Sofia Coppola dirige La seducción (The Beguiled), un remake de El seductor (Don Siegel, 1971), protagonizado por el trío formado por Nicole Kidman, Colin Farrell -emparejados también en la última de Lanthimos– y Kristen Dunst.
La historia de un soldado herido y refugiado en un internado de señoritas de Virginia, curado y protegido por la directora y las internas, a pesar de ser enemigo, está cargada de sospechas y ocultas intenciones, que siguen paso a paso el filme original protagonizado por Clint Eastwood y Geraldine Page.
Lamentablemente, es este uno de esos casos en los que nos preguntamos por qué y para qué, ya que la aportación de Coppola se resume en versionar solo estilísticamente –y sin que ello sea significativo-, sin ningún asomo de novedad ni revisión que tengamos que agradecer. El filme carece de la tensión y la calidad narrativa necesarias para que se nos transmita algún tipo de emoción, simplemente asistimos a la reescritura, con diferente caligrafía, de un filme que recordamos con una muy diferente admiración.
El interés de la directora por retratar a las mujeres, su soledad, potencia emocional y falta de recursos, o bien su resiliencia y empoderamiento, encuentra un molde perfecto en la historia que escribió Thomas Cunillan. El huis clos de un hotel en Tokyo o Hollywood, una casa familiar o de celebrity, incluso el palacio más famoso del mundo han sido los escenarios-guante para tramas y dramas femeninos, delicados y poderosos, que sí nos sedujeron en su momento. La fotografía, el empleo de la iluminación y los encuadres que describen una mansión decadente, un jardín descuidado y un bosque casi encantado al que se llega por una avenida bordeada de grandes árboles, es la baza más atractiva del film. Ahí es dónde Sofia Coppola muestra su capacidad de crear atmósferas donde todo parece perfecto, aparentemente seguras, pero que ocultan dramas íntimos proporcionales a las dimensiones de su contexto físico o histórico, en este caso la guerra de Secesión.
Todas las actrices y el actor parten de una interpretación en clave minimalista; la mejor, Kidman, pero lejos de lo memorable; ante Elle Fanning, simplemente nos rendimos.
El contraste entre la vida de las señoritas bien educadas en una casa que parece ajena a las penalidades de la guerra y los exteriores sumidos en neblina y misterio es muy eficaz, sin embargo, no apreciamos ese punto de vista fresco y original que nos convence en otras obras de Sofia Coppola. Al contrario, nos ofrece un ejercicio de estilo que poco o nada aporta a su filmografía.
Tan etérea y preciosista es la mano de la directora, que nos preguntamos si la inspiración estuvo en El seductor o en Mujercitas.
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