Como hemos podido comprobar en otras ocasiones, viajar por medio de la literatura resulta una forma económica y estimulante de conocer tantas ciudades y culturas como libros que traten sobre ellas. En esta ocasión, el viaje que proponemos será a esa jungla de cemento llamada Nueva York, cuna de artistas, escritoras y poetas, destino migratorio recurrente en los últimos siglos.
Pero, sobre todo, inspiración para una gran cantidad de novelas que han tomado sus calles, cafés, avenidas, muelles y edificios como base para dar paso a la creación de grandes obras literarias que tienen, en su mayoría, como protagonista principal esta gran ciudad. Es por todo ello que, en este artículo, os recomendaré 12 obras ambientadas en la gran ciudad de Nueva York.
Manhattan Transfer (John Dos Passos, 1925)
Puede que esta novela sea la más simbólica de la lista, ya que en ella no encontrarás una línea argumental común o unos personajes en los que profundizar de manera determinante. Manhattan Transfer, publicada en el mismo año que El gran Gatsby, y siendo irónicamente lo opuesto a la novela de Fitzgerald, representa el fracaso de una serie de personajes plasmados de manera muy difusa, casi impresionista, a lo largo de tres décadas, donde la ciudad de Nueva York es la auténtica musa de la novela.
Todas aquellas almas que conoceremos a lo largo de la lectura solo servirán para contextualizar mejor una ciudad que irá cambiando a lo largo del tiempo, mostrándonos las múltiples caras que posee, de la mano de los acontecimientos que viven los personajes que habitan en esta. De esta manera, esta ciudad personaje estará a merced de los cinco sentidos de sus habitantes, resultando un viaje más que apasionante a sus entrañas.
El gran Gatsby (F. Scott Fitzgerald, 1925)
Siendo una de las novelas más conocidas, no solo de Scott F. Fitzgerald, sino de su década y del imaginario colectivo que representan los felices años 20 en los Estados Unidos, El gran Gatsby narra una serie de acontecimientos ocurridos tanto en la Gran Manzana, como en las afueras de la urbe (Long Island), a una serie de personajes de la alta sociedad neoyorkina.
Estos caracterizarán a la perfección el nivel de vida y ocio de la beautiful people de la época, para los cuales, las ostentosas fiestas, la buena comida y bebida y el lujo eran el pan de cada día, contrarrestando la miseria que soportaban cada uno de ellos en su interior, quienes lo poseían todo, menos la posibilidad de alcanzar en algún momento la felicidad.
Poeta en Nueva York (Federico García Lorca, 1940)
El poemario póstumo —publicado cuatro años después del fusilamiento de su autor— Poeta en Nueva York, resulta una durísima crítica a una sociedad, a un sistema económico, político, clasista y discriminatorio, por el cual se siente horrorizado y escandalizado Federico García Lorca (1898-1936) a su llegada a la ciudad.
Si bien es cierto que el poeta granadino había desembarcado en Nueva York algo deprimido, añorando la patria, el amor y la amistad que había dejado atrás, su estancia de algo menos de un año en la ciudad le bastó para reflejar en su poesía el horror, la pobreza y la injusticia que se encontró a su paso. Lorca, poeta de minorías, no pudo ni mucho menos ignorar el mal trato proporcionado a la minoría negra y las diferencias e injusticias a las que se vieron sometidos por el hombre blanco.
Si bien esta no es una obra para disfrutar la ciudad de Nueva York como otras que mencionaremos aquí, lo es para indagar en su pasado, en su lado más oscuro e inhumano. La caracterización de una sociedad desde un punto de vista externo, justiciero y demoledoramente crudo, que, sin duda, merece su lectura.
El manantial (Ayn Rand, 1943)
El manantial, la novela más conocida de la filósofa y escritora de origen ruso, Ayn Rand (1905-1982), nos sitúa en una ciudad de Nueva York en pleno auge arquitectónico a principios de la década de los años 20, donde el negocio de la construcción (los rascacielos en particular), del periodismo sensacionalista y de la política eran los ejes que movían la gran máquina en la que se estaba transformando la ciudad.
Dentro de este marco, conoceremos al protagonista de esta historia, Howard Roark, un joven arquitecto que tendrá que luchar a capa y espada por preservar la integridad, no solo de su trabajo, sino de su persona, en un mundo de cánones establecidos, lleno de ambición y de falsas apariencias. Un personaje cuyo discurso filosófico será expuesto a través de sus acciones, al contrario que el resto de personajes, quienes a su lado, resultarán absurdamente débiles y manipulables.
Tendréis entre vuestras manos toda una novela basada en el individualismo, en la superación del ser humano y en la integridad de uno mismo como individuo y creador, que os transportará a una Nueva York aún por alcanzar su máxima plenitud, impresionante, cruda y llena de ambición.
El guardián entre el centeno (J. D. Salinger, 1951)
Podría decirse que este libro ha sido el consuelo y entretenimiento de miles de millones de adolescentes a lo largo y ancho del mundo, por la fascinante capacidad que tiene el personaje de Holden Caulfield para conectar con el lado más apático, nihilista, travieso y desesperanzado de todo aquél que tenga o haya tenido 16 años.
Ya no solo es el brillante estilo de J.D.Salinger, o la particularidad de su protagonista, lo que hace que quieras seguir leyendo; es el no saber en qué tugurio, banco, parque, calle, bar, prostíbulo, hotel o plaza va a acabar por visitar el desalmado de Holden a cada paso que da. La historia transcurre en un periodo de tiempo de unos pocos días, instalándose en el lector una sensación de pesadumbre, de desamparo en medio de la gran ciudad, donde todo resulta una opción viable para nuestro protagonista, quien nos lleva perezosamente de la mano en un viaje hacia el interior de su propia depresión.
Desayuno en Tiffany’s (Truman Capote, 1958)
La novela del autor americano Truman Capote, publicada en 1958 y llevada al cine —con significativos cambios— en 1961, nos transporta a una ciudad de Nueva York en donde todo es posible si una así se lo propone. Hay un mundo de infinitas posibilidades para nuestra protagonista, Holly Golightly, que proviniendo del sur del país y redefinida gracias a la influencia que ejerce sobre ella la Gran Manzana, lleva a cabo su transformación de larva a mariposa en un texto de absoluto ingenio y anticipado mensaje feminista.
Además, las casas y calles, las tiendas, grandes almacenes, parques y la vida nocturna de la ciudad quedan reflejados en la novela, gracias al estilo de vida de una mujer libre, independiente, soñadora, incontrolable y de un gusto exquisito, narrada a su vez por su vecino y amigo homosexual —sí, habéis leído bien—, quien no tendrá más que buenas palabras para una persona tan admirable y valiente.
Y no solo eso, también plantea la posibilidad del amor incondicional entre dos personas que no se atraen sexualmente. Admirable acción e intenciones para ser 1958. Tres años después, la película arruinó por completo la historia, haciendo creer a los espectadores de todo el mundo que la trama giraba en torno a la lucha y rendición de una mujer descarriada frente al amor romántico y la necesidad de pertenecer a alguien. Todo ello basándos en el modelo de relaciones hetero-normativas que Hollywood siempre quiso establecer como ejemplo a seguir para sus miles de millones de espectadores.
¡Levantad, carpinteros, la viga del tejado (J. D. Salinger, 1963)
Si bien este relato de J. D. Salinger (Nueva York, 1919-2010), tiene como eje central los acontecimientos ocurridos en el día de la boda del mayor de los hermanos Glass —el misterioso Seymour— la localización de las acciones que se desarrollan a partir de entonces tienen como escenario la ciudad de Nueva York.
Para ser honesta, este es de todos los libros de esta lista, el que menos se acerca a ese viaje por la ciudad que pretendemos alcanzar, aunque no por ello deja de mostrarnos un clásico salón de bodas neoyorkino, el ajetreo de las grandes avenidas y el fluir de los taxis, o los interiores de los grandes apartamentos de las zonas privilegiadas de la ciudad.
En estas tres localizaciones encontraremos algo más que un espacio conjunto: su fauna. Este es un relato de un dramatismo cómico ensordecedor, del que disfrutar desde la primera hasta la última palabra, y con el que conocer un poco más el carácter de la gente neoyorkina, a quien más vale no hacer enfadar.
Delirio de Nueva York (Rem Koolhaas, 1978)
El reconocido arquitecto neerlandés Rem Koolhaas, nos deleita con este ensayo dedicado a la creación, transformación y evolución, aún activa, de la isla de Manhattan y el resto de la ciudad de Nueva York, conformando un viaje por cada uno de sus estadios urbanísticos, donde defenderá que la arquitectura es perfectamente capaz de generar cultura, entre otros tantos temas.
El texto está acompañado de ilustraciones, fotografías y planos en los que apoyar sus explicaciones, anécdotas y teorías. Es una oda a la conformación y desarrollo de la Gran Manzana y alrededores, cuna de sueños, oportunidades y de poder, que resulta tan entrañable como interesante de leer para quien haya sentido alguna vez una ardiente pasión o curiosidad por el urbanismo y sus múltiples teorías sociológicas.
La trilogía de Nueva York (Paul Auster, 1985-1987)
En esta obra, el autor estadounidense Paul Auster, nos transporta a las calles y avenidas de su querida Nueva York a través de una antología de tres relatos diferentes en una misma edición: Ciudad de cristal, Fantasmas y Una habitación cerrada, que completan esta trilogía neoyorkina de género policiaco.
Auster va más allá del relato, tratando de alcanzar un estadio en donde el lector esté casi obligado a interactuar para comprender el texto, indagando en un contenido metafísico y semiótico de gran complejidad, que llega a sorprender, no tanto por su naturaleza, sino por su influencia en la obra.
El coloso de Nueva York (Colson Whitehead, 2003)
Este texto, similar en ciertos aspectos a Manhattan Transfer, es un compendio de sensaciones, pensamientos y escenas cotidianas de una ciudad que nunca descansa. Es este un tributo a la ciudad de los rascacielos, del metro, de la lluvia y el ruido, de los taxis y de los muelles, los parques y aceras.
Escrito en forma de soliloquio, Colson Whitehead (1969), profesor en la Universidad de Columbia y Princeton y autor de otras novelas y ensayos, nos guía por una ciudad que conoce al milímetro y que desea transmitir tal y como él la percibe a sus lectores. Como una vorágine de pensamientos, sucesos y acciones interminables, creadas a raíz del cemento y el gentío.
Otra extraña pero hermosa forma de acercarse a un lugar que, conocido o no, resulta igual de excitante la primera o la duodécima vez que se visita.
Brooklyn Follies (Paul Auster, 2005)
Esta novela de Auster difiere de la trilogía mencionada anteriormente en varios aspectos. La trama de Brooklyn Follies gira en torno a un hombre que vuelve a Brooklyn para morir. Y así como parece que la vida del protagonista está a punto de capitular, descubriremos que incluso al final de toda una vida puede haber más intensidad que en los largos años que preceden a la muerte.
Esta es una novela para recorrer Nueva York, sentir la acera bajo los pies, el ruido y traqueteo del tráfico, los olores, sabores, el calor y el frío de una ciudad que no duerme y que, además de ello, es capaz de sorprender hasta al ciudadano más neoyorkino de todos.
Éramos unos niños (Patti Smith, 2010)
Si alguna vez quisisteis leer una novela que fuera una auténtica oda a la amistad, este es vuestro libro. Patti Smith nos presenta en todo su esplendor y de principio a fin a su gran amigo, amante y compañero de vida, el fotógrafo y artista estadounidense Robert Mapplethorpe.
¿Y qué tendrá que ver Nueva York en esta historia? Resulta que la ciudad es la culpable de juntar a estas dos almas vagabundas y ofrecerles, no solo cobijo, sino un amor incondicional y unas experiencias unidas a la época dorada de la ciudad, donde artistas, músicos, poetas, pintores, actores y escritores convivían bajo el mismo techo estrellado de rascacielos y luces, de locales de música y sesiones de poesía.
Hogar de artistas en el famoso Chelsea Hotel, de plazas, conciertos, calles, pubs, galerías y museos que han conformado a través del tiempo la Nueva York que conocemos hoy día. Una puerta al pasado, a los años 70, en la que por entonces fue la capital mundial de la cultura occidental.
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