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Cultura

DE-construir para RE-construir

En Abandonen el edificio, Cultura 16 agosto, 2016

Sandra Jiménez

Sandra Jiménez

PERFIL

Si quieres arreglar algo tienes que desmontarlo y darte cuenta de qué es lo que verdaderamente importa, le dice Chris Cooper (suegro) a un recién enviudado Jake Gyllenhaal.

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Demolition (2015) está dirigida por el canadiense Jean-Marc Vallée, director de películas como C.R.A.Z.Y (2005) y Dallas Buyers Club (2013), entre otras. Narra la historia de un duelo y habla de la incapacidad de sentir, de la frustración que sobreviene cuando uno reconoce que no lleva la vida que hubiera deseado, que se ha dejado llevar por lo convencional, lo establecido, siguiendo unos modelos marcados por la sociedad, sin pararse mucho a pensar si aquello le hace realmente feliz.

Davis Mitchell (Jake Gyllenhaal) es un exitoso ejecutivo que, tras la muerte de su esposa (Heather Lind) en un accidente de tráfico, se queda bloqueado y sufre lo que podríamos llamar una desconexión emocional. Al tomar conciencia de ello, decide deconstruirse, destruir su vida y todo aquello que le impide sentir, desde lo más material (su casa, los muebles de la misma, los del trabajo…) hasta lo más intangible (relaciones sociales, tanto familiares como laborales).

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La casa es un buen ejemplo de la vacuidad de su vida. Es una vivienda unifamiliar aislada, de líneas rectas, decorada en color blanco, sin apenas elementos de decoración, a excepción de la cómoda tipo oriental de la habitación de matrimonio. Los espacios blancos, los electrodomésticos en acero, el televisor de plasma negro, la gigantesca bancada de mármol, un material frío que preside la cocina… Nada parece darnos una pista sobre las personalidades de sus habitantes.

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Un hecho sin apenas sin importancia -que una máquina expendedora no le dé el producto que desea, una vez introducido el dinero-, desencadenará una serie de cartas de reclamación a dicha compañía, en las que revelará impactantes declaraciones personales. Estas conseguirán captar el interés de la representante del servicio de atención al cliente, Karen (Naomi Watts), quien en medio de sus propias cargas emocionales y financieras, con la ayuda de su hijo adolescente Chris (Judah Lewis) le ayudará a reconstruir su vida y empezar de cero.

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Esta película trajo a mi mente dos pensamientos: El primero, la canción “Just” de Radiohead y su impactante videoclip. Pensé en ella como banda sonora porque sintonizaba muy bien con esa desconexión que sufre Jake Gyllenhaal. Un hombre sin expectativas, como nuestro protagonista, decide detenerse en medio de la calle y tirarse al suelo. A medida que transcurre la canción, la gente va amontonándose a su alrededor y finalmente todos acaban como él, tirados en el suelo.

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Mi segundo pensamiento fue para mi arquitecto favorito, el norteamericano Frank Lloyd Wright. Recuerdo que cuando leí su biografía no solo me fascinó su extensa producción arquitectónica sino también su activa y complicada historia personal.

Frank Lloyd Wright supuso un ejemplo del concepto de libertad del individuo (arquitecto, en este caso), que su amiga y escritora Ayn Rand supo plasmar en su obra El Manantial y que fue llevada al cine por King Vidor  en 1949, protagonizada por Gary Cooper y Patricia Neal.

Al igual que le sucedió al protagonista de nuestra película, Frank Lloyd Wright también fue golpeado por la cruel pérdida de una de sus mujeres, o mejor dicho, de su amante. Frank estuvo casado tres veces. Su primera mujer fue la esposa convencional:  madre de 6 hijos, lo que tocaba en ese momento y la acompañante perfecta de su éxito profesional. Por aquel entonces (1887) trabajaba a las órdenes de Louis Sullivan, considerado el mejor arquitecto de Chicago.

Johnson Wax

Frank Lloyd Wright y Herbert Johnson, contemplando las obras del edificio administrativo de Johnson & Son.

Pero la paternidad y ese tipo de vida no eran lo suyo. En 1909 se fugó a Europa con Mariah (Mamah) Borthwick Cheney, la esposa de uno de sus clientes, que vivía a escasa distancia de su casa. Ambos abandonaron a sus respectivas parejas para iniciar una aventura juntos y, para esa vida en común, construyó su casa-estudio en una colina de Wiscosin y la llamó Taliesin.

Era el refugio por excelencia, la máxima expresión de su forma de ver y entender la arquitectura y una muestra del amor que le profesaba. Él mismo definía esta casa como la perfecta expresión de la arquitectura orgánica. Allí vivieron durante 3 años, mientras recibía las visitas ocasionales de sus hijos. Pero esta armonía duró poco, pues quedó destruida por un grave incendio en 1914 (el primero de tres) que causó la muerte de Mamah y su hijo, junto a otras personas. La autoría del hecho nunca quedó del todo clara, pero, según su biografía, el incendio fue intencionado y provocado por el capataz encargado del cuidado de la residencia, Julian Carlton. Esto supuso un gran golpe y la pérdida más significativa para Frank, como así manifestó en sus memorias: Todas las cosas que tenía en este mundo, salvo mi trabajo, se han perdido.

Este hecho marcó el punto de inflexión que le llevó a replantearse no solo su carrera profesional sino también su vida, ya que los años que siguieron a este suceso no estuvieron exentos de escándalos y problemas. Viajó a Japón, donde construyó el Hotel Imperial de Tokyo, y se incendió la nueva Taliesin. A los 59 años, su carrera estaba deteriorada y él prácticamente arruinado.

Su empezar de cero o reconstrucción llegaría junto a su tercer matrimonio (1928) con la bailarina y escritora Olgivanna Lazovich quien, además de motivarlo para dar charlas y recuperar una carrera deteriorada, le animó a reconstruir, por tercera vez, Tailesin, convirtiéndola en una escuela.

A partir de este momento comienza su producción más interesante.

1935-1939, La casa Kauffman, Falling water o casa de la cascada en Pensylvannia.

Casa de la cascada

© Foundation Frank Lloyd Wright

casa de la cascada

© Foundation Frank Lloyd Wright

1936-1938, El edificio administrativo para la compañía Johnson & Son. Un edificio sin ventanas, una fortaleza de ladrillo rojo que albergaba en su interior un agradable espacio de trabajo iluminado cenitalmente gracias a una cubierta de vidrio sustentada sobre unas columnas circulares.

Johnson Wax

Edificio Johnson & Son

Johnson Wax

Edificio Johnson & Son

Estos proyectos condujeron de nuevo al éxito la carrera de Wright hasta llegar a la obra que lo encumbraría definitivamente en 1943. Solomon R Gugghenheim le encargó la construcción del nuevo Museo de la ciudad de New York. Ubicado en la zona del Upper East Side, en el nº 1071 de la 5ª Avenida, es su obra más personal y la que mejor ejemplifica su concepto sobre la arquitectura orgánica.

Guggenheim Frank Lloyd Wright

© Foundation Solomon R. Guggenheim.

Wright utilizó como idea base un zigurat mesopotámico invertido, que contenía un espacio principal puro, amplio, de gran altura e iluminación, rodeado por una rampa ascendente en forma de espiral envolvente que gira sobre un eje central imaginario, cual peladura de naranja. Su parte superior está coronada por un gran lucernario acristalado, dividido en doce segmentos. Las curvas de la espiral están diseñadas de manera que en todo momento se vea el espacio central. Además, las estructuras verticales se encuentran separadas del borde, de manera que a simple vista parezca sostenida por sí misma.

Guggenheim

© Foundation Solomon R. Guggenheim.

Se accede a él a través de una entrada cuya altura es relativamente baja en relación con la del espacio central alto que contiene a la galería principal, para enfatizar la sensación de amplitud.

Guggenheim

©Foundation Solomon R. Guggenheim.

Las bandas continuas que rodean la espiral del edificio son vidriadas, por lo que dejan entrar luz indirecta de día y, además, contienen luz incandescente que ilumina artificialmente de noche.

Tanto Guggenheim como Wright murieron antes de que se culminara su construcción en el año 1959, aunque cuando falleció Wright (abril de 1959), estaba prácticamente terminada, quedando tan sólo algunos últimos detalles.

© Photo by Fundation Solomon R. Guggenheim.

© Portada, sjll.

 

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