Hans Ruedi Giger (1940-2014) aka H.R. Giger va a pasar el verano en Bretaña. El mítico artista suizo que revolucionó la ilustración y el diseño, a lo largo de una prolífica y en parte incomprendida carrera a pesar de su fama mundial, es objeto de una gran retrospectiva comisariada por el profesor y escritor valenciano Carlos Arenas -quien le dedicó su tesis doctoral-, que se exhibirá en Le lieu unique (Nantes) del 16 de junio al 27 de agosto de 2017.
Esta impresionante retrospectiva es la primera exposición desde la muerte del artista y comprende un centenar de obras originales, incluyendo pinturas, escultura y, dibujos de quien ha sido y es una figura inspiradora e influyente en el arte contemporáneo -cine, moda, audiovisual, literatura, diseño gráfico o música.
El arte transgresor de Giger no siempre fue comprendido y también fue objeto de censura, a lo largo de su vida. A pesar de contar con el proyecto insignia que supone la creación colosal del H.R. Giger Museum de Gruyères (Suiza), inaugurado en 1998, su obra sufrió la incomprensión tanto en su país como en Estados Unidos, siendo tachada de obscena e incluso pornográfica. En este sentido resulta ilustrativa la advertencia del centro de Nantes a sus visitantes: algunas obras pueden herir la sensibilidad de los más jóvenes y se recomienda a los adultos cerciorarse por sí mismos de la adecuación de la visita para sus hijos pequeños y adolescentes que, de hecho no están autorizados a visitar la muestra sin ir acompañados.
Su ausencia en la bibliografía de la Historia del arte, su menosprecio por parte de las instituciones y los estamentos culturales oficiales, se ve compensada con creces por el arraigo de la obra gigeriana en la vanguardia pop, el underground y la cibercultura. Giger es admirado y adorado tanto en los círculos fetichistas, incluyendo a los fanáticos del tatuaje, como en los culturales que desafían lo establecido. Como refiere Carlos Arenas, su obra está viva, es reinterpretada constantemente y se conecta plenamente con el discuso artístico y filósofico contemporáneo.
El prestigioso centro cultural francés, dirigido por Patrick Gyger, fue creado en el año 2000 y está ubicado en las antiguas instalaciones de la fábrica de galletas LU (Lefèvre Utile), un edificio de los años 1880 proyectado por Auguste Bluysen, arquitecto que paradójicamente se especializó en los espacios de ocio de la época: casinos, hoteles, teatros… Le lieu unique (lugar único), un sorprendente edificio, característico de la ciudad que alumbró al visionario Julio Verne, no podía haber sido mejor elegido para acoger la originalidad del suizo Giger.
Su director así lo asegura, ya que con esta exposición Le lieu unique confirma su preferencia por aquellos que vagan en los intersicios, que bordean las fronteras y no temen extraviarse en los sitios que otros consideran insanos, obscenos o insoportablemente diferentes.
Giger se definía como artista plástico, artesano, escultor, pero sobre todo pintor, con un estilo único que él acuñó: la biomécanica, que combina lo biológico, nacido de la naturaleza, y lo artificial, proveniente de la técnica. Gran parte de la genialidad de su trabajo radica en su capacidad de inquietarnos, mediante combinaciones incómodas, carne y máquinas, transmitiendo desasosiego y ansiedad.
La estética indistinguible de Giger expresa gráficamente la lucha contemporánea del ser humano, donde las máquinas invaden el mundo que conocemos. Y el ejemplo más conocido, su creación universal, fue el monstruo protagonista de Alien (Ridley Scott, 1979) que cambiaría para siempre el aspecto de la ciencia-ficción. Como afirma el comisario Carlos Arenas, creó un nuevo concepto de terror espacial, enfatizándolo hasta dimensiones mitológicas. H.R. Giger nunca imaginaría que su creación llegaría a eclipsar el resto de su obra, porque la criatura que le proporcionó un Oscar en 1980 le superó.
La frecuentemente referida oscuridad propia de su trabajo es rebatida por Patrick Gyger, quien prefiere hablar de penumbra, esa zona límite que existe gracias a la luz. El artista es un maestro contemporáneo de esa ambivalencia, que iría más a allá del propio claroscuro pictórico, este laberinto nos permite comprender su interés por lo oculto: el lugar donde se halla la revelación.
Las sombras no existen por sí solas, son reflejos de nosotros mismos y de nuestras creaciones y, como diría H.R. Giger, estas inmersiones en el terreno de los sueños son un festín para la psiquiatría. El terror revelado como nuestro propio reflejo es, según el director de Le lieu unique, el mensaje crítico del artista: los iconos terribles, las creencias serviles, las perversiones degradantes son nuestras, no suyas.
La exposición, en la que se ha implicado a coleccionistas privados de Suiza y Alemania, al Museo Giger y en la que ha colaborado la viuda del artista, Carmen Giger, se articula en torno a dos bloques: Main steps of the legend he built y Between disciplines.
En el primero se exhiben las primeras obras: dibujos en tinta, ilustraciones para revistas underground…; los primeros Passagen: óleos que reúnen los temas más representativos del universo Giger, surgidos de pesadillas claustrofóbicas o nacimientos traumáticos; Aerografía, la técnica que abandonó en 1990, que llegó a ser su especialidad para explorar un mundo mágico y esotérico; Esculturas y mobiliario y, por último sus obras más recientes, desde los años 80 hasta el 2000, incluyendo referencia al museo y al futurista bar que abrió en 2003, lugar de peregrinación obligado para sus seguidores.
El segundo bloque expositivo se centra en varias disciplinas como el cine (sus colaboraciones con Ridley Scott en Alien o con Roger Donaldson en Species (1995); la música (trabajos con Debbie Harry, Dead Kennedys, Emerson, Lake and Palmer…); Medio ambiente y desarrollo urbano, Biomecánica y Arquitectura, en el que podemos contemplar sus pinturas de ciudades futuristas.
Como parte del evento, Le lieu unique ha publicado un magnífico catálogo de 148 páginas, que incluye fotografías, testimonios y textos diversos sobre el gran artista suizo, y que se puede adquirir por 20€.
El cineasta Oliver Stone, gran admirador de la obra de H.G. Giger, definió así la esencia de su valor: No he conocido a nadie que haya retratado con tanta precisión el alma del hombre moderno. Por nuestra parte, los que apreciamos al artista suizo celebramos este homenaje con el deseo de que ya no se cuestione, en la creación contemporánea, el lugar que merece un trabajo tan visionario.
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