Ocho años después de su debut, The Last Shadow Puppets, el supergrupo formado por Alex Turner y Miles Kane regresa con un segundo álbum, en el que sigue intacto su amor por el rock y pop clásico con más pedigrí.
Everything You’ve Come To Expect es un paseo fresco y en clave romántica por las décadas de los sesenta y setenta, un trabajo grabado cerca de las playas de Malibú que aúna el pop luminoso con las historias de desamor oscuras. Analizamos el disco a través de sus cinco mejores canciones, que puedes escuchar aquí.
Uno de los temas con más clase de todo el lote. Funciona como una carta de amor a la herencia de Phil Spector en clave british con guiños a Richard Hawley y su romanticismo evocador. Esta pequeña delicatessen de pop añejo presenta un detalle que la hace aún más irresistible: como el “She Loves You” de los Beatles, empieza por el estribillo. Alex Turner y Miles Kane doblando voces en la que quizás sea la composición más cercana al brit-pop de los noventa sin olvidar, eso sí, el toque vintage marca de la casa. Recuerda a My Life Story en intenciones (la banda de Jake Shillingford merece ser reivindicada con urgencia), y contiene unas hermosas orquestaciones de Owen Pallett.
«Everything You’ve Come To Expect»
Otro tributo con enjundia, esta vez al Brian Wilson de Pet Sounds, con teclados del más allá y percusiones de fantasía que conviven con las armonías vocales tratadas de Turner y Kane. La canción, deliciosamente pop en su envoltorio, tiene un halo oscuro en su contenido; se trata de una historia de amores perdidos, celos y remordimientos.
La composición más setentera del lote, casi glam, que presenta ecos de T-Rex (ese let’s boogie que se escucha por ahí es un guiño nada disimulado a Marc Bolan). Aquí The Last Shadow Puppets hacen buenas migas con el Ty Segall más enamorado de la purpurina garajera. Una cosa más: “Used To Be Girl” podría formar parte de la selección musical que hizo Quentin Tarantino para sus Reservoir Dogs.
La composición que cierra el disco une de manera espléndida a los Beatles del Let It Be con la música playera de los sesenta (casi se pueden oír las olas en algunos de sus pasajes). Tres minutos de calma y dulzura para un relato surrealista sobre amores imaginados que, ojo, presenta un precioso arreglo de steel guitar que sirve para coronar el último tramo de la canción.
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