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Breve historia de la canción del verano

En Música 6 julio, 2020

Fernando Ruiz Goseascoechea

Fernando Ruiz Goseascoechea

PERFIL

Este estío transpandémico es posible que huela un poco diferente al de años anteriores, pero seguro que huele, entre otras muchas cosas, a canción del verano. Si el rey musical de la Navidad española ha sido, y sigue siendo en muchos hogares, Manolo Escobar, el amo de la llamada canción del verano durante medio siglo ha sido Georgie Dann, un músico francés que un día dejó su virtuosismo con el clarinete y el saxo, y se dedicó a que los españoles pasasen el verano haciendo pasos estrambóticos al ritmo de sus canciones.

Sus temas siguen en muchas cabezas desde que revolucionó las playas y las piscinas en 1969 con «Casatschok», y luego fue asistiendo, puntualmente cada año, a la cita veraniega. Entre sus grandes éxitos están «El dinosaurio» (1972), «El bimbó» (1975), «Paloma blanca» (1976) «Carnaval, carnaval» (1983), «Macumba» (1986), «El negro no puede» (1987) y «La barbacoa» (1994).

Cuando era pequeño, por la radio de casa y de las voces de mi madre y de María Tijeras, la mujer que trabajaba por horas en casa, se oía mucha copla española, mucho Antonio Molina y mucha Concha Piquer. Pero un día llegó una canción veraniega, muy pegadiza, que hablaba de la playa. Se trataba de María Cristina, una guaracha simpática y contagiosa que importaba el ritmo cubano a nuestro franquismo de bocadillo y esparto.

Lo curioso es que en la España de los 50 pegase con fuerza una composición cubana de los años 30 basada en una canción popular española del siglo XIX a la que el santiagueño Ñico Saquito la convirtió en un hit añadiéndole unas estrofas.

El tema musical habla de la madre de la reina Isabel II, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias que casaron con su tío, el rey Fernando VII. Cuando este murió, quedó como regente y se casó con su amante, Agustín Fernández Muñoz, sargento de su guardia de corps. Los chismes y bromas sobre la nueva pareja inundaron las calles.

Aquí va la letra de una de las primeras canciones del verano de la España de los años 50. Cuando era pequeño todavía se cantaba en la playa y en los corros de niños en los parques. Probablemente mi madre la tarareaba mientras me embadurnaba de aceite Ambré Solaire en la playa de San Miguel, en Almería.

Quién iba a pensar que unos años después, a mediados de los años 60, la música estaba a punto de sufrir un revolcón que pondría en serios apuros a la hegemonía de la canción aflamencada y de la copla. De repente, las simpáticas canciones de Emilio El Moro se vieron superadas por «Que se mueran los feos», de Los Sirex, por poner un ejemplo paradigmático.

Las grandes referencias internacionales seguían en pie: Adamo, Elvis Presley, Frank Sinatra, Bing Crosby, Paul Anka, Sacha Distel… Pero empiezan a llegar aires nuevos procedente de Europa, comenzando por la canción romántica italiana: Rita Pavone, Adriano Celentano, Gigliola Cinquetti, Gianni Morandi, Ornella Vanoni

Casi al mismo tiempo, quizá un poquito más tarde, llega la canción con mensaje y moderna (yé-yé) francesa: Marie Laforêt, Silvie Vartan, Johnny Hallyday, Michel Polnareff, Jacques Dutronc, Gilbert Becaud, Francoise Hardy, Hervé Vilardad, Christophe, France Gall, Claude Françoise…  Y también aterriza la música beat británica y los discos con el rock y R&B que ya se cocinaba en el Reino Unido: Tom Jones, The Shadows, Cliff Richard, The Beatles, The Rolling Stones, The Kinks, The Who, The Animals…

Desde las universidades y festivales musicales de Estados Unidos llegan los nuevos tiempos, con cantantes y letras con mensaje, de carácter contracultural, de protesta, o reflejo del incipiente movimiento hippie que estaba a punto de expandirse por todo el mundo y que empieza a filtrarse por las emisoras de radio: Peter, Paul and Mary, Joan Baez, Bob Dylan, Scott Mckenzie, Leonard Cohen, Joni Mitchell, Jefferson Airplane, Grateful Dead, Janis Joplin, Santana, The Mamas & the Papas, The Beach Boys, Creedence Clearwater Revival, Neil Young, Canned Heat…

Es histórico el concierto de los Beatles en la plaza de toros de Las Ventas, de Madrid el 2 de julio de 1965. Los Rollings Stones tardaron más y actuaron por primera vez en nuestro país el 11 de junio de 1976 en la plaza Monumental, de Barcelona.

Desde América Latina, llegaban también los ecos de la Nueva Trova cubana con Pablo Milanés y Silvio Rodríguez a la cabeza. Pero lo que más se oye es la  bossa nova y las nuevas voces brasileñas: Roberto Carlos, Beth Carvalho, Caetano Veloso, Chico Buarque, Milton Nascimento, Maria Bethânia, Gilberto Gil, Tom Jobim, Elis Regina, Simone…También llegarían las voces de Mercedes Sosa y Violeta Parra.

En Madrid ya se había formado en 1959 uno de los primeros grupos de rock, Los Estudiantes, que eran alumnos del colegio Ramiro de Maeztu. Cuando el grupo se deshace en 1964, algunos de sus componentes integran otros grupos que se hacen famosos como los Pekenikes y los Brincos. Aparecen también dos grupos rompedores que cantaban en perfecto inglés —algo muy raro en esos años— temas homologables a lo que se está haciendo en Europa: Los Canarios («Get On Your Knees») y Los Bravos («Black is Black»). Son lo años de lanzamiento también de Miguel Ríos, Los Relámpagos, Bruno Lomas, Los Tonys y muchos otros.

En Barcelona ya cosechan éxitos los pioneros del rock y el twist, El Dúo Dinámico; Los Mustang dan a conocer en español una buena parte del repertorio de los Beatles. Triunfan, entre otros, Los Sirex, Los Salvajes y Lone Star, creado en 1959 por Pere Gené, grandes impulsores del blues, jazz y rock hispano.

En Radio Barcelona (SER) empieza a sonar en 1965 Joan Manel Serrat. En ese tiempo empieza a oírse la Nova Cançó, movimiento que reivindicaba el uso normal del catalán en la canción y denunciaba las injusticias de la dictadura.

Serrat se suma a Els Setze Jutges, grupo inspirado en la canción francesa y donde también se encuadran, entre otros, María del Mar Bonet, Lluis Llach, Guillermina Motta, Miquel Porter i Moix, Remei Margarit, Josep María Espinàs, Rafael Subirachs, Pi de la Serra…

Alrededor de la Nova Cançó, de la que formaban parte catalanes, mallorquines como María del Mar Bonet, y valencianos, como Raimon y Ovidi Montllor, se reagrupan un montón de músicos y cantantes como Guillem d’Efak, Núria Feliu, Maria Dolors Laffitte, Jacinta, Els Xocs, Els Dracs, Els 3 Tambors, Els 4 Gats… Salomé y Raimon obtienen en 1963 el primer premio del Festival de la Canción Mediterránea con «Se’n va anar» (Se fue).

En Bilbao ya estaban haciendo recitales Izaskun, Amaya y Estíbaliz en el trío Las Hermanas Uranga, embrión femenino de lo que luego sería Mocedades. En el País Vasco, la gran influencia musical viene del País Vasco Francés con Michel Labéguerie y la difusión de sus discos publicados en Francia. En 1965, Mikel Laboa, que ya había publicado discos en euskera, monta algo semejante a Els Setze Jutges que se llama Ez Dok Amairu, en el que participan, entre otros, Benito Lertxundi, Lurdes Iriondo, Julen Lekuona, Joxean Artze, Nemesio Etxaniz, José Antonio Villar, Xabier Lete, José Ángel Irigaray, Juan Miguel Irigaray, el grupo Yoloak, el grupo Oskarbi y José María Zabala.

En Andalucía, Agustín Castellón Campos (Sabicas) regresa del exilio en 1967 y se le hace un homenaje con la presencia de Enrique Morente, Paco de Lucía, Serranito y Manuel Cano.  En Sevilla aparece el rock andaluz con la banda Gong y el grupo Smash, con su blues y su rock underground con Gualberto García, con temas históricos como «El garrotín» o «Tiny Peter» con la voz de Lole y la guitarra de Manuel. En 1974 aparece Triana, icono del rock andaluz.

En Galicia emerge el colectivo Voces Ceibes; En Castilla están ya haciendo recitales los folcloristas Ismael y Joaquín Díaz, y está a punto de surgir Nuevo Mester de Juglaría.

Y es en ese momento cuando aterriza en España un argentino con corbata, tirantes y gemelos que se llama Luis Aguilé y pone a todo el país a hacer gorgoritos de soprano con «Juanita Banana». Aquí podríamos decir que se inaugura la canción del verano, que no es, ni más ni menos, que una canción fresca y pegadiza —cuidado, que estos dos atributos no son nada fáciles de conseguir— donde la calidad musical no sea, aparentemente, su requisito principal, sino la capacidad de enganchar a las masas vacacionales y a sus ansias de mover el esqueleto en las fiestas de los pueblos, verbenas y discotecas, entre cubata y cubata. Insisto, parece un reto fácil pero no lo es en absoluto.

Pero debemos reconocer que el pistoletazo real de la canción del verano nace en Italia, en 1964, cuando la RAI pone en marcha un concurso que se llamaba Un disco per l’estate (Un disco para el verano) y que se componía de dos fases: la primera se emitía por la radio y la fase final era televisada por la RAI. A lo largo de varias semanas, la gente podía elegir desde su casa su canción favorita, enviando una tarjeta postal con su voto. El buen funcionamiento del concurso hizo que en años posteriores se fuese repitiendo este sistema de elegir la canción del verano.

El experimento italiano se convierte en un éxito y en España arranca en 1966, algo parecido desde diversas emisoras como Radio Miramar, Radio Peninsular y Radio Juventud. Además, ese mismo año Radio Madrid pone en marcha Los 40 principales. Pero al no existir un organismo oficial, no siempre hubo unanimidad entre los medios de comunicación a la hora de elegir la canción del verano.

Deducimos, pues, que la canción del verano no es un galardón único en sí y que tiene una gran dosis de subjetividad. En realidad, se trataba de los temas musicales más radiados en la época estival. También podían ser canciones exitosas en festivales como el de Eurovisión.

Hoy día la canción del verano se confunde con un bombazo musical de carácter internacional tipo «Macarena», «Waka waka», «Bailando» o «Despacito». También algunos anuncios publicitarios han tenido un spot que se convierte en canción del verano, como fue en 2009 Summercat, de Billie the Dancer & The Vision, para la cerveza Estrella Damm.

En España tenemos nuestras preferidas incombustibles para las verbenas, fiestas y celebraciones: «Los pajaritos», «El tractor amarillo», «Saca el güisqui cheli», «Bamboleo», «El venao», «Paquito el chocolatero»…Y, la verdad es que todas ellas huelen bastante a verano.

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