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El inmortal regalo de Navidad de Phil Spector

En Música 16 diciembre, 2023

Sergio Ariza

Sergio Ariza

PERFIL

Con A Christmas Gift for You from Phil Spector, el susodicho, un productor que estaba más cerca del Grinch que de Santa Claus, entregó el mejor regalo musical de la historia. Un disco que se ha convertido en el equivalente musical al clásico navideño ¡Qué bello es vivir! (Frank Capra, 1946) o, lo que es lo mismo, el disco que siempre va a sonar en estas fechas en cualquier hogar donde a alguien le guste la música.

Para hablar del mejor disco navideño que se ha hecho nunca, tenemos que hablar de su protagonista, Phil Spector. En 1960, el artista había dejado a su grupo, los Teddy Bears, para empezar a trabajar como productor de la mano de Leiber y Stoller. En 1962, con menos de 23 años, ya se había independizado y creado su propia compañía, Philles; el 3 de noviembre de ese mismo año editó el sencillo que le iba a dar su primer número 1 como productor (ya tenía uno a sus espaldas con los Teddy Bears), se trataba de «He’s A Rebel» y, a pesar de estar editado bajo el nombre de las Crystals, quien realmente cantaba en él era Darlene Love y su grupo, las Blossoms.

A lo largo de 1963, Philles editó 11 sencillos que entraron en el Top 50 del Billboard, incluyendo 4 Top 10 («Zip-a-Dee-Doo-Dah», «Da Doo Ron Ron (When He Walked Me Home)», «Then He Kissed Me» y «Be My Baby»), así que se podría decir que estaba en lo más alto. Su fórmula se podía describir como mini sinfonías para adolescentes, con melodías irresistibles, grandes voces negras y, la guinda del pastel, el Muro de Sonido, descrito por su propio inventor como un sonido tan fuerte que si el material no era el mejor, el sonido llevara el disco. Se trataba de aumentar, aumentar. Todo encajaba como un rompecabezas.

Para alcanzarlo tenía varios ases bajo la manga, el ingeniero Larry Levine, el arreglista Jack Nitzsche y la mejor colección de músicos de sesión de Los Ángeles, los tipos de la Wrecking Crew, como Hal Blaine, Steve Douglas o Tommy Tedesco, con Spector empleando siempre más de 10 músicos en cada grabación. El resultado era cautivador y su medio de expresión perfecto era el sencillo, con su doble cara.

Pero a Spector le encantaba la Navidad, era su época favorita del año, a pesar de ser judío, una de sus muchas contradicciones, aunque quizás tenía que ver con que su cumpleaños era el 26 de diciembre. El caso es que decidió olvidarse de su poco aprecio hacia el disco de larga duración y hacer uno navideño en el que iba a actualizar muchos de los villancicos y canciones clásicas de la Navidad del American Songbook pasándolas por su filtro y transformándolas con el Muro de Sonido. También decidió contar con una canción original, para poder promocionar el disco de la mejor manera.

Las sesiones tuvieron lugar entre septiembre y octubre de 1963, allí estaban los sospechosos habituales, Levine, Nitzsche y varios miembros de la Wrecking Crew, como Blaine, Douglas, Tedesco, Barney Kessel o Leon Russell, además de los principales artistas de Philles, Darlene Love, las Crystals, Bob B. Sox & The Blue Jeans o las Ronettes, donde cantaba Ronnie, la mujer que se convertiría en su esposa. A pesar de su leyenda negra, Spector todavía no había comenzado su comportamiento errático y el ambiente fue festivo, con gorros de Papá Noel y muchas risas. Eso se notaría en el resultado.

El disco se abría por todo lo alto con «White Christmas», cantada por Darlene Love, en una versión mucho más rápida a la que estamos acostumbrados, piano, vientos, cuerdas y Hal Blaine marcando el ritmo mientras Love carga de razones a Steve Van Zandt cuando la señaló como la mejor vocalista de toda la historia. En el recitado Love habla de lo raro que es vivir una Navidad en Los Ángeles, con palmeras y nada de nieve. El arreglo es espectacular y la vocalista está enorme, apártate Bing Crosby este disco es imparable.

Luego llegaban las Ronettes con «Frosty the Snowman», un villancico con miles de versiones a sus espaldas pero que ahora suena a puro Muro de Sonido spectoriano, castañuelas, vientos, muchas capas de sonidos con voces e instrumentos fundiéndose en un todo más grande que la vida, la voz de Ronnie Spector suena perfecta.

Aunque los dos momentos de Bob B. Sox & The Blue Jeans están entre los menos destacados del disco, aun así, hay que reconocer que «The Bells of St. Mary» es una verdadera maravilla, pura épica Wagneriana llevada al pop, el Muro de Sonido de Phil Spector en su expresión más drástica y monumental.

Y luego aparecía uno de los temas más conocidos del disco, la inmortal «Santa Claus Is Coming to Town», que posiblemente se la hayas escuchado a Bruce Springsteen & The E Street Band, que han basado su imparable arreglo en éste, Blaine está perfecto, la sección de vientos igual, con solo del gran Steve Douglas incluido, y Lala Brooks y el resto de las Crystals ponen cada fibra de su cuerpo en su interpretación.

«Sleigh Ride» debería haber sido un éxito en medio mundo, es absolutamente contagiosa e imparable, con ese tintineo de los trineos convertido en esos irresistibles coros de «Ring-a-ling-a-ling, ding-dong-ding«, el arreglo de cuerdas de Nitzsche vuelve a brillar y las Ronettes buscan convertirse en las grandes protagonistas del disco, en dura pugna con Love.

El arreglo barroco del comienzo de «Marshmellow World» es sencillamente espectacular, igual que como da paso a otra muestra del Muro de Sonido de una manera imparable, solo con ese inicio ya sería una maravilla, pero es que todavía queda escuchar otra demostración vocal de Darlene Love, nuevamente Douglas se luce con otro solo y la banda se muestra sencillamente impecable, todos a los pies de Blaine, son 143 segundos que suenan perfectos.

Vuelven las Ronettes con «I Saw Mommy Kissing Santa Claus», otra vez con un truco parecido, comienzo de cuerdas tristes, portazo, y otra muestra de las pequeñas sinfonías adolescentes de Phil Spector, en este caso sobre una cría que cree ver a su mami besarse con Santa Claus, sin darse cuenta de que es su padre disfrazado. Un trauma similar al que tenemos todos los seguidores de Spector cada año, sabiendo que el tipo que nos hizo el mejor regalo de Navidad era, básicamente, una persona horrible.

Luego las Crystals le cantaban a Rudolph, el reno favorito de Santa y Chuck Berry, y dejaban claro que no había canción que bajara del 8 en este disco. Lo del uso de las castañuelas por parte de Spector se debería estudiar en las escuelas. Vuelve Darlene con otro inicio increíble en la melodía perfecta que es «Winter Wonderland», es impresionanate escuchar esta melodía en sus arreglos originales de tranquilo swing, cantada por Bing Crosby o Tony Bennett, y luego escuchar la versión de Darlene Love y darse cuenta de cómo un artista, en este caso Phil Spector, puede reinterpretar y hacer completamente suya una canción ajena.

Algo similar hace con el clásico «Parade of the Wooden Soldiers» del compositor alemán Leon Jessel, compuesta en 1897, esto se puede bailar sin necesidad de mallas y zapatillas de ballet. Y luego llega el gran clásico, la canción que le otorga a Darlene Love el título de Reina de la Navidad, por mucho que Mariah Carey lo intente reclamar para sí misma, «Christmas (Baby Please Come Home)», Spector encarga a una de sus mejores parejas compositoras, Ellie Greenwich y Jeff Barry, junto a los que firma la composición, para que compongan la canción de Navidad definitiva y estos responden con otro de sus muchos clásicos. Hay que dejar constancia de que Greenwick y Barry se casaron en octubre de 1962 y comenzaron a componer canciones juntos poco después, solo en 1963, el año de esta canción, le dieron a Spector «Be My Baby», «Da Doo Ron Ron», «Then He Kissed Me» o «Baby I Love You», que si los juntamos a «Christmas (Baby Please Come Home)» ya tienen suficientes razones para ser considerados como una de las parejas compositivas más importantes de la historia con su trabajo de 12 meses.

Pero es que la producción está a la altura de semejante clásico, Spector da el do de pecho creando uno de sus temas más melodramáticos de la historia y creando otra de esas mini sinfonías adolescentes que resumen a la perfección su genio.

«Here Comes Santa Claus» palidece un poco en comparación con el clásico, pero sigue siendo una muy buena canción, lo que pasa es que tiene el ingrato trabajo de seguir a una canción que debería haber sido el cierre del disco, pero Phil Spector tuvo otra idea. Cerrar el disco con un mensaje personal, dejando claro que esto era una cosa propia y dando fin (sin querer) de alguna manera ese periodo de la, entonces naciente historia del pop y el rock & Roll, en la que los productores fueron los reyes. Los Beatles estaban a la vuelta de la esquina, a punto de hacer su aterrizaje en EEUU en enero de 1964 y cambiar las reglas del juego para siempre.

El caso es que el disco se cierra con una versión de la canción más famosa de la historia de la Navidad, «Silent Night». Este es un final muy bonito, con un mensaje personal de Spector, dando las gracias a todos los implicados y a los oyentes, mientras Darlene Love y el resto de cantantes cantan la melodía en el fondo sobre un precioso arreglo de cuerdas.

Spector, el hombre que solo creía en los sencillos, entregaba un disco prácticamente perfecto que tendría una enorme influencia en las bandas que iban a hacer del LP el objeto de arte pop por excelencia, los Beatles, los Beach Boys, con un Brian Wilson que nunca ha ocultado que este es su disco favorito de todos los tiempos, o Simon & Garfunkel, que cerrarán su primera obra maestra Parsley, Sage, Rosemary & Thyme de una manera similar, aunque con un giro, sus angelicales voces cantando «Silent Night» mientras suenan las noticias de la radio, Vietnam, asesinatos, disturbios raciales…

El caso es que el disco era una maravilla pero, hablando de noticias, no podría haber elegido un peor día para publicarse. El álbum salió el 22 de noviembre de 1963, el mismo día en el que asesinaron a John F. Kennedy. Phil Spector entregaba el regalo de Navidad más divertido e inocente de la historia, el día en el que una nación perdía definitivamente su inocencia y pasaba a estar de luto. Como comentaría el propio productor no se puede regalar algo cuando no hay nada que celebrar y ese año EEUU canceló las Navidades.

Un resignado Spector incluso retiró varias copias del mercado, haciendo que las pocas copias originales se convirtieran en muy valoradas por los coleccionistas. Pero el disco llegó a las manos adecuadas, como decíamos Brian Wilson, que estuvo presente en el estudio mientras lo grababan e incluso llegó a tocar el piano en «Santa Claus Is Coming to Town», antes de que Phil Spector le dijera que no tenía el nivel suficiente para tocar en uno de sus discos, lo convirtió en su disco favorito y llevó al poco a sus Beach Boys a grabar un disco navideño por su cuenta. También lo hicieron muchos jóvenes músicos que iban a dominar la década musicalmente, incluidos los 4 que lo iban a cambiar todo, los Beatles. Cuando el disco se volvió a reeditar en 1972 lo hizo en el sello de los de Liverpool, Apple.

Para ese momento, la fama del disco ya habría crecido mucho con el boca a boca, hasta convertirse en el disco de cabecera navideño de los melómanos más exquisitos, convirtiéndose para todos aquellos con una buena colección de discos en algo tan imprescindible en la Navidad, como el turrón o la cena con la familia. Su fama fue en aumento cuando en 1986, otro de los grandes amantes del disco, David Letterman, comenzó con su tradición de llevar a Darlene Love a cantar en directo el «Christmas (Baby Please Come Home)» en su programa previo a la Navidad. El ritual duró 29 años hasta su retirada de la televisión en 2014. Eso sí, al año siguiente le tomó el relevo el programa «The View» en el que Darlene Love sigue cantando cada año a la Navidad.

Puede que, como resultado de todo esto, este clásico haya terminado ganando a la mala suerte y se haya convertido en el gran éxito que siempre fue. En 2018 entró, por primera vez, en las listas de Billboard, en la posición 48. Desde entonces, cuando llegan estas fechas, el disco hace su aparición entre los más vendidos de EEUU alcanzando su mejor puesto en enero de 2023, llegando al número 8, al igual que «Sleigh Ride», como sencillo, que también alcanzó el Top Ten por primera vez el año pasado. Mientras escribo estas palabras A Christmas Gift for You from Phil Spector y «Sleigh Ride», fieles a su cita, ya se han vuelto a colar entre el Top 25 del Billboard (con «Christmas (Baby Please Come Home)» quedándose a las puertas con un 27), y puede que estas Navidades alcancen ese número uno que debieron conseguir cuando aparecieron por primera vez.

Aunque da un poco igual, más que en las ventas, en lo que se ve su inmenso legado es que, 60 años después de su publicación, somos muchos los que no podemos imaginar unas Navidades sin volver a recurrir a él por millonésima vez…

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