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De Caracol a Rosalía, un viaje por la heterodoxia en el flamenco

En Música 26 julio, 2022

Sergio Ariza

Sergio Ariza

PERFIL

Manolo Caracol – Juerga Gitana (1965)

«Yo soy la niña de fuego como canta Caracol (…) Igual de cantaora con un chándal de Versace que vestiíta de bailaora«. Si este artículo va sobre la heterodoxia en el flamenco solo se puede abrir con el rey de los heterodoxos, Manolo Caracol, el prodigio que venció a los 12 años en el mítico Concurso de Cante Jondo de Granada, que organizaron Federico García Lorca y Manuel de Falla, y en el que Antonio Chacón, Manuel Torre y la Niña de los Peines fueron presidentes del jurado. Historia viva del flamenco y el hombre que siempre hizo lo que le dio la gana, ya dijera la ortodoxia lo que fuera. Posiblemente uno de los cantaores más grandes de todos los tiempos, con los tres citados, Fosforito, Camarón o su archirrival histórico, Antonio Mairena. Y es que las peleas entre ortodoxia y heterodoxia son tan antiguas como el propio flamenco, posiblemente cuando el Planeta cantaba —uno de los primeros cantaores de los que se tiene constancia, reverenciado por Mairena y tatarabuelo de Caracol— ya había gente quejándose de que aquello no era tan puro como debía.

La cosa es que Caracol tenía un don y una voz increíble que podía cantar la seguiriya más pura o una copla de Quintero, Quiroga y León y hacerlas suyas por igual, logrando popularizar el cante flamenco, llevándolo a los teatros y grandes auditorios y siendo un innovador puro e inconsciente. La incorporación de cuerdas en sus espectáculos de los años 40 junto a Lola Flores fue vista como una degradación de la pureza del flamenco, pero Caracol lo tenía claro: ¡Se puede cantar a orquesta y se puede cantar con una gaita! ¡Con todo se puede cantar! Con una gaita, con un violín, con una flauta. El señor que tenga arte, tenga personalidad y sea un creador en cante gitano… ¡Ahí están mis zambras y mis cantes, que todos llevan raíces flamenco puro, que no están fijados en una cosa pasajera!. Y tenía toda la razón del mundo, dejando su huella en toda una nueva generación de cantaores que le veneraban, como Pansequito, Rancapino o el mismísimo Camarón.

He elegido este Juerga Gitana, publicado en 1965, porque me parece un gran recopilatorio en el que se encuentran las míticas canciones de Quintero, Quiroga y León (los autores de “Ojos verdes”, “Tatuaje”, “La Zarzamora”, “Pena, penita, pena” o “A tu vera”) como la mencionada “La Niña de Fuego” o “La Salvaora”, algunas de sus míticas zambras y esos maravillosos arreglos orquestales sobre los que sobrevolaba su prodigiosa voz.

Smash – Vanguardia y pureza del flamenco (1978) / Gualberto y Agujetas (1979)

Continuamos con tres personajes fundamentales en esto de la fusión del flamenco con otras músicas. Por un lado, tenemos a Gualberto García que lideraba una banda llamada Smash que hacía rock psicodélico en inglés y que ya había grabado dos discos, Glorieta de los Lotos y Esta Vez Venimos a Golpear, por otro a Ricardo Pachón, mánager de la banda y gran conocedor del flamenco que convence al grupo para fichar al tercer protagonista, Manuel Molina, guitarrista flamenco, como su padre, que no quiere saber nada de fusiones hasta que Pachón le dice que le puede librar de la mili si se mete en la banda. De esa reunión saldrán varias canciones que supondrán la primera muestra exitosa de la mezcla entre flamenco y rock, como “El Garrotín”, “Tangos De Ketama”, “Alameda’s Blues”, “Ni recuerdo ni olvido” y “Tarantos”.

La primera fue un éxito en el año de su publicación, 1971, con “Tangos de Ketama” como cara B, pero supuso la salida de un Gualberto que quería algo más experimental, en 1972 grabaron, ya sin él, “Ni Recuerdo Ni Olvido” pero al poco se separaron. Hubo que esperar hasta 1978 para que se publicaran en un disco todas las canciones grabadas por Molina en los Smash pero, lo curioso, es que como solo ocupaban una cara, se decidió incorporar en la segunda varias grabaciones del cantaor Agujetas con el gran Manolo Sanlúcar a la guitarra, con un título explícito Vanguardia y pureza del flamenco, nuevamente ese choque entre lo ortodoxo y lo heterodoxo que realmente no lo era tanto, y es que al año de la publicación de este disco se publicó el extraño y maravilloso Gualberto y Agujetas, en el que la voz rota del cantaor estaba acompañada por el sitar de Gualberto, un sitar que, por cierto, también aparecería en el disco más famoso de esta lista…

Eso sí, también hay que recordar que en eso de mezclar el flamenco con el rock se les había adelantado el gran Sabicas, uno de los mejores guitarristas flamencos de todos los tiempos que desde su exilio neoyorquino había grabado en 1966, aunque no se publicó hasta 1970, Rock Encounter junto al joven guitarrista Joe Beck, que ya había grabado con Stan Getz y lo haría con otros como Miles Davis (del que fue el primer guitarrista eléctrico). Si no lo he puesto aquí es porque el gran guitarrista navarro nunca le tuvo mucho aprecio, aunque escuchándolo uno difiere de su opinión y ve en algunos momentos del mismo, un adelanto para lo que se conocería como rock andaluz con grupos como los propios Smash, Gong, Alameda o Triana. Algo que también debió pensar Ricardo Pachón, ya que fue escuchar este disco fue lo que le llevó a la idea de meter a Manuel Molina en Smash.

Lole y Manuel – Un Nuevo Día (1975)

Habíamos dejado a Manuel Molina dejando a Smash en el año 72, él seguía siendo flamenco por los cuatro costados pero su cruce con el rock no se quedó en algo efímero, al poco se junta con la cantaora Dolores Montoya, más conocida como Lole, y se meten en el grupo Triana. A pesar de que están poco tiempo de esa colaboración saldrá el tema “Todo es de color”, canción compuesta por Molina y el batería de Triana, Juan José Palacios, que aparecerá en dos discos fundamentales, El Patio de Triana y Nuevo Día de Lole y Manuel, sus discos de debut.

Gitanos y flamencos, aun así la joven pareja supuso una revolución en el conservador flamenco de la época, con unos arreglos totalmente propios y originales, además de la expresiva voz de Lole, con los que consiguieron un gran éxito popular, haciendo que mucha gente joven se acercara al flamenco, con sus aires hippies y sus letras sobre nuevos días donde todo era de color. Como dijo el propio Molina: Está claro que yo no toco la guitarra como lo hace mi padre, ni Lole canta como lo hace su madre. Nuestros padres no oyeron a Janis Joplin ni a Jimi Hendrix, tampoco escucharon la música de los Beatles. Nuestro cambio está, sobre todo, en el ritmo… hemos renovado nuestra propia música, hemos intentado descubrirnos a nosotros mismos.

En este disco se puede ver la semilla de eso que se daría en conocer como Nuevo Flamenco en los años 80, no es de extrañar que Ricardo Pachón estuviera detrás de la mesa ejerciendo de productor. Por cierto, su siguiente disco, el también notable Pasaje del agua, se abría con la inmortal “Tu Mirá”.

Camarón – La Leyenda del Tiempo (1979)

Mucha gente olvida que antes de grabar el disco más famoso (ahora) de la historia del flamenco, Camarón se había pasado diez años grabando flamenco ortodoxo con pequeñas variaciones propias junto a Paco de Lucía, un trabajo maravilloso, que es lo que pasa cuando juntas a la voz más prodigiosa que ha dado este país y al guitarrista más increíble de su historia. También hace que su impacto fuera mucho mayor, un impacto musical indudable pero un verdadero fracaso comercial en su momento con los flamencos más ortodoxos devolviendo el disco sin pensarlo. Claro que imaginen al cantaor más importante de su tiempo, juntarse con los hippies Kiko Veneno y los hermanos Amador, meter solos de guitarra eléctrica, baterías y hasta el sitar de Gualberto. Es el equivalente a que hoy coja Miguel Poveda y se saque un disco de trap con Bad Gyal. Aunque, con un calado flamenco mucho menor (no se puede decir ni por asomo que fuera la cantaora predominante de su época), es lo que ha hecho Rosalía en tres discos…

Pero volvamos a este monumento, posiblemente, el disco más importante (a nivel personal también diría el mejor) de la música popular española. Camarón había grabado nueve discos junto a Paco de Lucía, pero había acabado su contrato con Philips y estaba empezando a interesarse por otras cosas. El propio Paco de Lucía iba introduciendo nuevos instrumentos en su grupo, como el bajo eléctrico o el cajón, además tanto a Paco como a Camarón les habían encantado Las Grecas y su Gypsy Rock, y en 1978 Camarón le confesaba a Ricardo Pachón que le habían encantado los arreglos del Pasaje del agua de Lole y Manuel, con teclados y baterías incluidas. Pachón vio el cielo abierto, el Príncipe de los gitanos, el cantaor más importante de su época se ponía en sus manos, lo primero que hizo fue llamar a Paco de Lucía para que toque en el disco, pero el hecho de que Pachón sustituya a su padre como productor le lleva a decir que no. Camarón propone a Tomatito, su joven guitarrista para las giras, como sustituto y Pachón acepta y llama a los Veneno, el grupo de Kiko y los hermanos Amador que ya habían revolucionado la música española con su disco de debut de 1977, Kiko aportará varias letras y un par de temas, como la inmortal rumba “Volando voy”, y Raimundo Amador meterá su revolucionaria guitarra eléctrica. No serán los únicos invitados dentro de un disco lleno de grandes músicos, como Jorge y Jesús Pardo, Diego Carrasco o Pepe Ébano.

Eso sí el protagonista absoluto es Camarón y su inigualable voz, cantando versos lorquianos o locuras con veneno, disfrutando del riesgo y de la experimentación en un ambiente distendido y feliz. Luego los ortodoxos le masacraron pero, a la larga, resultó que ganó la guerra y es que, como él mismo dijo: Hace falta imaginar, experimentar cosas y cambiar algo. Hace falta arriesgarse. Yo ya sabía de antemano lo que iba a pasar… Es que los puristas no experimentan nada de nada. Si se queda uno solo con los puristas, nos quedaríamos siempre en el mismo sitio. Están metidos en un círculo del que no se salen. Y yo creo que hay que salirse un poco, ¿no?. El flamenco ya no volvió a ser el mismo después de este disco.

Juan Peña «Lebrijano» y la Orquesta Andalusi De Tánger – Encuentros (1985)

Un seguidor de Mairena cuya inquietud artística le llevó a alguna de las propuestas más arriesgadas de su tiempo. El Lebrijano se enfrentó a los más puristas con discos en los que se metía en el mundo sinfónico o denunciaba la persecución de los gitanos en España pero, sin duda, su apuesta más ganadora fue cuando unió esos dos mundos separados por el estrecho de Gibraltar que son el flamenco y la música árabe, grabando junto a la Orquesta andalusí de Tánger este gran disco en 1985, junto al guitarrista Paco Cepero. Y es que el flamenco no solo combina bien con rock, como prueba a la perfección esta maravilla que se abre con la incontestable “Vivir un cuento de hadas”, una canción en la que, como en el resto del disco, laudes y guitarras buscan complicidades y lamentos compartidos desde los dos puntos del estrecho.

Pata Negra – El Blues de la Frontera (1988)

La historia de los hermanos Rafael y Raimundo Amador (tanto monta, monta tanto) es de las más fascinantes de la música de este país, en 1977 ya habían aparecido, junto a Kiko Veneno, en el que posiblemente sea el disco más importante de la historia del pop español, Veneno. Más de 40 años después de su publicación sigue siendo difícil catalogar esa maravilla que sigue sonando tan fresca y anárquica como el primer día. Pero su poco éxito no permitió continuidad al grupo y los Amador se independizaron a la vera de Camarón y su Leyenda del tiempo y formaron Pata Negra para unir blues y flamenco, dos músicas con orígenes similares, surgidas para musicar la pena de dos pueblos con muchas cosas en común, los negros norteamericanos y los gitanos andaluces. Nunca se han dado la mano de mejor forma que cuando los hermanos Amador se reunieron por última vez en un estudio.

Y es que, cuando Pata Negra grabó su obra maestra en 1987, El blues de la frontera, los hermanos ya no se hablaban. Cada uno grababa por su cuenta sus aportaciones al disco. Mientras Ricardo Pachón, productor del disco, se asombraba del nivel que alcanzaban a pesar de la mala relación. Es increíble que fuera así porque pocos discos en la historia de este país suenan tan cohesionados como este, desde el flamenco arranque con “Bodas de Sangre” hasta el coqueteo con el reggae de “Lunático”. Y es que estos dos increíbles músicos tenían la asombrosa habilidad de hacer suyo todo lo que tocaban, ya fuera el susodicho blues, la canción titular es el mejor ejemplo de lo que ellos mismos denominaron ‘blueslería’, el rock o el jazz, todo tapizado por su herencia flamenca, con Camarón como Dios absoluto. Instrumentalmente están entre lo mejor que ha dado el país pero, además, Rafael era un increíble cantante, alguien que, como explicaba en otra canción, canta por bulerías para que le partan la boca.

Por cierto aprovecho esta entrada para nombrar también a otros cuantos, imprescindibles de eso que se denominó como Nuevo Flamenco con obras cumbre como el Songhai de Ketama, con Toumani Diabaté y Danny Thompson, o el Quien No Corre Vuela de Ray Heredia.

Morente – Omega (1996)

Omega no es un disco, es un mito, una obra que ha ido agigantándose con el paso de los años alcanzando la reputación mítica de La Leyenda del Tiempo, el único disco con el que puede compararse esta inmensidad en la que el genio heterodoxo de Enrique Morente da rienda suelta a su duende y mezcla a Lorca y a Leonard Cohen, e imagina, para desmayo de los puristas, a Antonio Chacón al frente de Sonic Youth. Con la esencial colaboración de los Lagartija Nick de Antonio Arias, Morente se enfrenta a la cerrada ortodoxia flamenca (que ya le llamaba el «asesino del cante» a principios de los 70) pero también al complejo de superioridad de los roqueros (siempre dispuestos a menospreciar todo lo que haya surgido de aquí, llámese flamenco, copla o rumba) y crea una obra maestra que volvió a cambiar la historia no solo del flamenco, sino de toda la música popular española.

Si lo consiguió fue gracias a un conocimiento profundo pero sin complejos, siempre dispuesto a apoyar el talento joven, como decía en una entrevista con la Revista Boronia: Afortunadamente hay gente joven súper válida. Hay que ser positivo con la gente del futuro porque si no, apaga y vámonos. No me gusta cuando oigo hablar de forma pesimista de la situación actual del flamenco, que si los jóvenes tal, que si esto está muy mal, que si ya no hay cantaores, que si ya no hay cante… Estamos entonces como en la época de Demófilo, el padre de los Machado, que decía que esto se había acabado… Y después salieron La Niña de los Peines, Caracol, Camarón, Marchena, Ramón Montoya, Sabicas…

Niño de Elche – Antología del Cante Flamenco Heterodoxo (2018)

Francisco Contreras Molina, mejor conocido como Niño de Elche, es el último azote de la ortodoxia surgido del flamenco, aunque él mismo se califique como antiflamenco. Lo que es evidente es que este tipo y su trabajo siempre han tratado de ir contra cualquier tipo de prejuicio o dogma, dejando claro que el flamenco es algo que no tiene dogma, por mucho que pese.

Ha colaborado con Rocío Márquez o Kiko Veneno, y formado proyecto con Toundra, Exquirla, y Los Planetas, Fuerza Nueva, aunque a nivel popular lo que más repercusión le ha dado han sido sus colaboraciones con C Tangana en dos de las mejores canciones de este, “Un Veneno” y “Tú Me Dejaste de Querer”. Eso sí, es en sus trabajos en solitario donde da rienda suelta a sus experimentos más heterodoxos. Llamándose como se llama este artículo, no podía quedarme con otro disco que con el reivindicativo Antología del cante flamenco heterodoxo.

Rosalía – El Mal Querer (2019)

El Mal Querer es el disco del que más se ha hablado en España en el Siglo XXI. Que si apropiación cultural, que si hype, que si campaña publicitaria, que si la nueva Lola Flores, que si revolución o estafa… Cosas que se volvieron a repetir con Motomami, aunque otra maravilla un disco mucho menos basado en el flamenco y con un sonido mucho más experimental y vanguardista, más Rosalía. Eso sí, El Mal Querer fue un disco a la antigua, en el que se contaba una historia, y no una suma de sencillos de éxito. Rosalía se miraba en discos como  el Good Kid, M.A.A.D. City de Kendrick Lamar y hacía un disco que era una especie de novela o película, dividido en 11 capítulos. Pero también en otros como el Lemonade de Beyoncé en el que lo visual también era parte de la narración, siendo los vídeos de CANADA para el disco parte de ese proyecto.

Pero otra cosa interesante era que en el resto del disco encontramos mucho más flamenco, algo totalmente consciente. Y es que a ese pelotazo que abría el disco y la convirtió en una estrella, “Malamente”, le seguían guitarra y palmas, y su voz como una caricia, en “Que no salga la luna”, uno de los momentos más flamencos, y bonitos, del disco. Pero esto seguía siendo su propia visión del género, con un intermedio hablado, en el que aparece un elemento común entre flamenco y música urbana, los dos géneros que se dan la mano a la perfección en este disco, su pasión por las joyas y el oro.

Se habló en su momento de una especie de versión millenial del Omega de Morente y Lagartija Nick pero puede que el nexo de unión más claro fuera con los primeros discos de Lole y Manuel. Y es que “Pienso en tu mirá” no puede verse de otra forma que como un maravilloso homenaje al “Tú mirá” del revolucionario dúo. Algo que ella misma decía cuando estaba presentando su notable debut, Los ÁngelesMe influye Kendrick Lamar y me influye Lole y Manuel. Una unión de la que salió algo propio y con mucha personalidad, posiblemente la mayor estrella de la música española desde hace varias décadas y la persona que ha conseguido que se hable más de flamenco desde la muerte de Camarón, a pesar de ser paya y catalana sin ningún pedigrí, ni parentesco con los grandes nombres del género. Seguro que Caracol estaría orgulloso de que sea la nueva niña de fuego…

Rocío Márquez & Bronquio – Tercer Cielo

Rosalía dijo que ella se sentía parte de una generación de cantaoras fuertes y con talento como Rocío Márquez, algo con mucho de razón, ya que la catalana tuvo una de sus primeras oportunidades como teclista (sí, como teclista) en la arriesgada presentación de El Niño, el segundo disco de Márquez, en el Primavera Sound de 2015, en una formación que también incluía a Niño de Elche y Refree. Y es que esta cantaora increíble, que se alzó con la prestigiosa Lámpara Minera, en el Festival del Cante de Las Minas en 2008 siempre ha sido un culo inquieto dispuesta a colaborar con gente que la saque de su zona de confort, como Kiko Veneno, Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, Florent de Los Planetas o este año con el artista electrónico Bronquio, con el que ha sacado este rompedor Tercer cielo, el disco que pone broche de oro a nuestra selección.

Y es que esta estudiosa del flamenco tiene claro que la ortodoxia y la heterodoxia tienen que aprender a convivir: El flamenco es como las vías del tren: la visión más ortodoxa tiene que ir acompañada de otra más abierta, y van de la mano, pero eso no quita para que terminemos, como exclama en el cierre de este disco vanguardista y sobresaliente, con la conclusión de este artículo: ¡Qué grande es la libertad!

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