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Patricia Highsmith en el cine, entre la perversión y el delito

En Cine y Series 16 enero, 2021

Sergio Ariza

Sergio Ariza

PERFIL

Dejemos que Patricia Highsmith defina su particular universo, La vida no tiene sentido si no hay delito en ella, y lo que más le gusta del mismo, lo que más me interesa es la perversión, que es el mal que me guía. Dos frases que podrían haber salido de la boca de su personaje fetiche, Tom Ripley, un tipo encantador, amoral y falto de ningún tipo de ética, para el que el asesinato no es sino un movimiento más en su partida de ajedrez contra el mundo.

La culpa, o su falta de ella, la mentira y el crimen son algunos de los temas favoritos de esta escritora que terminó sus días casi en reclusión, viviendo con su gata, ya que Mi imaginación funciona mucho mejor cuando no tengo que hablar con la gente. Para celebrar su centenario, voy a hablar de cinco de las mejores adaptaciones cinematográficas que ha tenido su obra, del maestro del suspense al melodrama existencial de Todd Haynes, pasando por los diversos Ripleys en celuloide, del fascinante Alain Delon al perturbador Dennis Hopper.

Extraños en un tren (1951)

Alfred Hitchcock llevaba dos fracasos consecutivos, Atormentada y Pánico en la escena, cuando decidió adaptar la primera novela de una escritora totalmente desconocida. El rey del suspense necesitaba un éxito y decidió que el material que le proporcionaba la joven Patricia Highsmith era perfecto para ello, así que compró los derechos y puso al mismísimo Raymond Chandler a trabajar en el guión. Pero el padre de Marlowe no compartía el entusiasmo del británico por el libro y, sumado a sus problemas con la bebida, acabó entregando un guión bastante mejorable. Aun así Hitchcock fue capaz de rodar varias escenas magistrales marca de la casa, el encuentro en el tren, a través de los pies, el final en el tiovivo…

Aun así la película también se resiente por un reparto que no funciona, en especial un Farley Granger poco acertado. Parece evidente que en esta ocasión, Hitchcock (sin duda, con la aprobación de Highsmith) prefiere al amoral, rayando en psicópata, personaje interpretado por Robert Walker. A pesar de todo la película fue un tremendo éxito y convirtió, de la noche a la mañana, a Patricia Highsmith, que acababa de cumplir 30 años, en una de las voces principales de la novela negra.

A pleno sol (1960)

No hay duda de que Tom Ripley es el personaje más importante de la bibliografía de Patricia Highsmith, un tipo amoral y hedonista, con una sexualidad poco definida que también es un asesino en serie… Bien pues no cabe duda de que, a pesar de sus numerosas apariciones en pantalla, la mejor llegó a la primera. Y es que quien haya visto el A pleno sol de René Clement no podrá olvidar la estupenda caracterización de Alain Delon como el mítico personaje, claro que es difícil pensar en un trepa con mayor encanto que Delon en 1960.

Highsmith había creado al personaje cinco años antes, en 1955, en la primera de su serie de novelas sobre el personaje, El talento de Mr. Ripley, y volvería a él en otras cuatro ocasiones, con La máscara de Ripley en 1970, El juego de Ripley en 1974, Tras los pasos de Ripley en 1980 y Ripley en peligro en 1991.

Pero como decía la obra de Clement es la definitiva, una película con una puesta en escena prácticamente perfecta, una fotografía fascinante, en la que el sol y la luz de los exteriores contrastan con las oscuras intenciones de su protagonista, un personaje, y una gran banda sonora a cargo de Nino Rota.

El amigo americano (1977)

Wim Wenders demuestra una fuerte personalidad y hace un poco como Hitchcock, coger el texto de Patricia Highsmith, en este caso El juego de Ripley, como excusa para hacer una película totalmente personal, con sello propio. Aquí están todas las obsesiones de Highsmith, pero la película es puro Wenders. Punto y aparte merece el Tom Ripley que compone un Dennis Hopper totalmente desatado, con sombrero cowboy y los mismos tics que posteriormente tendría Frank Booth. Es más, si después de ver esta película nos ponemos Terciopelo Azul pensaremos que Booth y Ripley son la misma persona.

El caso es que Wenders quería a John Cassavettes como Ripley, pero el creador de Shadows rechazó el papel amistosamente, no sin antes recomendar al volcánico Hopper. Wenders aceptó al director de Easy Rider y decidió dar papeles a otros de sus directores favoritos, así aparecen por esta película Nicholas Ray (que, curiosamente, fue uno de los que le ofreció uno de sus primeros papeles a Hopper, en la mítica Rebelde sin causa), Jean Eustache o Samuel Fuller, lo que le da un aura todavía más cinéfila.

Claro que la película no lo necesita, es, junto a otras como En el curso del tiempo, Paris, Texas y El cielo sobre Berlín, una de las películas fundamentales de su filmografía. Wenders sabe traspasar los tintes de novela negra a su estilo europeo más pausado, mezclando hábilmente la intriga con la profundidad psicológica de sus personajes, Bruno Ganz está estupendo como Jonathan Zimmermann, un fabricante de marcos que, como Walter White, romperá a malo tras cruzarse con el amoral Ripley. Será este el que utilice su enfermedad para impulsarle a hacer cosas de las que no se creía capaz.

Wenders da un curso de rodaje en la escena del primer asesinato, con un inexperto Zimmerman. La utilización por parte del director alemán del Too Much On My Mind de los Kinks, es perfecta para describir el estado mental del protagonista, agobiado, deprimido, al borde de la crisis nerviosa y existencial.

Una adaptación valiente en la que Wenders rinde homenaje al cine negro original, texto de Highsmith, Ray y Fuller entre los actores, pero cargado de personalidad y sin renunciar a la esencia misma de su cine.

El talento de Mr. Ripley (1999)

Anthony Minghella vuelve a la primera novela sobre Ripley, la misma de la que surgió A pleno sol, y entrega una película irregular aunque con buenos momentos. Lo mejor de la misma viene en la primera parte, mientras dura el trío entre Matt Damon, Jude Law y Gwyneth Paltrow, aunque pierde bastante fuelle en la segunda.

Y es que, sin duda, el mayor acierto de esta película es un Jude Law que está bastante por encima de un Matt Damon que no puede con la sombra de Alain Delon. Eso sí, su éxito con el público llevó a renovar el interés en el trabajo de Highsmith, y en Ripley, y llevaría a nuevas adaptaciones como El juego de Ripley de Liliana Cavani, con John Malkovich dando vida al personaje, o Mr. Ripley el regreso, de Roger Spottiswoode.

Carol (2015)

Esta película adapta la segunda novela de Patricia Highsmith, la autobiográfica El precio de la sal, que se publicó en 1951 bajo el seudónimo de Claire Morgan, y es que Highsmith nunca aceptó del todo su propia homosexualidad, aunque la novela se reeditaría bajo su nombre en 1988, cuando la autora todavía vivía, bajo el nombre de Carol. Es la obra en la que Highsmith más pone de ella misma, viéndose reflejada en el personaje de Therese Belivet, mientras que el de Carol Aird es una versión de varias de sus amantes, con un poco de la fascinación/odio que la propia Highsmith sentía por su madre.

Con esta película, Todd Haynes se confirmaba como el mejor heredero posible de los grandes directores de melodrama de la época dorada de Hollywood. Si en Lejos del cielo buceaba en el universo en tonos pastel de Douglas Sirk, en Carol miraba cara a cara a una obra maestra como el Breve encuentro de David Lean. Como en aquella obra maestra la película se centra en una historia de amor que se tiene que mantener en secreto.

La película, al igual que la novela de Patricia Highsmith, está contada a través de los ojos de Belivet. De ahí que Carol aparezca en la cámara de Haynes, y en la interpretación de Blanchett, con el brillo de un ideal, como si fuera una estrella de cine de la época dorada de Hollywood.

Junto a un guión muy equilibrado destacan una puesta en escena absolutamente perfecta y las interpretaciones de sus dos actrices protagonistas, totalmente entregadas a sus personajes, con una Cate Blanchett (una veterana en esto de interpretar personajes de Highsmith, ya aparecía en El talento de Mr. Ripley) perfecta como el personaje que le da título y una Rooney Mara perfecta como Belivet. El único pero es que su loable intento de distanciamiento para no caer en lacrimógenos lugares seguros hace, a veces, que la película peque de fría, algo que, por otro lado, casa bien con el carácter de Highsmith.

A pesar de todo, Carol es una de las más brillantes adaptaciones de Highsmith, siendo, además de una historia de amor, un acertado retrato de una época absolutamente sofocante para todos aquellos que se salían de lo que estaba bien visto por la puritana sociedad.

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