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Solidaridad de palo

En La gran aventura de Pérez, Lifestyle miércoles, 22 de octubre de 2014

Pérez

Pérez

PERFIL

¿Eres de los que firma todas las peticiones de Change pero no has ido a una manifestación en tu vida o no votas en las elecciones? Eres un solidario de palo. Un activista de sofá. Y eso es como no ser casi nada, amigo.

Hace unos días leí un post en Facebook que resumía estupendamente lo que pensaba desde hace tiempo sobre la solidaridad.

Es una reflexión provocada por el sacrifico del perro Excálibur de Teresa Romero, la enfermera infectada por el ébola en Madrid, una reflexión muy lúcida que me llamó la atención especialmente por el concepto “absolutación de la solidaridad”. Viene a decir, él lo dice mejor, que movilizarse o quejarse por una causa concreta, que te indigna o te suliveya, no implica que tengas que hacerlo con la misma intensidad por todas las demás injusticias del mundo, porque no todas te afectan de la misma manera, ni te sientes igual de involucrado.

Así, dice el post, deberíamos “invertir” nuestra preocupación y apoyo según una lista de gravedad, y quienes no siguen esa jerarquía actúan con ligereza. Con este argumento nadie da la talla para alzar la voz. El mensaje de fondo es que cualquier activismo es hipócrita y está injustificado, que no tenemos derecho a protestar por nada porque no lo hacemos por todo. Falso.

Tiene razón. Es falso. El apoyo a una causa no significa el olvido de las demás, simplemente, es imposible que sintamos el mismo vínculo emocional por todo. Pero es falso, sobre todo, porque introduce el concepto activismo cuando habla de solidaridad. Sin actividad, sin movimiento, no hay solidaridad. Sin participar activamente para cambiar lo que no nos gusta, lo que nos indigna, no hay solidaridad, es sólo una pose.

Esta pose es la que está ganando en las redes sociales, en Internet. Y es una trampa.

Se confunde la solidaridad con el movimiento del dedo al fimar una petición en Change o similares, o con compartir mensajes reivindicativos en los muros de Facebook o en Twitter. Se confunde la solidaridad con visibilizar la preocupación o los intereses, con el simple llamamiento a la acción. Activismo de sofá, que dicen.

No voy a caer en la trampa de la simplificación, sugiriendo que quienes se muestran activistas en la Red se conforman con ese leve movimiento del dedo. Sé que hay muchas personas para las que es un paso que precede al movimiento real, a ese que te lleva a dejar el activismo de sofá para pasar al de calle, al compromiso con el barrio, la asociación, el partido, el grupo de amigos o la ONG. Pero también sé que son (somos) las menos.

Las campañas de sensibilización para solidarizarnos sobre mil y una campañas han incorporado las redes sociales siguiendo el esquema tradicional: informar, captar la atención, tocar la fibra, y movilizar, llamar a la acción, quizás sin prever que la acción iba a desarrollarse en el mismo entorno que la campaña, la Red, y que era muy difícl que provocara un movimiento real.

Ese movimiento va, necesariamente, más allá de cambiarse el avatar unos días, hacer unos retuits o compartir los post patrocinados, porque eso no sirve para nada: no va a cambiar el presupuesto de la investigación contra el cáncer, ni va a aumentar los recursos para los refugios de animales, ni siquiera va a conseguir que los desaprensivos dejen de abandonar a sus perros en la cuneta. No te equivoques, ni tú ni un millón de retuits como el tuyo van a conseguir nada, y si crees que sí, eres un solidario de palo, de pega, de mentira.

Para que tu solidaridad sea efectiva, para que tu acción provoque un cambio real, es imprescindible que te comprometas, salgas a la calle y te impliques de verdad en eso que te preocupa lo suficiente como para poner tu nombre en un listado junto a chorrocientos mil solidarios más.

No seas mendrugo. No seas un solidario de palo.

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