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Cultura

Singularidad diferencial en la arquitectura

En Abandonen el edificio, Cultura lunes, 13 de noviembre de 2017

Sandra Jiménez

Sandra Jiménez

PERFIL

En un reciente viaje a Escocia, visité el famoso edificio del Parlamento en Edimburgo, proyectado por  Enric Miralles, el conocido arquitecto catalán, muerto prematuramente a los 45 años.

Edificio del Parlamento de Edimburgo, arquitecto Enric Miralles. © Fotografía SJLL.

Edificio del Parlamento en Edimburgo, arquitecto Enric Miralles. © Fotografía SJLL.

¿Cómo es posible que un edificio pueda retratar también la cultura y las tradiciones de una nación?

Algo había leído de una de las cuatro naciones que constituye el Reino Unido: la historia de Escocia, que ocupa un tercio de su superficie, que había sido un estado independiente hasta 1707, y que más tarde había entrado a formar parte del Reino Unido. Posteriormente, hacia la segunda mitad del siglo XX, quiso volver a ser independiente y se pasó gran parte de su historia así, luchando para conseguir su autonomía.

Lo siguiente que sabía de Escocia era gracias a la película Braveheart (1995) dirigida, producida y protagonizada por Mel Gibson, donde se muestra una parte importante de su historia, bajo la figura del héroe/rebelde escocés William Wallace, un hombre carismático e inteligente que lideró la I Guerra de la Independencia de Escocia, un país subyugado a los ingleses bajo la figura del monarca Eduardo I de Inglaterra, que quería conseguir la corona de Escocia, aprovechando que su último monarca no había tenido herederos. Aunque no es posible asegurar la veracidad histórica de todo lo relatado, sirvió para mostrar el fuerte carácter escocés y el profundo respeto que tienen por sus tradiciones.

Me acordé del equipo de arquitectos catalán EMBT liderado por Enric Miralles, su entonces esposa Bernadetta Tagliabue, junto con el estudio de arquitectura escocés RMJM y del Parlamento de Escocia en Edimburgo. Y pensé en el reto profesional que debió suponer diseñar un edificio que aunase cultura, tradición e historia y con el que los escoceses pudiesen sentirse identificados, para poder ganar el concurso internacional convocado en 1998.

El resultado no pudo ser más espectacular: una propuesta, en apariencia abstracta, de un edificio que simbolizaba una serie de hojas y sus ramas. Pero, al mismo tiempo, representaba una unión poética entre el paisaje escocés -una mezcla entre lo salvaje y lo natural-, su gente y su cultura.

Planta general del Edificio del Parlamento de Edimburgo, arquitecto Enric Miralles. © Architecture week.

Planta general del edificio del Parlamento de Edimburgo, arquitecto Enric Miralles. © Architecture week.

Aunque nadie terminó de entenderlo, el proyecto despertó la atención del jurado, ya que mostraba un edificio singular, a primera vista complejo, pero que en su esencia reunía todo lo que representa Escocia: era patriótico, pero no en exceso, como así se apreciaba en los pequeños detalles de sus espacios.

Edificio del Parlamento de Edimburgo, arquitecto Enric Miralles. © Fotografía SJLL.

Edificio del Parlamento de Edimburgo, arquitecto Enric Miralles. © Fotografía SJLL.

Más que una estructura única, el Parlamento es como una pequeña ciudad en la que cada uno de los bloques y espacios que la componen están excepcionalmente definidos.

Recorrer y comprender ese mini núcleo urbano, arquitectónicamente hablando, es toda una aventura y como tal, haciendo uso de nuestra imaginación intentaremos recorrerla y comprenderla, sin visitarla en su totalidad, ya que desgraciadamente la visita guiada solo te permite acceder a determinados espacios.

Lo primero es situarla. El complejo se encuentra ubicado en la zona norte del parque de Holyrood, justo al final de Royal Mile, la principal arteria histórica de la capital, y frente al Palacio de Edimburgo.

El edificio de entrada se encuentra ubicado en la zona este y contiene el hall de acceso, principal núcleo de comunicaciones de las diferentes dependencias, los servicios de información (mostradores), el bar, los aseos y la tienda. Sobre él, justo encima del hall, la Cámara de debates, el auténtico corazón del edificio, de la que hablaremos más adelante cuando describamos el interior.

Hall de entrada del Edificio del Parlamento de Edimburgo, arquitecto Enric Miralles. © Fotografía SJLL.

Hall de entrada del edificio del Parlamento de Edimburgo, arquitecto Enric Miralles. © Fotografía SJLL.

En su parte derecha, mirando de frente la fachada (noreste), se encuentra uno de los edificios más importantes: la Torre de la prensa, un edificio de 4 plantas, cuya fachada está decorada con piezas en forma de bota, hechas de piedra y roble.

Como elemento de unión y cohesión, una pérgola que relaciona el edificio con el exterior, revestida superiormente con unas piezas laminadas de madera simulando un entramado de ramas y bajo la cual se ha dispuesto, a modo de celosía de protección, una secuencia de montantes de madera como ramas. La misma se prolonga hasta alcanzar y dejar su marca en el muro de hormigón prefabricado. Una vez salvado dicho muro, la serie se repite en la cerrajería metálica de chapa que va envolviendo perimetralmente el edificio.

En la parte sur se encuentran los jardines y terrazas orientados hacia las empinadas laderas de Salisbury Crags y las colinas volcánicas del Arthur’s Seat, desde lo alto de las cuales se puede contemplar la volumetría completa del conjunto y una vista impresionante de la ciudad de Edimburgo.

Si cerramos los ojos y respiramos hondo, podemos imaginarnos esos jardines y terrazas como unas ramas que se extienden hacia la montaña y las cubiertas de los diferentes edificios como hojas, que van entrelazándose unas con otras, como la describen en algunos libros de arquitectura. Podemos experimentar todo el encanto y esplendor de la naturaleza que emerge del paisaje escocés. Y evocando la historia, podemos soñar con una pequeña ciudad medieval, en la que los grandes espacios se yuxtaponen con los pequeños, variando de escala, adaptándose al emplazamiento, creando un laberinto emocionante e impredecible de emociones arquitectónicas.

Patios interiores del Parlamento de Edimburgo, arquitecto Enric Miralles. © Fotografía SJLL.

Patios interiores del Parlamento de Edimburgo, arquitecto Enric Miralles. © Fotografía SJLL.

Continuando con nuestra visita, en la zona suroeste vemos los edificios de la Asamblea y sus cuatro torres rodeando la Cámara de los diputados. Vistos desde arriba su forma se asemeja a unas barcas escocesas amarradas al muelle. Sin embargo, las torres que albergan los servicios de los parlamentarios, parecen hojas, aunque sus techos también podrían ser botes. Ambas formas se repiten en todo el complejo. Todos ellas están compuestas por estructuras de hormigón armado, revestidas de granito Kemnay y con paneles decorativos de roble y de granito gris y negro.

Edificio del Parlamento de Edimburgo, arquitecto Enric Miralles. © Fotografía SJLL.

Edificio del Parlamento de Edimburgo, arquitecto Enric Miralles. © Fotografía SJLL.

Llegamos a la zona oeste, cuya fachada es de mis favoritas y nos encontramos con el edificio de los parlamentarios, un edificio lineal de seis plantas: una icónica matriz rectangular, sobre la que se distribuyen las 114 ventanas bay window -en voladizo y provistas de un asiento. Tanto interior como exteriormente, tienen el aspecto de poliedro irregular en el que destacan las formas escalonadas y una marcada V, un guiño a las piernas de la silueta de un famoso cuadro de Raeburn: El reverendo Robert Walker patinando en el lago Duddinngston. Su interior abovedado está pintado en un azul fuerte, el color de la bandera escocesa.

Edificio de los Parlamentarios de Edimburgo, arquitecto Enric Miralles. © Fotografía SJLL.

Edificio de los Parlamentarios de Edimburgo, arquitecto Enric Miralles. © Fotografía SJLL.

Edificio de los Parlamentarios. © Fotografía SJLL.

Edificio de los Parlamentarios. © Fotografía SJLL.

Su interior me recuerda un poco a los tradicionales festejadores medievales, huecos de ventana con asiento de piedra situados en la parte interior, para sentarse y conversar.

Detalle interior de ventana tipo Bay Window © Scottish Parliamentary Corporate Body 2012.

Detalle interior de ventana tipo bay window © Scottish Parliamentary Corporate Body 2012.

Consciente de la importancia que suponía la construcción de este edificio y en su empeño por no dejar nada al azar, Enric Miralles pensó y diseñó una complicada estructura en la que definió todos y cada uno de los elementos que la compondrían, con un nivel de detalle tan exhaustivo y preciso, que hasta el mobiliario de cada una de las habitaciones fue hecho a medida.

Ventana tipo Bay Window del Parlamento de Edimburgo, arquitecto Enric Miralles. © Fotografía SJLL.

Ventana tipo bay window del Parlamento de Edimburgo, arquitecto Enric Miralles. © Fotografía SJLL.

Entremos en él. Lo primero que vemos es el maravilloso hall, compuesto por tres bóvedas decoradas con cruces en bajo relieve, una alusión a la Saltire (cruz de San Andrés) y diversas columnas de sección troncocónica-truncada dispuestas, aparentemente, en forma arbitraria. Hay que destacar que toda la estructura del edificio está realizada con hormigón armado visto, con un acabado de alta calidad que lo hace, sencillamente, sublime.

De aquí arranca un lobby de múltiple altura que precede a las escaleras que conducen a la Cámara de Representantes. Las ventanas de marco de madera que lo delimitan van formando secuencias escalonadas, una alusión a las fachadas de las casas circundantes tipo holandés, desde las que se pueden ver las rotundas columnas inclinadas que conforman la fachada interior de la torre de la cámara.

Lobby y escaleras interiores del Parlamento de Edimburgo, arquitecto Enric Miralles. © Fotografía SJLL.

Lobby y escaleras interiores del Parlamento de Edimburgo, arquitecto Enric Miralles. © Fotografía SJLL.

Subimos las escaleras y llegamos a la cámara de representantes, cuyo techo está compuesto por tres grandes cerchas de madera y conectores de acero inoxidable fabricados especialmente para el edificio. Los elementos a compresión que componen la estructura son de roble europeo laminado, una alusión al antiguo parlamento (1639), y los de tracción, en acero inoxidable.

Cámara de debates del Edificio del Parlamento de Edimburgo, arquitecto Enric Miralles. © Fotografía SJLL.

Cámara de debates del edificio del Parlamento de Edimburgo, arquitecto Enric Miralles. © Fotografía SJLL.

Todos sus revestimientos están realizados en madera de roble europeo y de plátano, en los que se aprecian troqueladas una serie de botellas que representan a la gente que observaba a los parlamentarios.

Cámara de debates del Parlamento de Edimburgo, arquitecto Enric Miralles. © Fotografía SJLL.

Cámara de debates del Parlamento de Edimburgo, arquitecto Enric Miralles. © Fotografía SJLL.

El mobiliario compuesto por asientos, pupitres y las lámparas, que repiten el motivo de las botellas, fueron diseñados especialmente por Enric Miralles.

Cámara de debates del Parlamento de Edimburgo, arquitecto Enric Miralles. © Fotografía SJLL.

Cámara de debates del Parlamento de Edimburgo, arquitecto Enric Miralles. © Fotografía SJLL.

Arquitectura. Lámpara de la Cámara de debates del Parlamento de Edimburgo, arquitecto Enric Miralles. © Fotografía SJLL.

Lámpara de la Cámara de debates del Parlamento de Edimburgo, arquitecto Enric Miralles. © Fotografía SJLL.

Estos y otros detalles fueron los causantes de los altos costes de construcción y de muchos retrasos, pero sirvieron para mostrar la singularidad diferencial del edificio. Se trata de una obra que logra trasmitirnos la esencia del lugar, el carácter de los escoceses, sus tradiciones y su cultura.

Enric Miralles sufrió una fuerte presión por parte del público en general, al no haberse adjudicado el proyecto a un arquitecto escocés. Luchó por defender una propuesta que no se entendió. Su construcción se retrasó en el plazo de ejecución y su coste superó el inicialmente propuesto. A pesar de todo, finalmente tuvo su recompensa y triunfó con su obra póstuma ya que, actualmente, el edificio del Parlamento ha conseguido que los escoceses se identifiquen con él y lo asuman como una pieza más de su patrimonio cultural.

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