Tengo la impresión de que no es posible comprender nuestro tiempo sin reflexionar sobre las transformaciones en el ámbito de la comunicación y, en particular, en los nuevos mecanismos de formación de la opinión pública. La comunicación contemporánea, fragmentada y emocional es un fenómeno amplio que muta de forma acelerada. Horizontal, veloz, anti jerárquica, pero también anti-profesional, consentida, adolescente, anónima, relativista, descentralizada, sobre-afectiva (y afectada), incluye el periodismo y el arte, la política y las redes sociales, lo viejo y lo nuevo, lo formal y lo informal, las desfasadas cadenas de correos y la nueva velocidad de lo viral y parece imposible aprehenderla sin atender a eso que llamamos «cambio cultural».
Y ese es, a mi juicio, el primer mérito de Memeceno. La era del meme en internet, el gráfico título de la ilusionante editorial valenciana La Caja Books, haber reunido a una serie de autores capaz de ofrecer un cuadro lúcido e interdisciplinar, actual y por momentos profundo del meme en clave cultural.
La generosa e inteligente introducción del coordinador Álvaro L. Pajares acierta al situar al meme desde una perspectiva histórica desde la analogía con la metáfora biológica de Richard Dawkins y la integración del meme con toda su naturaleza irónica en los primeros contextos de auto-referencialidad (Mike Godwin) a su ligazón con las redes sociales y su ambivalente uso al hilo de los temas más populares de las nuevas tecnologías (feminismo y la misoginia reactiva, ultraderecha y lo que en otros lugares hemos llamado «nueva sensibilidad»).
Dos claves se antojan pronto enormemente interesantes: de un lado, la relación del meme con la ironía (más en el uso que le dio Fredric Jameson que en el de Richard Rorty), de otro, su potencial como eje de una serie de nuevas «fisiologías», los tipos y caracteres según el género decimonónico francés: usuarios de foros recalcitrantes, activistas de micro foros más o menos reivindicativos, normies y provocadores, todos aparecen convocados.
La historia del meme en internet, la colonización del ciberespacio, su ubicación como producto cultural en el capitalismo de las plataformas o la conciencia de su viralidad sirven tanto para situar el meme en el contexto de la nueva cultura popular (en atención a algunas de sus señas: autoría colectiva, reelaboración constante y mutabilidad, reproducción de significados) como para abrir el análisis de sus experiencias y usos.
Por dar alguna pincelada de cada capítulo, en «Usos y costumbres del shitposting» del colectivo milenial de escritura, Proyecto Una, destaco (además del hecho nada baladí de que está muy bien escrito) la habilidad para situar el meme en una mirada comprometida pero crítica con los dispositivos de resistencia, sus fines apuntes estéticos, sus mirada descreída, los intentos tipológicos sobre memes lúdicos y disruptivos, su denuncia al feo modo en que al nuevo fascismo (lo que sugiero llamo «fascismo de la gestión comunicativa») le conviene que se llene todo de mierda.
En «Meme printer go brrr» la periodista lúcidamente decepcionada Patri Di Filippo da cuenta de los flirteos capitalistas, la fagocitación (digestión, desarticulación, expulsión) del potencial combativo del meme: la forma en que transita de ser una herramienta de comunicación colectiva a una máquina de hacer dinero. Ultraproductividad, sociedad del don (Marcel Mauss y Lewis Hyde) y argumentos (indirectos) para una renta básica universal.
En «Apuntes previos para una teoría del don», Pajares encuentra espacio para desarrollar la idea de la ironía como herramienta crítica y estética del mememaker que resulta una emocionante disección del presente en clave de crítica cultural (micro-celebridades, mercado de la intimidad online) estrategias de supervivencia y un clima anímico ora fantasmático (en la línea de Mark Fisher o Simon Reynolds) ora muy personal sobre el mercado, la mitología del último estadio del capitalismo y los nuevos imaginarios.
Divertido y catártico me ha resultado «Memes por España» de Mikel Herrán y Guillermo Pérez cuyo subtítulo «(Re)conquista, imperialismo y evocación nostálgica de un pasado por internet» no decepciona sino que se convierte en una sana purga espiritual de los excesos kitsch del imaginario reaccionario patrio. Su capítulo además me parece moralmente impecable en su acercamiento al trato del pluralismo y la otredad.
En «Cómo la Tumblr girl se hizo feminista» la filósofa, gestora cultural y videoensayista Alba Lafarga traza un emocionante recorrido muy bien equilibrado entre lo autobiográfico, la reivindicación sociopolítica y una afilada, justa y pertinente crítica al trol neorrancio a partir del meme feminista que sirve a la vez para desgranar dimensiones sociopolíticas.
Otro acierto de la edición es la incorporación de una mirada sagaz hacia la temperatura anímica de nuestra época, el «Manifiesto estabilidad emocional» de Clara Arnanz, con todo su eco Geert Lovink (Tristes por diseño), empieza a completar con sensibilidad e inteligencia el cuadro de posibilidad de comprensión del Memeceno. Sus reflexiones sobre afirmaciones, memes de autoayuda y «otras baratijas del lenguaje terapéutico de internet» denotan un conocimiento privilegiado de las dinámicas y complejas contradicciones de la intersección entre psicología y tecnología que echan luz sobre ejemplos transversales del volumen, desde las guerras Tumblr vs 4chan al vínculo de Jordan Paterson y la gramática de la autoayuda.
«La memeización de Isabel Díaz Ayuso» de Álvaro L. Pajares y Aitor González es una aproximación tan elegante como sarcástica, tan humorística como conmovedora (en la línea de un Chuck Klosterman o de una Lorrie Moore) a la desquiciada historia reciente. Microsociología política, hitos del uso neocon, 4chan, paralelismos con el secuestro de la política americana. Con todo su desasosegante aire de un episodio de Succesion, la razón (la lógica) de las elecciones primarias en EE. UU. proyectada sobre la mente (o sobre los spin doctors) de la otrora community manager de Pecas, el perro de Esperanza Aguirre: la incorrección como liberación (irresponsable) del compromiso ilustrado con la racionalidad.
En «Empastillados. El meme de la red pill de Matrix y los usos reaccionarios de la distopía», Francisco Martorell Campos, el inteligente filósofo y autor de Soñar de otro modo se siente muy cómodo en la disección de las distopías de derecha, un tema en el que ha depositado mucho trabajo e inteligencia. Aparecen además, temas que en la onda del sueño y el teatro telúrico (Calderón, Devs, Shakespeare et al.) invitan al lector (al menos siento que me invitan a mí) a ligar el texto en su vertiente de crítica normativa con la sociología dramática (Norbert Elias, Erving Goffman), las hipótesis de la simulación, la lógica del multiverso y otras ideas sobre la ontología del mundo aplicadas al momento actual (tan desafiante de nuestras razones): descreimiento, distanciamiento político, glitch in the Matrix y sus derivas políticas y postestructuralistas.
El desconcertante epílogo de Luna Miguel, «Érase una vez un incel y una feminazi» con todos sus hallazgos formales cierra el tono abierto de este ensayo que incluye en las páginas finales un breve glosario del meme y de la jerga de internet.
Lógica de lógicas, Historia de historias, meme-tales, perspicaces micro-estudios de los tiempos postirónicos, crisis de patrones modernos, capitalismo cognitivo, viejos arquetipos humanos y nuevas fisiologías, evolución del don, perfiles de la rana Pepe, economía de la atención. Con toda su inteligencia, con su elegante aparato paratextual, con su atractiva capacidad de penetración y su enorme oportunidad, Memeceno –obra de muchas voces a descubrir, estupendo electo de jóvenes mentes a reivindicar– se me antoja uno de los ensayos más generosos, suculentos y lúcidos del año y otro acierto de La Caja Books.
Hermosos: jóvenes que piensan.
Malditas: sequías y nuevas olas de calor.
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