Pedro Harres (Porto Alegre, 1984), director de From the Main Square, la película ganadora en la sección de Cine inmersivo del 63 Festival internacional de cine de Tesalónica, es un artista multimedia brasileño, afincado en Berlín, donde desarrolla su actividad como director de animación y guionista. Desde su formación en Filosofía, de la que no es ajena en absoluto su obra, ha abordado la creación artística en múltiples formatos, desde el cine a la instalación. Harres fue seleccionado para participar en el Festival de Venecia en dos ocasiones, la primera vez para presentar su corto animado de debut, Castillo y el Armado, que compitió en la sección Orizzonti; la segunda, en la pasada edición en la que fue galardonado con el Gran premio del jurado en Venice Immersive. Esta primera incursión en Realidad virtual fue también su tesis de master, en Dirección de animación, en la Babelsberg Film University, y se titula From the Main Square.
From de Main Square es lo más alejado de un videojuego y lo más inmersivo que se pueda imaginar en este género de producciones, cuya línea de división entre el puro entretenimiento que explora soluciones técnicas y e interactivas con más o menos brillantez, es extraordinariamente fina. Redefiniendo el papel del espectador como parte activa del filme, cuya colaboración se solicita de diversas formas, y la necesidad que impone el medio de lograr una entrega total a la narración, a las imágenes y al tema que propone el director, las películas que se presentaron a competición en Tesalónica nos mostraron las prometedoras posibilidades con las que la técnica puede enriquecer la experiencia cinematográfica. El rechazo de los puristas que no se han acercado a este tipo de propuestas más allá de los prejuicios, tildando de espectáculos de feria a estas creaciones, debería transformarse en una apertura mental del nivel que practicaron los primeros espectadores del nickelodeon, para aceptar el cine sonoro o el color. Artistas como Harres o películas como la suya demuestran con creces que ensanchar los límites de creación audiovisual la engrandecen en la misma medida que lo hacen los directores que trabajan con un formato tradicional, siempre dependiendo de su propio talento y de cómo ponen a su servicio con éxito los recursos técnicos y las opciones que eligen para narrar sus historias.
La película de Pedro Harres nos sitúa literalmente en el centro de una plaza mayor, en la que vemos crecer y transformarse no solo una ciudad, sino una civilización, la que hemos conseguido crear con mayor o menor fortuna desde los inicios de la Humanidad. Los valores que nos representan, la diversidad, la ideología, la filosofía, la religión, los conflictos que nos enfrentan y destruyen son narrados sin palabras, con el único soporte de sonidos u onomatopeyas y la música compuesta por Marcus Sander y Justin Robinson, apelando a nuestra acción para amplificar una imagen o desencadenar un acontecimiento. Este cruce de caminos lo es también de voluntades, donde se muestran los más ancestrales temores y los recursos con que las personas hemos lidiado desde que recordamos, y tenemos constancia, con las cuestiones más profundas de la metafísica y la convivencia.
En From de Main Square, el espectador experimenta esa inmersión literal y metafóricamente. Envuelto en una visión de 360º, no puede dejar de sentir que la historia que se narra es la suya propia. La exposición de pequeños sucesos que se van acumulando provocan reacciones que, sumadas, dibujan una línea evolutiva dolorosamente reconocible. Harres nos convierte en protagonistas y testigos al mismo tiempo, para asistir al declive de una civilización que nació virgen para sucumbir a sus propias contradicciones.
El director ha declarado que durante cuatro años, tuvo a Berlín en su mirada, pero también a Brasil en su mente. El estilo visual de los dibujos de línea esquemática de Daniel Eizirik y Paulo Lange y las animaciones en 2D de Samuel Patthey, Sofia Schönborn y André Correia configuran una identidad visual que conduce un guion a veces humorístico, rayano en lo negro, absurdo, pero no menos que la realidad que describe. La magnitud de la empresa llevó a Harres a confesar que no la habría emprendido de saber de antemano las dificultades con que se iba a enfrentar en su debut en la VR.
A lo largo de 19′, el director nos descubre el paisaje, nos deja libres de observar y dirigir nuestra atención, que es apelada por un sonido o un movimiento, hasta su clímax final. Nosotros interactuamos libremente, elegimos seguir un hilo y su transformación o nos giramos para saber qué ha ocurrido con un grupo de personajes. La lupa que podemos activar transforma la imagen en un primerísimo plano, elegimos si agrandarlo en un close up o no, y como si en medio de la plaza real nos halláramos, los sonidos nos sobresaltan o el movimiento guía nuestra mirada. Sonreímos, apreciamos el humor sin diálogos, entramos al trapo de las sugerentes paradojas y exploramos entregados a la elegante complejidad de un discurso solo aparentemente sencillo, por su falta de autoconciencia. El espectador agradece la ausencia de solemnidad con que otras obras revisten de grandilocuencia hueca sus películas, subestimando la capacidad del espectador de juzgar por sí mismo lo que está experimentando, y en este sentido son particularmente irritantes esas voces en off que nos advierten de la importancia de lo que vamos a contemplar, tan frecuentes en este tipo de películas.
From the Main Square no es un juego con posibilidades que se bifurcan una y otra vez, no nos guía de la mano con paternalismo, pero nos interpela en un proceso que va adquiriendo intensidad en la medida que su discurso va ganando en profundidad. Como argumentó el jurado que premió la película de Pedro Harres, del que formé parte junto al cineasta Alexis Alexiou y Dimitris Xaritos, profesor de Comunicación y estudios de medios en la Universidad Kapodistrian de Atenas, la película combina magistralmente una nueva expresión formal con las técnicas tradicionales de animación, para conseguir una obra inmersiva, multinivel, no lineal, que propone una estética híbrida. La historia y la política se entrelazan a través del humor y la tragedia en una narración potente que refleja las preocupaciones fundamentales y las amenazas a nuestra civilización.
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