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Cultura

Una mujer entre la 5ª de Mahler y la Bauhaus de Gropius

En Abandonen el edificio, Cultura lunes, 21 de noviembre de 2016

Sandra Jiménez

Sandra Jiménez

PERFIL

El amor y el desamor son motor y fuente de inspiración, la importancia que tienen las relaciones a la hora de crear es evidente, como dulce y, a la vez, amargo combustible que nos empuja a imaginar e inventar. Músicos y compositores afirman que las mejores canciones de amor de la historia han sido fruto del desamor, del rechazo y del dolor causado por la ruptura.

Pero el dolor sufrido por desamor no solo ha sido importante para la música sino también para otras muchas disciplinas como, por ejemplo, la arquitectura. Tal es el caso del arquitecto alemán Walter Gropius; un hombre inquieto y curioso que, en su búsqueda de la unión entre el uso y la estética, desarrolló su faceta profesional en otros ámbitos como el urbanismo o el diseño. Tras su ruptura y divorcio con la compositora y pianista Alma Mahler, una mujer inteligente, polémica y, a la vez, apasionada, que tuvo como amantes artistas, músicos, científicos e incluso religiosos, se convirtió en uno de los pioneros de la renovación arquitectónica del siglo XX y en el fundador de la famosa escuela de diseño Bauhaus.

Si nos posicionamos en el tópico, el caso de Alma sería el de la gran mujer detrás del gran hombre, en su caso un espíritu libre que, poseyendo un talento extraordinario para todo lo relacionado con el arte y la música, renunció a él y a sus inquietudes en favor de los grandes artistas de esa época con los que compartió una ajetreada e intensa vida emocional, convirtiéndose en musa de importantes figuras del siglo XX.

Gustav Mahler, Alma Mahler y Walter Gropius.

Gustav Mahler, Alma Mahler y Walter Gropius.

Alma y Gropius se conocieron y enamoraron en el verano de 1910. En aquella época, Alma estaba casada con el compositor y director de ópera austríaco, Gustav Mahler. Fue el primero de sus tres ilustres maridos; el segundo fue Gropius y, el tercero, el novelista Franz Werfel.

Alma era una mujer capaz de inspirar, enamorar y potenciar lo mejor de los artistas con los que compartió su vida. Por ese motivo, no es de extrañar que una parte de la Quinta Sinfonía de Mahler, en concreto, su famoso Adagietto, sea una hermosa declaración de amor, una sinfonía que se convirtió en leyenda gracias a la película Muerte en Venecia, dirigida por Luchino Visconti en 1971, protagonizada por Dick Bogarde y basada en la novela de Thomas Mann.

Pero una persona con una gran sensibilidad, una inagotable búsqueda del saber, tan proclive a las artes en general, se cansó pronto de esta vida (aunque también influyeron los hechos en los que contrajo su matrimonio: abandonar sus inquietudes artísticas y musicales para dedicarse plenamente a él) y decidió buscar otras disciplinas en las que poder satisfacer su curiosidad. Así fue como dejó de lado la música y se volcó en las artes y, particularmente, en la arquitectura.

Durante los primeros años de su matrimonio (1910-1915), Gropius trabajó junto a su socio Adolf Meyer en el Proyecto de reforma y ampliación de la fábrica de Fagus en Alfeld an der Leine (Alemania). Posiblemente, la primera muestra de arquitectura moderna y una de sus obras más conocidas, que recogía uno de sus principales ideales: La forma sigue a la función.

© Fábrica Fagus, Alfeld an der Leine (Alemania). Fotografía Joost Barendregt.

Según Gropius, la forma del edificio debía ajustarse a la función para la que se proyectaba y corresponder a una lógica constructiva. Según dicha función, la imagen no debe esconder su forma sino mostrarla de una manera bella y moderna, sin enmascaramientos. Esa sucesión de formas iguales junto con el color debían constituir la base rítmica de la creación arquitectónica.

La fábrica Fagus es un edificio en el que se encuentran plasmadas estas ideas: un bloque prismático, de tres plantas, con base rectangular y cubierta plana, compuesto por tres volúmenes.

© Fábrica Fagus, Alfeld an der Leine (Alemania). Fotografía archivo.

© Fábrica Fagus, Alfeld an der Leine (Alemania). Fotografía archivo.

El volumen principal, el de oficinas, es uno de los más importantes y característicos del complejo. Su estructura de hormigón armado, con los soportes desplazados hacia el interior, consigue liberar las paredes exteriores y, especialmente, las esquinas del edificio, de su función portante. Aparecen así los grandes ventanales realizados con una cuadrícula vertical de perfilería de acero y vidrio, que marca la distribución de plantas. Lo que le confiere una gran ligereza, creando un espacio interior con abundante luz natural y diluyendo en parte los límites entre el interior y el exterior.

© Fábrica Fagus, Alfeld an der Leine (Alemania). Fotografía flickr, martin.

© Fábrica Fagus, Alfeld an der Leine (Alemania). Fotografía flickr, martin.

Es el primer edificio en él que se sustituyeron los muros de una fábrica por cristal, algo muy novedoso para la época, y que hoy conocemos como muro cortina. Está considerado uno de los sistemas constructivos característicos del Movimiento Moderno. Los otros dos grandes edificios del complejo son la nave de producción, un edificio de una sola planta y el almacén.

Tras una ruptura dolorosa con Alma, solo existían 2 posibilidades: la primera de ellas, encerrarse en su propia espiral destructiva, retroalimentándote de su dolor, como le pasó a Mahler, quien no la olvidó nunca y su fantasma le persiguió en todas y cada una de las obras que compuso después. Un claro ejemplo es su Sinfonía nº 10 resumida en una frase: Adiós, mi lira, adiós… Vivir por ti, por ti morir. Y la segunda es transformar todo ese dolor y convertirlo en algo positivo. Y eso fue lo que hizo Gropius, quien consciente de que su matrimonio se había terminado hacía ya tiempo (Alma le había sido infiel con Franz Werfel) decidió concentrar toda su energía para fundar la Bauhaus en 1919, cuyo nombre deriva de la unión de las palabras en alemán “Bau” (construcción), y “Haus” (casa).

© Escuela de diseño Bauhaus, Dessau (Alemania). Fotografía Thomas Lewandovski.

© Escuela de diseño Bauhaus, Dessau (Alemania). Fotografía Thomas Lewandovski.

La Bauhaus fue una Escuela de diseño que sentó las bases y patrones de lo que hoy conocemos como diseño industrial y gráfico. En ella se aunaban arte y tecnología. Sus alumnos no solo aprendían las pautas básicas de diferentes oficios sino también a trabajar con materiales nuevos para la elaboración de edificios y todo tipo de objetos. Ubicada en Dessau (Alemania), estaba compuesta por unos modernos edificios con espacios para la enseñanza, viviendas para los estudiantes y miembros de la facultad, un auditorio y oficinas.

Para su creación, Gropius se inspiró en las hélices de un avión, ya que en las proximidades de Dessau existían varias fábricas que las construían, y diseñó un edificio que, visto en planta, se compone de tres alas conectadas por puentes. Los espacios de la escuela y los talleres se comunican a través de un gran puente de dos pisos que forma el techo de la administración, ubicada en la parte inferior de este. Las unidades de vivienda y las escuelas están conectadas a través de un ala, para crear un fácil acceso al salón de actos y las salas de comedor. El ala educativa contiene administración y aulas, sala de profesores, biblioteca, laboratorio de física, salas de modelo, sótano, planta baja y dos pisos superiores.

© Escuela de diseño Bauhaus, Dessau (Alemania). Fotografía Thomas Lewandovski.

© Escuela de diseño Bauhaus, Dessau (Alemania). Fotografía Thomas Lewandovski.

Para involucrar a sus estudiantes, la decoración interior de todo el edificio fue realizada por los alumnos del taller de pintura mural y del taller de metal, quienes diseñaron y construyeron los accesorios de iluminación.

© Escuela de diseño Bauhaus, Dessau (Alemania). Fotografía Thomas Lewandovski.

© Escuela de diseño Bauhaus, Dessau (Alemania). Fotografía Thomas Lewandovski.

Una vez más, el enorme muro-cortina acristalado del edificio del taller se convirtió en una parte integral del diseño del edificio. La transparencia y ligereza de su fachada, con enormes ventanas que incorporaban luz natural, resaltó la naturaleza espacial y abierta de la nueva arquitectura.

© Escuela de diseño Bauhaus, Dessau (Alemania). Fotografía Thomas Lewandovski.

© Escuela de diseño Bauhaus, Dessau (Alemania). Fotografía Thomas Lewandovski.

Tras dejar Alemania en 1934, los últimos años de su vida los pasaría en Estados Unidos donde ejerció como profesor y director del Departamento de Arquitectura de la Universidad de Harvard.

Porque como bien dice Youkali, la canción compuesta por Roger Frenay y Kurt Weill:

Y al final de casi todo, cuando todo ha terminado…Youkali, es esa isla interior con la que todos soñamos, un resquicio de paz tras haberse sobrepuesto al dolor.

 

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