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The Go-Betweens, debieron haber sido grandes

En Música 13 septiembre, 2020

Sergio Ariza

Sergio Ariza

PERFIL

La historia de los Go-Betweens no es la típica historia del rock, una banda que se junta, pasa de todo en el camino a la fama, triunfa, terminan en una clínica de desintoxicación, se separan… Esto no es el ascenso y caída de Ziggy Stardust, ¿cómo puede haber caída si nunca hubo ascenso? Lo curioso del caso es que escuchándolos ahora parece imposible que canciones como «Streets Of Your Town» o «Spring Rain» no se terminaran convirtiendo en éxitos.

Y resulta que estos australianos no están en un escalafón muy inferior a bandas míticas de aquella época como los Smiths o R.E.M. Y puede que ninguna de sus canciones se convirtiera en un éxito pero, hablando de legado, en las calles de su ciudad hay un puente gigantesco bautizado en su honor.

Ésta es la historia de dos amigos, Robert Forster y Grant McLennan, Grant McLennan y Robert Forster, tanto monta, monta tanto, dos tipos que se conocieron en la universidad, en Brisbane, y tuvieron durante toda su vida adulta lo que Forster califica como una relación homosexual platónica.

Cuando se conocieron, McLennan ni siquiera tocaba ningún instrumento y estaba más interesado en los libros y el cine que en la música, a pesar de todo Forster vio en él un alma gemela y le ofreció formar una banda juntos. Su primera respuesta, a principios de 1977, fue negativa pero a finales de año, cuando Forster volvió a insistir, McLennan, sin nada mejor que hacer, aceptó. Pronto estaba aprendiendo a tocar la guitarra y el bajo, instrumento que tocaría en los comienzos de la banda.

The Go-Betweens

Brisbane tenía una potente escena punk liderada por los Saints, cuyo “(I’m) Stranded” se convertiría en uno de los grandes clásicos de la música australiana, pero ellos, a pesar de ser punk en espíritu, preferían otras cosas, sus primeras versiones dicen mucho de sus gustos, Monkees, Byrds, Velvet, Easybeats

Ambos adoraban al Dylan de mediados de los 60 y a la Creedence. Su primer sencillo, compuesto por Forster, nos enseña ya las rarezas de este dúo dinámico, un chico solitario de Brisbane quiere conocer chicas que le den afecto, no sexo, acabando con el rollo macho y rock star del resto de grupos de la escena.

Las canciones eran «Lee Remick» y «Karen», en esta última Forster se enamoraba de una empleada de una biblioteca, alguien que Helps me find Hemingway, Helps me find Genet, Helps me find Brecht, Helps me find Chandler, Helps me find James Joyce, She always makes the right choice. Sobre lo que quería, además de recomendaciones literarias, también lo tenía claro: I just want some affection, I don’t want no hoochie-coochie mama, No back door woman, No Queen Street sex thing.

El sencillo dejaba claras dos cosas, los Go-Betweens no sabían tocar pero tenían mucho potencial, sonando como la extraña mezcla entre los Monkees y la primera Velvet Underground. Tanto es así que comenzaron a mandar copias del mismo a varios sellos por todo el mundo y lograron una respuesta positiva. Un sello les firmó para regrabar el sencillo, además de un contrato por ¡ocho discos!

No llevaban ni seis meses juntos y ya habían logrado lo que muchas bandas tardan años; en noviembre de 1978 comenzaron a grabar nuevas canciones, pero el sello que los había fichado quebró y tuvo que cerrar. Fue una especie de premonición de cómo sería su carrera.

Su segundo sencillo, «People Say», seguía por los terrenos transitados por el primero, letras literarias sobre melodías pop y un aire New Wave, aumentado por un órgano juguetón. A finales de 1979 dejaron Australia para buscar un contrato en el Reino Unido, sus maquetas llamaron la atención de Postcard, un sello escocés creado por los miembros de Orange Juice, para ellos grabaron «I Need Two Heads», una canción en la que ya se puede ver una evolución en su sonido, más cerca del post punk. Forster y McLennan seguían sin batería fijo, así que fue Steven Daly, el batería de Orange Juice, el que se encargó de tocarla.

Forster seguía siendo el compositor principal, pero McLennan estaba dando sus primeros pasos y, desde el principio, quedó claro que tenía una facilidad natural para la melodía. Tras volver a Australia quedaban en sus casas y se sentaban cara a cara para componer sus canciones. Estos dos apasionados del cine siempre se habían visto a sí mismos como Jules y Jim, así que para ellos era un sueño encontrar una Catherine como batería.

El sueño se cumplió en 1980, cuando Belinda «Lindy» Morrison pasó a formar parte de la banda, al poco Forster comenzó una relación con ella, pero el triángulo nunca se llegó a completar ya que McLennan y ella nunca se soportaron especialmente.

Ese mismo año «I Need Two Heads» se convirtió en un pequeño éxito en las listas alternativas de Inglaterra, así que el grupo se embarcó para Londres junto a sus compatriotas The Birthday Party. McLennan terminó compartiendo piso con el autodestructivo Nick Cave y viviendo una vida rock & roll que poco casaba con su personalidad.

En 1981 apareció «Your Turn My Turn» demostrando que su música seguía oscureciéndose. Poco después saldría Send Me a Lullaby, su primer disco de larga duración. Pocos grupos tan buenos como ellos han tenido un debut tan poco prometedor como este, metidos de lleno en la corriente post punk, suenan a mala maqueta y poco inspirados.

Pero Robert Forster no tardaría en recuperar la inspiración, un mes después de la aparición de su debut, en diciembre de 1981, compondría «By Chance», una canción que escuchada a día de hoy suena a los Smiths, claro que en diciembre de 1981 los Smiths todavía no existían y los Go-Betweens sí.

McLennan seguía mejorando también y había compuesto «Hammer The Hammer», así que grabaron un sencillo con las dos en marzo de 1982, desde Londres, el sello independiente más importante del momento, decidió ficharles y distribuir el sencillo. Además, les puso en contacto con John Brand, que acababa de trabajar con mucho éxito en el High Land, Hard Rain de Aztec Camara.

Para el disco, se decidió por primera vez algo que les acompañaría el resto de su carrera, Forster y McLennan se repartirían equitativamente las composiciones del disco. Una gran idea que dispararía la competitividad entre ellos. En ese primer asalto el alumno supero al maestro y es que McLennan había escrito el primer gran clásico de la banda, «Cattle And Cane», con la guitarra acústica de Nick Cave mientras este descansaba comatoso tras su último chute de heroína.

La canción se convertiría en una de las más recordadas de su carrera, tenía un compás totalmente extraño, un riff de dos acordes, no tenía estribillo y sonaba totalmente extraña y bella. Era la pura destilación de la melancolía de los recuerdos infantiles, Grant echaba de menos Australia. La canción siempre aparece entre las mejores de la música australiana, pero en un primer momento pasó desapercibida, como el espléndido Before Hollywood, el segundo disco de la banda.

Poco después de su publicación, Robert Vickers se incorporó com bajista y McLennan pasó a la guitarra principal, eso sí Rough Trade había descubierto a los Smiths y decidió apostarlo todo por ellos. Eso sí, Geoff Travis, el responsable del sello, les recomendó a Sire Records. Su tercer disco, su tercer sello.

Brand volvió a ser el productor, pero esta vez buscó un sonido más contemporáneo, y eso en los años 80 significaba batería programada, algo que casaba mal con el sonido clásico de la banda. Spring Hill Fair tiene muy buenas canciones, “Part Company” y “Draining the Pool for You” de Forster y “Bachelor Kisses” de McLennan, elegida como primer sencillo, entran en esa categoría, pero es un disco demasiado irregular.

Aun así, el disco volvió a ser tan aclamado por la crítica como ignorado por el gran público, un ritual que les acompañaría toda su carrera. Pero todo el mundo seguía viendo el potencial de la banda y el mítico sello Elektra, el mismo para el que habían grabado los Doors o Love, les fichó y les dio todo el dinero para grabar su siguiente disco. Pero nada más terminarlo el sello quebró y la banda se encontró con un excelente disco bajo el brazo, pero ningún contrato. Al final fue Beggars Banquet Records el que se hizo con Liberty Belle and the Black Diamond Express, el mejor disco que habían hecho hasta la fecha.

Forster se había puesto las pilas y harto de que las canciones más melódicas de McLennan fueran las elegidas siempre como sencillos, había decidido volver a los tiempos de “Karen” y “People Say” y escribir  de nuevo canciones pop, inspirado por lo bien que le habían quedado “Part Company” y “Draining the Pool” en el disco anterior.

Así, en menos de un mes, escribió dos de sus mejores canciones, “Head Full Of Steam”, con Tracey Thorn haciendo los coros, y la gloriosa “Spring Rain”, dos sencillos que deberían haberles convertidos en superventas, con dos videos inolvidables, el primero de ellos con Forster imitando al Prince de «Kiss» y dándole a Jarvis Cocker todos los movimientos que necesitaba. Además, también entrega «To Reach Me» que podría haber sido otro sencillo por su cuenta.

Pero es que McLennan respondió al reto y entregó otra gran colección de canciones, la melancólica “Apology Accepted”, una de las favoritas de otro gran músico australiano, Paul Kelly, “The Ghost and the Black Hat”, evocando nuevamente los días de su infancia, además de “The Wrong Road”, una canción diferente y extraña, en la que parecía aceptar el reto de Forster, si tú escribes los sencillos yo pondré el filo en el disco con este vals que parece ir ascendiendo todo el tiempo y cuenta con unos maravillosos arreglos de cuerda.

Tanto Forster como Morrison consideran a este el mejor disco de la banda, un momento en el que desbordaban felicidad, pensando que se iban a comer el mundo con un material excelente, menos angular y complicado pero mucho más directo. Aun así, se repitió la historia de siempre, críticas entusiastas y cero repercusión comercial.

Con Tallulah llegó la incorporación de Amanda Brown como violinista y al oboe, el grupo iba encontrando un sonido propio, gracias a ésta músico con formación clásica. Ahora buscaban más claramente despegar comercialmente y, nuevamente, eso llevó a una producción menos inspirada que Liberty Belle.

Claro que seguía habiendo grandes canciones, esta vez las dos mejores venían firmadas por McLennan, «Right Here», a pesar de su producción, y, sobre todo, «Bye Bye Pride», aunque Forster tampoco se quedaba muy atrás con la pegadiza «You Tell Me» y la inquietante «The House That Jack Kerouac Built», una canción que podrían haber firmado los Echo & The Bunnymen. ¿Saben lo que pasó con el disco? Exactamente, lo mismo que los tres anteriores, grandes críticas, pocos discos vendidos.

Mientras tanto McLennan y Brown se enamoraron y comenzaron una pasionada relación, a la vez que Forster y Morrison entraban en crisis tras ocho años de relación. El siguiente disco, la gran obra maestra de la banda, sería algo así como el gran disco pop sobre el amor, sobre sus flameantes inicios y sobre su doloroso final. Dos compositores en éxtasis creador por dos motivos totalmente distintos.

16 Lovers Lane es el disco definitivo de la banda, el gran campeonato mundial entre McLennan y Forster por ver quién hace la canción definitiva. Es también el disco en el que Vickers dice adiós y entra en escena John Willsteed, un músico excelente que no solo se hace cargo del bajo, sin que también mete otras guitarras, piano y órgano Hammond, haciendo de 16 Lovers Lane el disco que mejor suena de la banda.

Todo parecía preparado para que, al final, la banda pegara el pelotazo definitivo, además cuando estaban terminando de grabarlo, McLennan apareció con «Streets Of Your Town», una canción ridículamente pegajosa, una gema pop cercana a la perfección, luminosa y altamente tarareable. La banda acababa de fichar por el sello independiente más grande de Australia, Mushroom Records, que acababa de fichar también a Kylie Minogue, y se hicieron dos videos para la canción. Pero la maldición seguía allí y ni «Streets Of Your Town», ni 16 Lovers Lane, ni los Go-Betweens lograron el ansiado éxito.

Y hablar de maldición no suena descabellado cuando se tiene un disco como 16 Lovers Lane. Se trata de uno de esos raros discos de pop en los que no hay una sola canción que te apetezca saltar. Aquí hay canciones buenas, como «Clouds», «The Devil’s Eye» o «I’m All Right», muy buenas como «You Can’t Say No Forever» o «Love Goes On», inicio del disco, y excelentes como las otras cinco.

«Quiet Heart» es pop barroco en su mejor expresión, «Love Is a Sign’ es una magnífica canción pop que combina mandolinas, cuerdas y una de esas melodías que a Forster y a Mclennan les salían tan a menudo, pero que son enormemente difíciles de conseguir.

También está la comentada «Streets Of Your Town», además de «Was There Anything I Could Do» con una gran participación de Palmer al violín, una prueba más de que Forster y McLennan no tenían nada que envidiar a sus coétaneos británicos Morrissey y Johnny Marr… Y luego está el bellísimo final con «Dive For Your Memory», la despedida de Forster a su relación con Morrison, un cierre a la altura de un disco imprescindible.

Para estas alturas, McLennan y Forster deberían estar acostumbrados al fracaso pero, cuando sabes que tienes un disco tan grande, la decepción no se puede evitar. Volver a ser los favoritos de la crítica, pero ver una vez más como el gran público sigue sin aceptarte tiene que ser doloroso. Así que en 1989 se volvieron a juntar como siempre y comenzaron a preparar un nuevo disco, las canciones seguían estando ahí, Forster y McLennan cara a cara nuevamente con sus guitarras acústicas, entre las que ensayaron están gemas que aparecerían en sus discos en solitario como «Open Invitation» (que no vería la luz hasta el 94 en el espléndido Horsebreaker Star) o la versión original de «Easy Come Easy Go», de McLennan, o la versión original del «Dear Black Dream» de Robert Forster.

Tenía una gran pinta, pero ninguno de los dos tenía ya las ganas de volver a pasar por lo mismo, así que decidieron poner fin a los Go-Betweens, incluso se planteó la posibilidad de seguir como dúo acústico, una idea que hizo que Brown dejara definitivamente a McLennan. La banda se terminó rompiendo a finales de 1989 y se hizo público en septiembre del 90 cuando apareció el recopilatorio 1978–1990, un disco que debería haber sido un grandes éxitos pero se quedó en «debieron haber sido grandes éxitos».

En el año 2000, Grant McLennan y Robert Forster se volverían a juntar y terminarían grabando otros tres discos juntos, The Friends of Rachel Worth, en el 2000, Bright Yellow Bright Orange, en el 2003, y Oceans Apart, en el 2005. Los tres cuentan con grandes canciones, en particular el último, la involuntaria despedida de la banda, que contenía la preciosa «Finding You» de McLennan. En 2006 éste sufrió un ataque al corazón y murió en su Brisbane natal, poniendo punto final a la banda.

Desde el momento en el que se separaron se convirtieron en banda de culto, no habían tenido ningún éxito, pero Teenage Fanclub y Belle and Sebastian les dedicaban canciones, Franz Ferdinand, The Decemberists, Nada Surf o The Wedding Present hacían versiones suyas y los reconocimientos seguían sin parar, canciones como “Cattle and Cane” o “Streets Of Your Town” aparecen siempre en los listados de mejores canciones de Australia, al igual que 16 Lovers Lane entre los discos, y, como decía al principio, en 2010 Brisbane bautizó a uno de los puentes de la ciudad con su nombre.

Forster parece contento con su condición de músico de culto y sigue sacando notables discos en solitario. El año pasado apareció una caja recopilatoria llamada G Stands For Go-Betweens Volume 2, en la que se repasa todo lo grabado entre 1985 y 1989, las maquetas para el disco que se quedó en el aire incluidas.

Esta edición especial tuvo cinco críticas de medios especializados, todos ellos menos uno lo puntuaron con un 10, el sacrílego que rompió el consenso fue Uncut, que les puso un 9. Pero esta vez ya sabían de antemano lo que iba a pasar y solo se editaron unos centenares de copias. Puede que otras bandas tuvieran más éxito, pero los Go-Betweens tienen un puente y Michael Bolton no… ¿Justicia divina?

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