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Cultura

Border: el cine y la frontera de lo monstruoso

En Hermosos y malditas, Cultura martes, 6 de noviembre de 2018

Jesús García Cívico

Jesús García Cívico

PERFIL

Películas como Border, demuestran que el cine es un arte fascinante que todavía conserva intacta su capacidad de sorpresa.  Border (Gräns, 2018) es el segundo largometraje como director del danés de origen iraní Ali Abbasi, de quien se pudo ver Shelley en la sección Panorama del Festival de Berlín y en el Festival de Sitges de 2016. Dos años después, Border, insólita historia de una agente de aduanas monstruosa (en el sentido hermoso y mitológico del término), se llevó el Premio Un Certain Regard del 71 Festival de Cannes y se ha presentado en España en la sección oficial de la reciente Semana Internacional de Cine de Valladolid.

Tina (estupenda, la actriz Eva Melander) es una agente de aduanas de aspecto simiesco, pero reconocida por una extraordinaria eficiencia debida a su extraña capacidad para oler la culpabilidad moral de un individuo. Gracias a su olfato es capaz de desmantelar una red de pornografía infantil. A pesar de su profesionalidad y de sus valores (el cuidado del padre, la equidad en el puesto de trabajo) Tina lleva una vida apartada en compañía de un hombre que se aprovecha económicamente de ella; un día, en el puesto de aduana, encuentra a Vore, un ser de rasgos semejantes a los suyos por el que empieza a sentir una atracción, tanto ontológica como sexual, que le llevará a conocer una realidad que le ha sido siempre ocultada.

Border (Ali Abbasi, 2018)

Eero Milonoff y Eva Melander, protagonistas de Border, sin pelos ni silicona.

¿Qué permite al cine seguir conservando su fascinante capacidad para la emoción y la sorpresa? Seguramente la respuesta permita sugerir un sinfín de claves, pero en mi opinión uno de los caminos más interesantes es ahondar en el juego narrativo que puede darse entre distintos géneros ciematográficos. Esto solo es posible si se trabaja con un buen guion.

Es lo que ha ocurrido en Border, sorprendente trabazón de cine negro nórdico, realismo escandinavo, fantasía y drama romántico con ecos de las Cumbres borrascosas de Emily Bronte. El guion es una adaptación del libro de Ajvide Lindquist a cargo del director, el propio escritor y Isabella Eklöf.

John Ajvide Lindquist (Blackeberg, Suecia) es un estupendo escritor especializado en novelas de terror y el autor de la historia que, para muchos, entre los que me incluyo, dio pie a la mejor película de miedo del siglo XXI: Déjame entrar (Låt den rätte komma in, Tomas Alfredsson, 2008). Aquella novela con fondo de la Carmilla de Sheridan Le Fanu y el vitalismo melancólico de Morrissey tenía un sinnúmero de aciertos estéticos, morales (el feminismo, la denuncia al declive del Estado de bienestar) y puramente literarios.

Border (Ali Abbasi, 2018)

La historia de Border contiene sugerentes apuntes sobre la condición humana hechos a la manera que hubo de inaugurar Montaigne: la oportunidad especular que da el «caníbal» de describirnos a nosotros mismos. Por ello, el acercamiento a las vicisitudes del trol, miembro de una oscura y mítica raza antropomorfa del folclore escandinavo proclive al rapto de humanos (y al intercambio de bebés), es una oportunidad para echar luz sobre la oscura naturaleza del Sapiens occidental, en particular sobre su animalidad o, peor, su humanidad expresada en los crímenes más horrendos: la pedofilia, la miseria, el genocidio, la pornografía infantil. En su ambición poética, Border tiene algo de cuento de hadas realista (en la línea de La joven del agua, acaso la mejor historia de M. Night Shyamalan) y negro (al estilo de Il racconto dei racconti, el film de Mateo Garrone).

En lo que toca a otros aspectos de la película, su principal mérito según lo veo, es la forma en que su director consigue con un abanico de recursos propios de la mejor narración cinematográfica (gran imaginación visual, giros inesperados, diestra puesta en escena) seducir al espectador para que se sumerja en ese terreno de la suspensión de la realidad que supone este raro arte. Abbasi no solo consigue eludir la sensación de inverosimilitud e incluso de ridículo, sino que logra trasladarnos a una serie de atmósferas tan bellas como inquietantes en las que somos capaces no solo de creer, sino de aceptar todo lo increíble para poder entender lo más real.

Border (Ali Abbasi, 2018)

Si visualmente lo mejor de esta historia es la inmersión de los protagonistas en la naturaleza (mención especial para la hipnótica complicidad de la protagonista con el lago y con los animales del bosque, alces y zorros), los momentos más destacados del film en el aspecto más narrativo se producen cuando el director trata al público como un espectador adulto, esto es, cuando apenas apunta en una sucesión de capas alegóricas, la historia y los sentimientos que quiere describir y relatar. La película siendo sobresaliente no termina de ser perfecta y lo peor sucede cuando la virtud anterior decae y surge el empeño en desvelarlo todo, en volverlo demasiado explícito.

Queda, después de todo, la sensación de haber visto en la última Seminci, una de las mejores películas del año, una de las más sorprendentes, poéticas y perturbadoras demostraciones de que el cine tiene ante sí un largo e indescifrable camino que recorrer.

Hermosos: animales del bosque.

Malditas: fronteras.

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