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Sex ex machina, amor por geolocalización

En Lifestyle 3 octubre, 2014

Edu Reptil

Edu Reptil

PERFIL

¿Quieres un abrazo? Olvida esas técnicas demodé en las que antes creías y lánzate de lleno al mundo de las aplicaciones. Hay un desconocido ahí fuera esperándote con los brazos abiertos.

Tienes un mal día, uno de esos en los que nada más poner un pie fuera de la cama te ha invadido una sensación de pesadumbre que te hace ver tu vida como un espacio claustrofóbico y opresivo; encontrar trabajo o prosperar en tu carrera profesional se ha convertido en un bucle existencial tan molesto y frustrante como el de Sísifo. Miras la pantalla de tu móvil y descubres con horror que no tienes ninguna notificación. Nada, tu smartphone es un páramo. ¿De verás no hay ni una mísera foto de un gato gracioso en ninguno de tus grupos de Whatsapp? Sales a la calle y miras a la gente a tu alrededor: todos avanzan con la vista apuntando al dispositivo que sostienen en la palma de la mano. Los cruces de miradas con extraños se están convirtiendo en un bien escaso.

Definitivamente es un día en el que te vendría bien un abrazo. Leyendo el timeline de Twitter descubres que hay una nueva aplicación en el mercado, una que puede ayudarte a conseguir que este martes o miércoles gris se transforme en un flamante viernes a mediodía, si no literalmente, al menos emocionalmente. El artículo dice que Cuddlr pone en contacto a desconocidos que precisan algo de cariño. Al principio te resulta algo extraña la idea, pero como eres un ser humano del siglo XXI asumes que esto forma parte del viraje en nuestra forma de relacionarnos. El contacto físico que buscabas proporcionado por un sistema de geolocalización. No puede ser tan malo. Te creas un perfil y te dispones a probar el ingenio, podrías hallar al otro lado a alguien sensible, alguien que todavía da valor a los encuentros fortuitos en los que no se pretende nada más que el mero hecho de querer y ser querido. Amor en esencia sin contraprestaciones.

¿Pero, es este el medio para encontrarlo? Según varias experiencias que se pueden consultar en internet, como la de esta periodista del Washington Post, no parece. ¿Por qué? Por algo que seguro que ya imaginabas: no funciona así. Es demasiado artificial, es un caldo de cultivo perfecto para errores de planteamiento. Tal vez ese usuario no era tan sentimental como esperabas, tal vez el objetivo que perseguía abrazando a desconocidos/as por la calle era otro, no necesariamente condenable, pero menos altruista de lo que deseado. Quizás quería que fuese el punto de partida para algo. No se le puede juzgar por ello, simplemente ha dado un nuevo uso a la aplicación, que al fin y al cabo, es una herramienta.

¿Podrá la nueva comunicación que proporciona la tecnología ayudarnos a conseguir un abrazo puro y fraternal? Quién sabe. Mientras tanto, siempre quedará Tinder. Mucho más efectiva, mucho más realista. Ya lo advierte su propio eslogan: ‘como la vida real, pero mejor’.

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