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Cultura

¿Cómo se juega con un «self made man»?

En Hermosos y malditas, Cultura 13 junio, 2017

Jesús García Cívico

Jesús García Cívico

PERFIL

La expresión «hombre hecho a sí mismo» o self made man es muy recurrente. La hemos escuchado estos días a propósito de los arranques filantrópicos del millonario Amancio Ortega, uno de los hombres más ricos del mundo. También se repitió el fatídico día en que el diablo y, al parecer, Vladimir Putin (menudo malaje) permitieron que Donald Trump alcanzara el puesto de hombre más poderoso del mundo.

Hubo un tiempo en que me interesó mucho el origen histórico y cultural de algunas de esas ideas que hacen que nuestras cabezas piensen como piensan y que nuestras sociedades, por un indirecto efecto de ello, sean como son. Se trata, la mayor parte de ellas, de metáforas y de imágenes de la imaginación con una gran fuerza persuasiva, aunque si las miras de cerca se distingue el agujero de su irracionalidad.

Familia Real Británica

El antropólogo Clifford Geertz escribió que todo poder requiere, para imponerse y subsistir, una poética que haga la desigualdad que funda emotiva y conmovedora: pirámides, catedrales, rascacielos, ribetes, coronas y trajes de Armani podrían haber disimulado (y podrían estar disimulando todavía hoy) los parloteos más vacuos con los que se mantiene un sociedad cada vez más desigual.

Son muchas las metáforas políticas y sociales («contrato social», «pueblo», etc.), los mitos fundacionales, las palabras fetiche («libertad», «igualdad» y muchas otras) y los arquetipos capaces de provocar las adhesiones acríticas más descontroladas y creo que podemos convenir en que expresiones como losers, winners y self made man, son también algunas de ellas.

Frederick Douglass

¿Qué es un self made man? La idea de hombre hecho a sí mismo remite a un hipotético individuo que ha conseguido vencer los obstáculos que conlleva el origen humilde, sobreponerse a la determinación de la clase social, ascender socio-económicamente y alcanzar el éxito material por su esfuerzo personal, por su inteligencia, intuición o acierto sin contar con la herencia, amistades influyentes o conexiones familiares privilegiadas.

Se trata de una noción afín a la reubicación del poder y a las nuevas formas de desigualdad, ligada a los cambios socio-jurídicos que se producen en la modernidad. Nace entre los sueños de la burguesía europea y los mimbres del american dream, en el paradigma del individualismo, al abrigo de la poética épica del Robinson Crusoe, de la supresión de los estamentos sociales y, aunque en Europa hay ejemplos literarios, es en EEUU donde alcanza rangos de arquetipo cultural.

"Robinson Crusoe". Daniel Defoe

Un self made man no es una de esas figuras fibrosas y articulables, de ojos pintados y muñones en lugar de pies, sino un arquetipo, un señuelo, una imagen persuasiva que hace la desigualdad llevadera y tolerable: dice que no importa la estructura injusta y asfixiante, la demencial distribución de las oportunidades en el mundo, nacer en una favela o en la Quinta Avenida, dice (mintiendo) que al final la gente depende de sí misma. A menudo, se utiliza a modo de ornamento, cuando eso es así, nunca está de más ponerse mentalmente en guardia y recelar.

Sí. Escuchamos, por ejemplo, decir de Trump que era un self made man, y sin embargo, no era posible dejar de observar los movimientos ágiles, como de escualo elitista y fusiforme, con el que el aventajado hombre de negocios se movía entre los inmuebles de Manhattan y los resortes del poder (una habilidad a medio camino entre el capital social del sociólogo Pierre Bourdieu y los rasgos caracteriológicos de los personajes más turbios del cine de Scorsese).

Pierre Bourdieu

Profundamente arraigada en el sueño americano, la idea de hombre hecho a sí mismo debe entenderse como un auténtico mito fundacional de la cultura norteamericana. En tanto que mito, la adjudicación de su autoría resulta una cuestión perfectamente baladí, pero suele incluirse tanto el célebre discurso de Frederic Douglas Self made man, la no menos célebre y aleccionadora autobiografía de Benjamin Franklin y, de acuerdo con Harold Bloom, la obra de Ralph Waldo Emerson cuyo célebre aforismo La confianza en uno mismo es el primer peldaño para ascender por la escalera del éxito, supone la exaltación entusiasta de un individuo que según Emerson debía liberarse de las ataduras físicas (la abolición de la esclavitud fue una de sus grandes causas públicas, reprochando al mismo Lincoln su lentitud en este aspecto) y liberarse también del peso del pasado de los maestros, de las organizaciones, de las jerarquías y de las iglesias para acometer la aventura de vivir y la construcción de su genio individual en solitario.

Ralph Waldo Emerson

La imagen del hombre hecho a sí mismo, tanto la de Douglas como la de Emerson, es inusitadamente poderosa y presenta una formidable capacidad de adhesión. En efecto, la idea de self made man es toda una metáfora fundacional de la mentalidad típica de EEUU, un país que no conoció, como Europa, la costumbre de pagar a unos señores feudales a cambio de defensa, sino que les era dado defenderse (y atacarse) con su propia artillería.

Un self made man es una idea que provoca adhesiones, pero comparte algunos de los materiales con los que está hecha la noción más actual de posverdad: a la gente le da igual que el 99,9% de botones no llegue jamás a director de hotel, que EEUU haya tenido épocas de una movilidad social vertical más baja que la del Imperio Romano, que nuestro país, España, sea en el siglo XXI eminentemente clasista, o que un tipo como yo de tono magrebí, solo puede hacer de malo las pocas veces que sale en televisión. La mayor parte de la gente prefiere aumentar el premio de la lotería antes que aumentar las posibilidades de ganar.

Creo que el crecimiento de una persona, su forma de madurar o de «hacerse a sí mismo» no tiene que ver con el dinero y que, básicamente, consiste en un acto (una serie de pasos) no de tipo constructivo, sino de signo negativo, melancólicos, tardíos e impulsados por la lúcida idea de la decepción: quitarse los sistemas de creencias heredados, desengañarse de los credos, de las patrias, de las naciones, de las familias, deshacerse de los dogmas, de los prejuicios (raciales, homófobos, machistas, etc.), desafiliarse mentalmente de la forma futbolística en la que se milita en los partidos, aborrecer los packs de ideas, levantarse un día con una sonrisa cansada, mirarse los muñones y decir: ¡ya me deshecho a mí mismo!

Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar (Woody Allen, 1972)

Hermosos: discursos de Douglas, Franklin y Waldo Emerson

Malditas: demagogias

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