El funesto 2020, entre otras muchas cosas, se ha llevado por delante a cantidad de músicos, literatos, cineastas, actores y otros profesionales de la cultura que alimentan este rincón. Entre los obituarios que requirieron mayor espacio, se cuentan los de Kirk Douglas y Olivia de Havilland, dos de los últimos grandes astros de aquel Hollywood clásico irrecuperable.
Con el deceso de la segunda hace pocas semanas, la prensa incurrió en determinar el fin de las estrellas de ese período de esplendor en las pantallas. Y si bien es verdad que la ganadora de dos Oscar representaba una estirpe del star system que llenaba pantallas y palcos con su mera presencia, también lo es que la sobreviven otros compañeros y estrellas de su tiempo, por bien que la mayoría no gozara de la trascendencia de la protagonista de La heredera.
He aquí una lista, estos sí los últimos, de actrices y actores que vivieron el fulgor y el glamour del Hollywood dorado.
Eva Marie Saint
A sus 96 años, Eva Marie Saint, la más longeva de la lista, es una de las últimas exponentes de un star system que ya solo persiste en la memoria de muchos cinéfilos. La actriz de New Jersey debutó a lo grande como compañera de reparto de Marlon Brandon en la Ley del silencio, de Elia Kazan.
Tras cosechar el Oscar en su primera incursión en la gran pantalla, Hitchcock la reclutó para otra cinta histórica: Con la muerte en los talones. Al lado de otra estrella de otro tiempo, Paul Newman, participó en Éxodo, completando así su su tríada cinematográfica más memorable. En los 70 su carrera declinó, con lo cual saltó al medio televisivo y al teatro. Desde entonces ha participado en cameos en filmes como Titanic o Superman Returns. Su última aparición en la gran pantalla data de 2014, en la película Winter’s Tale.
Sidney Poitier
Poitier permanece como la última estrella masculina de ese período. Su relevancia en la historia del cine quedará siempre ligada por ser la primera estrella afroamericana en Hollywood y el primer intérprete negro en ganar el Oscar al mejor actor principal ( Los lirios del valle, 1963).
Aunque su carrera se extiende hasta un lejano 1943, su primer papel relevante no llegaría hasta 1955, con Semilla de maldad, de Richard Brooks. Otro de sus primeros éxitos hollywoodienses, y la primera nominación al Oscar en categoría principal, se lo dispensa Stanley Kramer en Fugitivos, al lado de Tony Curtis.
En los 60, su estrellato en el seno de la industria se muestra imparable tras el impulso del Oscar y sus intervenciones en clásicos como En el calor de la noche, Rebelión en las aulas o Adivina quién viene a cenar esta noche. Como director probó suerte en filmes como Sucedió un sábado o Locos de remate. En 2002 recibió el Oscar honorífico. Poco después se retiraría del mundo del espectáculo.
Kim Novak
Otra de las actrices encumbradas por el mago del suspense que siguen con vida. Antes de pasar a la posteridad por su rol en Vértigo (De entre los muertos), Marilyn Pauline Novak —los estudios la forzaron a cambiar su nombre para no quedar eclipsada por la otra Marilyn— tuvo una frenética y productiva actividad en la década de los 50. Especialmente tras el éxito cosechado en Picnic (Joshua Logan, 1955), que protagonizó junto a William Holden, el mismo año que estrenó El Hombre del brazo de oro, junto a Frank Sinatra, un clásico del cine negro dirigido por Otto Preminger.
Me enamoré de una bruja y Vértigo estrenadas en 1958, sellaron su entrada en el firmamento de las estrellas de Hollywood por mucho que su carrera declinara en la década siguiente, hasta su transfuguismo al medio televisivo. Aquí consiguió recobrar popularidad gracias a su papel en Falcon Crest y a algún reencuentro con viejas glorias de Hollywood como el de El espejo roto. Actualmente, vive retirada junto a su marido en un rancho en California y Oregón donde cría llamas y caballos.
Gina Lollobrigida
Antes de estampar sus huellas en el paseo de la fama de Hollywood, la actriz italiana penetró en el sistema de estudios después de que Howard Hughes la cortejara, prendado de su belleza en un film italiano. Tras su trayectoria en Italia, la intérprete de Lacio debutó con honores en Hollywood en 1953 con un papel en La burla del diablo, el film de John Huston, rodado en Italia.
Durante esos años alternó producciones italianas y estadounidenses, rodando con los grandes nombres de su tiempo: King Vidor, Robert Siodmark, Carol Reed, Vittorio de Sica, John Sturges, Jules Dassin, Robert Mulligan, Rene Clair. Su apogeo duraría hasta los años 70, brindando una cacareada rivalidad con la persona que cierra esta lista para erguirse como la gran diva italiana.
Desde entonces intercaló trabajos televisivos (Falcon Crest y Vacaciones en el mar, entre los más populares) con trabajos ocasionales en el cine. En los últimos años “la Lollo” ha vuelto a los tabloides por sus amoríos con hombres mucho más jóvenes.
Robert Wagner
Más conocido por su doble acta conyugal con la fallecida Natalie Wood, Robert Wagner se ganó un sitio en el sistema de estudios a muy temprana edad. En la década de los 50 destacó como estrella juvenil, tras haber estampado su firma en un contrato que lo unía con 20th Century Fox. Primero en roles secundarios, luego en papeles protagonistas, en filmes como Duelo en el fondo del mar, El príncipe valiente o Broken Lance.
Realiza intervenciones menores en metraje, pero destacadas en repercusión en Un beso antes de morir y Entre el cielo y el infierno. En los 60 empieza su ocaso como actor pero aún consigue roles en películas tan relevantes como La pantera rosa y Harper, Investigador privado. En los 70 se cambia al medio televisivo para trabajar en series como Las calles de San Francisco y Atrapa a un ladrón.
Su caché se desinfla y su recuerdo se marchita, pero con el segundo matrimonio con la más popular Natalie Wood recobra algo del esplendor y la atención de antaño, hasta el punto de formar parte del plantel de estrellas de El coloso en llamas. No obstante, tras la trágica y no aclarecida muerte de la actriz de West Side Story, el nombre de Wagner permanece maniatado a la leyenda negra de Hollywood.
Joanne Woodward
Otro matrimonio estelar, y de los más estables del antiguo Hollywood, es el que unió a la actriz Joanne Woodward con Paul Newman, hasta el día que los ojos azules más hipnóticos del séptimo arte se apagaron. No obstante, Woodward siempre fue más que la mujer del mito del cine.
Especialmente prolífica a finales de los 50 y principios de los 60, la norteamericana cosechó su único Oscar como mejor actriz protagonista en Las tres caras de Eva. Le siguieron intervenciones memorables en El largo y cálido verano, Un día volveré, 500 millas —las tres al lado de Paul Newman—, El ruido y la furia, Piel de serpiente y Raquel, Raquel (ésta a las órdenes de su marido).
Poco a poco, su estela se apaga e intercala proyectos televisivos con entradas cinematográficas ocasionales. Joanne Woodwdard ostenta el honor de haber sido la primera persona en recibir una estrella en el paseo de la fama de Hollywood. Actualmente reside en Wesport, Connecticut, en la morada donde convivió con su marido hasta su muerte en 2008.
Angie Dickinson
Nacida en Dakota del norte en 1931, Angie Dickinson se codeó con la flor y nata del Hollywood clásico: John Wayne, Frank Sinatra, Dean Martin y Marlon Brandon, entre otros. Sus primeros papeles en el cine se remontan a 1954. Dos años después consigue su primer rol protagonista en Gun The Man Down y, un año después, en China Gate, de Sam Fuller.
Aunque el punto de no retorno en relación a su popularidad le llega en 1958, por su papel en el clásico de Howard Hawks, Río Bravo. Dos años después sella su estatus de estrella interpretando a la mujer del personaje de Frank Sinatra en Ocean’s Eleven, la original de 1960.
En la década de los 60 multiplica sus intervenciones en cine y televisión, pero las nuevas cotas de popularidad le llegarían en los 70, metida en la piel de una policía en La mujer policía, una popular serie de NBC que supuso la primera de este estilo en estar protagonizada por una fémina.
Angie Dickinson se labró una aura de sex symbol pasada la cuarentena. En los años posteriores fue rescatada puntualmente en la pantalla grande, como en Vestida para matar, de Brian de Palma. Con el cambio de siglo sus intervenciones se redujeron a cameos.
Joan Collins
La británica es otra de las actrices que se codearon con las estrellas más reconocidas y veneradas de la meca del cine: Gregory Peck, Richard Burton, James Mason, Paul Newman, Robert Mitchum, Bette Davis, etc. La propia intérprete londinense firmó con 20th Century Fox en 1955 una cláusula exclusiva que la llevó a rodar Tierras de faraones, a las órdenes de Howard Hawks; La muchacha del trapecio rojo, de Richard Fleischer; Una Isla en el sol, al lado del también superviviente Harry Belafonte y de Joan Fontaine, hermana, y archienemiga, de Olivia de Havilland.
Tras encadenar películas a uno y otro lado del Atlántico, su nombre volvió a los titulares por su papel de Alexis en la serie Dinastía, donde cosecharía un Globo de Oro. Su última aparición artística fue en la serie American Horror Story, donde participó en tres episodios.
Angela Lansbury
Pese a que en España su rostro queda indisoluble al de Jessica Fletcher, el personaje que interpretó en Se ha escrito un crimen durante una década, Angela Lansbury atesora una amplia y exitosa trayectoria en cine, teatro, televisión y doblaje.
Su contacto con el Hollywood clásico se remonta a la década de los 40 cuando firma con MGM. Durante ese período trabaja con los grandes directores de su tiempo: George Stevens, Frank Capra, George Cukor, Cecil B. DeMille, Edward Dmytrik, Vincent Minelli, Michael Curtiz o Martin Ritt. Consigue tres nominaciones al Oscar como actriz de reparto (La ama de llaves de Luz que agoniza, la joven actriz de El retrato de Dorian Gray y la fervorosa madre anticomunista de El mensajero del miedo).
Durante buena parte de los años 60 se consagra en Broadway con musicales y obras de teatro., carrera teatral que compagina con varios papeles destacados en el cine, como Muerte en el Nilo, La bruja novata, El espejo roto, la historia más grande jamás contada, En compañía de lobos, o su última actuación, ya con 92 años, El regreso de Mary Poppins. En 2013 recibe el Oscar honorífico a toda su trayectoria.
Sofía Loren
La estrella más rutilante del firmamento cinematográfico italiano también incursionó en la edad dorada de Hollywood. Sofia Villani Scicolone, como otras compañeras de esta lista, se impulsó gracias a un imponente físico con el que logró la atención de productores y directores. En su caso fue Carlo Ponti quien se fijó en ella y le ofreció las primeras oportunidades en el mundo del cine antes de contraer matrimonio.
Sin embargo, pronto se descolgó de su voluptuosidad para emanciparse como una de las actrices italianas más talentosas de todos los tiempos. Paramount le echó primero el lazo con un contrato de cinco películas: Deseo bajo los olmos, Orgullo y pasión, Houseboat y El pistolero de Cheyenne. La consagración definitiva como actriz de talento la asume regresando a su tierra con Dos mujeres de Vittorio De Sica, donde interpreta a una sufrida mujer en la Italia ocupada. Un trabajo por el que cosecharía el primer Oscar a la mejor actriz protagonista, el segundo sería el honorifico en 1991.
Su carrera sigue por todo lo alto con películas de estudio de gran presupuesto como El Cid, La caída del imperio romano, o El puente de Cassandra. Todo ello con un pie en su tierra natal, donde intervendría en filmes tan importantes como Matrimonio a la italiana, de nuevo con De Sica, o Una jornada particular, de Ettore Scola. En los 80 se deja querer por la televisión con papeles en series ya mentadas en las líneas superiores, como Dinastía y Falcon Crest. En las últimas dos décadas ha sido llamada por directores como Robert Altman y Rob Marshall.
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