre que no alcanzó el nivel de la serie y las espectativas de los fans.

¿Qué les divide? Hay tantas facciones dentro de este colectivo friki como casas nobiliarias en la historia. Lo mejor que tiene esta serie es que no hay buenos o villanos sino personajes que caen mejor o peor, según la personalidad de cada fan. Unos son más partidarios de los Stark, mientras que otros simpatizan más con los Lannister.

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Marvelitas (fans de Marvel)

¿Qué les une? Este colectivo friki es apasionado de los cómics de Marvel, una de las líneas editoriales más importantes de Estados Unidos. Su experiencia con las aventuras de los superhéroes de este mundo ficticio les ha hecho admirar a Stan Lee, figura esencial de la empresa Marvel y responsable del surgimiento de justicieros tan icónicos como Spider-Man, Doctor Strange, Los 4 fantásticos, los X-Men o Capitán América. Además, desde que Disney adquiriera los derechos, los estrenos del MCU han elevado el hype marvelita hasta niveles desbordantes. Teniendo en cuenta que al año se estrenan una media de tres películas, viven en un permanente estado de emoción.

¿Qué les divide? El debate interno actual dentro del mundo Marvel surgió a partir del estreno de Capitán América: Civil War. Los marvelitas tuvieron que hacer frente al difícil dilema de elegir entre Iron Man y el Capitán América. Civil War en el cine solo significa ser partidario de uno de ellos dos, pero el cómic resulta ser una de las respuestas progresistas de Marvel tras las medidas que adoptó el gobierno conservador de EEUU después de los atentados del 11- S.

En el cómic, tras la muerte accidental de un grupo de civiles por la acción de unos superhéroes, el gobierno y S. H. I. E. L. D. plantean a los Vengadores la firma de la Patriot Act por la cual los superhéroes consentían revelar su identidad, perdiendo su autodeterminación. Capitán América se niega en rotundo, puesto que la firma de ese tratado significa arrebatar su privacidad a los superhéroes, y, por ende, su identidad y su autonomía para tomar decisiones. Iron man, por otro lado, piensa que es una buena idea firmar el tratado y colaborar con el gobierno. Esto provocaría un foco de discrepancia dentro del mundo marvelita, entre los partidarios de uno u otro, según sus principios.

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Fans de DC

¿Qué les une? Más allá de la lectura de los cómics de Batman, Superman y Wonder Woman (entre otros), el elemento aglutinador dentro de este colectivo friki es la saga de El caballero oscuro. Para los fans del superhéroe creado por Bob Kane, no ha habido mejor interpretación de los cómics que la que ofreció Christopher Nolan entre 2005 y 2012. La admiración por esta obra se intensificaría, y cohesionaría a este colectivo, bajo la figura del Joker de Hedge Ledger, uno de los personajes más carismáticos de la historia del cine.

El amor de estos frikis por la franquicia cinematográfica les ha hecho coincidir también en el odio a otras cintas. Una de las películas que unió al fandom de DC en el rechazo fue Batman y Robin (Batman & Robin, Joel Schumacher, 1997), cuarta película de la saga iniciada por Tim Burton. Este filme de Schumacher supuso para los seguidores una gran falta de respeto, que pisoteaba las primeras entregas de Burton. La atmósfera estrafalaria, la ridiculez de los personajes y las pésimas interpretaciones del reparto convirtieron a esta película no solo una de las peores de DC, sino de la historia del cine.

Otra entrega que une a los fans en el rechazo es Superman IV: En busca de la paz (Superman IV: The Quest for Peace, 1987). La última película de Christopher Reeve como el hombre de acero fue uno de los mayores fracasos cinematográficos de DC e incluso la propia línea editorial puso muchas trabas a la hora de estrenarla. Los pobres efectos especiales, nefastos personajes y las irrisorias coreografías de combate la  volvieron una de las más dignas de aversión y olvido para los fans de DC.

¿Qué les divide? Desde el estreno del Joker de Todd Phillips, los amantes del mundo DC se han dividido en dos facciones. Por una parte, están los partidarios del payaso del crimen de Ledger, una actuación magistral y una inteligente, retorcida y realista versión del famoso enemigo de Batman. Por otro lado, está Arthur Fleck, un pobre marginado social venido a ser un líder de masas antisistema, una interpretación creada desde cero, sin tomar ninguna referencia concreta. Unos fans son más partidarios de la nostalgia y otros del rupturismo. Como en el mundo tolkeniano, los fans se dividen entre puristas del canon y los simpatizantes de las nuevas perspectivas.

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Otakus (fans del manga y el anime japonés)

¿Qué les une? La pasión por la cultura japonesa es lo que une a este colectivo friki, especialmente el manga, el anime, los videojuegos y el cosplay. Su lugar de encuentro son conocidos como salones del manga. En este tipo de eventos, se disfrazan de sus personajes favoritos, asimilando al mismo tiempo la personalidad de los mismos.

No se puede ser un buen otaku sin haber disfrutado de las películas de animación de Studio Ghibli, producciones consideradas por muchos críticos como de culto. Otro clásico presente en la vida cultural de estos frikis es Dragon Ball, manga creado por Akira Toriyama y obra fundamental en la vida de los millennials. De hecho, todos los nacidos entre 1980 y 1995 han coreografiado las técnicas de combate de Kamehameha (también conocida como Onda Vital) y Fusión, tratando de vivir las épicas peleas de la serie y los mangas con sus amigos durante la hora del recreo.

No obstante, sí hubo una serie de anime que fue capaz de unir tanto a otakus como a no-otakus. Esa fue Doraemon, el gato cósmico, serie basada en el anime de F. Fujio Fujiko. Al igual que las aventuras de Goku, las desventuras del pobre Nobita y el gato-robot Doraemon fueron un fenómeno millennial. Muchos, de pequeños, deseamos tener un felino mecánico del futuro para ayudarnos con nuestros problemas mediante inventos extraordinarios.

¿Qué les divide? El significado del propio concepto Otaku es objeto de debate dentro de este colectivo. En Japón es la terminación para designar a una persona fanática u obsesiva de algo, principalmente del manga, el anime y los videojuegos. Cuando ese término traspasa la frontera nipona, se suele conocer como aquel fanático de ciertos aspectos de la cultura japonesa, concretamente anime, manga, videojuegos y música.

Otro debate clásico en el mundo anime es el dilema entre Digimon y Pokemon. A inicios de los 2000, los frikis millennials se sumieron en la controversia que dividió en dos el mundo otaku. Mientras que muchos se deleitaban con las aventuras del joven Ash Ketchum en su camino para convertirse en un maestro Pokemon, otros disfrutaban la epopeya de tintes homéricos de los niños elegidos y sus digimon luchando contra las fuerzas oscuras en el mundo digital. Pese a que ambas series estaban protagonizadas por niños acompañados de animales superpoderosos, no tenían nada que ver entre ellas. Pokemon era una historia sobre la superaciónla superación personal y el amor hacia los animales. Digimon, por otro lado, era una odisea sobre la lucha entre el bien y el mal.

Podéis escuchar más podcast de EL HYPE aquí.

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