Intramurs arranca con una programación como para dejarse las suelas en la calle durante diez días.
¿Y esto es vida? Me pregunto en cada momento de lucha tenaz. La voz de la mujer que exclama de esta manera llega hasta nosotros desde el Bosque Urbano, pertenece a uno de los monólogos organizados por Valencia Acoge. Una pancarta tras ella pide un mundo sin muros en el contexto del festival Intramurs, que arrancó el día siete y que hasta el dieciséis de este mes se encargará de llenar de vida creativa el Barrio del Carmen.
Jerónimo y yo hemos decidido salir hoy sábado a recorrer la zona mapa en mano, yo soy ciertamente torpe interpretando planos, por eso y porque disfruto de su compañía lo he sacado de casa pese a que todavía arrastraba las secuelas morales de haber tenido que trabajar disfrazado de pollo para una campaña publicitaria de una conocida marca. Es de lo más humillante que he tenido que hacer nunca, me dice, espero que nadie me reconozca. Ibas disfrazado de pollo, le respondo. Sí, pero se me veía la cara. Publicidad en la calle ayer, arte en la calle hoy.
Todo el barrio rebosa energía; recuerda a las noches en Tánger. El Espacio Ideo, un espectacular solar con varios niveles, es como el cerebro del festival; las luces que han colgado se me antojan actividad sináptica. Entramos mientras escuchamos el Fonetismo social de Jesús Ge, Pedro Verdejo y Antonio Díez, que arranca aplausos al público. Nuestra ruta incluye varios puntos calientes del programa: además de este espacio queremos visitar Plaza Viriato y el Solar Corona, y puede que luego la terraza del MuvIM o la post-party en Radio City. La cantidad de citas en la programación para estos días casi intimida. En nuestro ir y venir nos cruzamos varias veces con Arístides Rosell, artífice de Russafart, y a muchas otras caras conocidas -por méritos propios- de la cultura en Valencia. La calle huele a leña y a aire frío, un factor que siempre me trae el recuerdo de la noche en un pueblo. Nos detenemos un instante a contemplar Piel, de Trashformaciones, una intervención urbana formada por las carcasas metálicas aplastadas de vehículos que yacen en la Plaza Músico Chavarri. Todo el que pasa cerca le dedica un vistazo, igual que a la Blanquita de La Nena Wapa Wapa, homenaje a una mujer que forma parte de la historia del vecindario.
Puertas de la ciudad antigua para adentro y para afuera van a pasar muchas cosas estos días. Este mes es intenso: además de Intramurs, está en marcha el Festival Internacional de Mediometrajes La Cabina, que coincide en fechas. Así da gusto. Para que luego digan eso de que en Valencia no se hace nada, asevera mi acompañante. [Me voy a permitir una licencia publicitaria: basta ver la agenda del medio en el que estás ahora mismo para darse cuenta de que se hace, y se hace mucho]. Me viene a la cabeza ahora -justo antes de ir a cenar tras dos horas fantásticas de descubrimientos estimulantes- el mensaje del cartel que vimos al principio. Si tienen que existir muros, que sean siempre para acoger en su seno iniciativas de este tipo. Pero que tengan las puertas bien abiertas, de par en par.
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