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Cultura

Barbara y sus hermanas

En Hermosos y malditas, Cultura jueves, 8 de junio de 2017

Jesús García Cívico

Jesús García Cívico

PERFIL

En esta entrada nos detenemos en Barbara Hershey, el célebre poema de E. E. Cummings con el que Michael Caine sedujo a la más bárbara de las Barbaras del cine, en los guionistas violadores, en Gaviota Hershey, en la chabacanería ostentosa y en el afortunado final de una hermosa forma de estar en el mundo.

El mundo en el que las mujeres no buscaban hombres hermosos
Hay un mundo que ya no puede ser representado y que no regresará jamás. Ese mundo que se marchó para nunca volver era para muchos el único mundo para el que estaban preparados. No había nada más. Era un mundo, como todos los mundos del mundo, injusto y desigual. En el mundo al que me refiero, Degas pintaba a una mujer lavándose en el lupanar, Félix de Azúa escribía estupendas novelas breves y se jactaba, Marilyn Monroe se casaba con Arthur Miller y aún se podía contar una historia, esa en la que el hombre sin músculo conquista a una mujer hermosa con un buen poema. En ese mundo desigual Milan Kundera podía escribir que las mujeres no buscan hombres hermosos: Las mujeres buscan hombres que han tenido mujeres hermosas. Por eso, tener una amante fea, es un error fatal.

Lena Olin en "La insoportable levedad del ser"

El primer invierno de repente
Todo ha quedado de pronto envejecido y sospechoso y es posible que una de mis escenas preferidas de Hannah y sus hermanas, la aventura sentimental entre los cuñados Barbara Hershey y Michael Caine, aquella que transcurría alrededor de un poema de E. E. Cummings (“Somewhere where I have never travelled“), haya quedado súbitamente envejecida y demodée. Habrá amigas que me sonreirán con calculada (e insultante) superioridad y me hablarán del «patriarcado» y yo que siempre he querido tener a la gente de mi lado no sabré bien qué contestar.

Bárbara Barbara
Aún no han llegado al cine ni a mi época las historias de mujeres sin curvas que seducen a los jóvenes con un poema de Sharon Olds. Mientras todo esto sucede he caído en la tentación de dedicarle una entrada a aquella mujer que siempre me pareció la más inteligente y brutal. Si tuviera que jugar a uno de esos juegos de simbiosis diría que en el rostro y en la personalidad de Hershey se reúnen, mezclados como en el ADN de Brundle-mosca, los rasgos confundidos de Katherine Hepburn y Gene Terney.

Pocos saben que hubo un momento en que Barbara Hershey fue la actriz más aplaudida del universo.

Barbara Hershey

Sí, Hershey triunfó en los Emmy y en los Globos de Oro con A killing in a small town, el telefilm dirigido por el poeta y padre de Jake Gyllenhaal, Stephen Gyllenhaal. Todo el mundo del cine quedó prendado. Al poco, Hershey se convirtió en la única actriz que ganó dos veces seguidas la Palma de Oro a la mejor actriz del mejor festival de cine del mundo: el Festival de Cannes. Lo hizo con Shy People (Konchalovski, 1987) y luego con Un mundo aparte (Menges, 1988) un alegato antiapartheid.

Barbara Hershey

Barbara Hershey fue hippie, tuvo una relación agitada con David Carradine que fue un actor y un ser humano rarísimo; hizo ella misma alguna cosa rara como llamarse Gaviota en honor al ave que sin querer mató durante el rodaje de Last summer; leyó mucho y su juventud estuvo marcada por la dañina influencia de esos hombres, de normal mezquinos y cobardes, que desconcertados por su inteligencia y su belleza solían ofrecerles papeles de mujeres que sufrían.

Barbara Hershey

Me he parado a veces a pensar en ello y creo que esa es la razón por la que en la mitad de los guiones que le ofrecían a Hershey había siempre violencia y violación. Recuerdo, no me es posible olvidarlo, el esfuerzo del equipo de El Ente (Sidney J. Furie, 1982), por hacer creíbles las violaciones que Barbara Hershey padecía a cargo de un ente demoniaco. Más tarde, Scorsese le insistió en que interpretara a María Magdalena, cómo no.

Barbara Hershey

Creo que Hershey quedaba mejor al lado de las grandes obras literarias, así, una de sus grandes interpretaciones secundarias la hizo en la adaptación de Jane Campion de Retrato de una dama, la novela de Henry James, pero muchos la recordarán en una librería de viejo o recitando para sí el poema sobre la lluvia y las manos pequeñas de E. E. Cummings.

El poema de las lluvias y las manos pequeñas
La poesía, como el arte o la filosofía, es buena para constatar que lo realmente feo de este mundo no es que se haya instaurado (para permanecer mucho tiempo en él) una sociedad capitalista y patriarcal, como dicen algunas amigas mías sino que con ella se ha asentado, como esos invitados que nunca terminan de marcharse, un ruidoso grupo de gestos dañinos muy vulgares, una élite de gente estúpida y estúpidamente cruel que se maneja en la carretera, en la playa, en la crisis de los refugiados, en el bar o en el FMI con un chabacanería tan ostentosa como bien vista, sin distinción de género.

A mí, de todas, la película de Hershey preferida es Hannah y sus hermanas, por eso he llamado a esta entrada más o menos así; me parece una gran película aunque no le gustara ni al mismo Woody Allen. Me gusta porque en ella se habla de forma íntima, lúdica, del amor y del sentido de la vida y se dispara tanto a los pintores minimalistas llenos de amargura y pequeñez como a las religiones, ese ventajoso negocio fraudulento; me gusta porque en ella se vive, no se sufre y todo se perdona; me gusta porque la belleza cae del lado las cosas hermosas, ésas que el regordete Caine y la bárbara Barbara buscan para obsequiarse con ellas: un poema de Cummings, un concierto de Bach.

Barbara Hershey

Hermosos: poemas de E. E. Cummings, conciertos de Bach
Malditas: violaciones

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