Una de las muchas obviedades que se dicen de Caetano Veloso es que es el Bob Dylan de Brasil, pero como todos los clichés no es más que un reduccionismo, que queda bien para decir que estamos hablando de la figura más importante de uno de los países más musicales del mundo, pero Caetano tiene más influencia de João Gilberto que del propio Dylan, y fueron los Beatles los que le convirtieron al rock.
Sin embargo, a diferencia de otros músicos de su generación, no se quedó en las influencias de aquellos maravillosos 60, sino que alucinó con Fela Kuti, se quitó el sombrero ante los Talking Heads y no le hizo ascos a la New Wave. La música de Caetano es la de un culo inquieto que logró mezclar bossa, rock, psicodelia, samba, fado, tango o miles de músicas más, en una música totalmente personal.
Gracias a su enorme talento como compositor y a una voz que es una de las más emocionantes de la música pop del siglo XX, ha conseguido cohesionar una obra gigantesca con más de 30 discos de estudio y 21 discos en directo. Estos son diez pasos perfectos para introducirse en el enorme legado de Caetano Veloso.
Caetano Veloso (1968)
El cantante había debutado discográficamente a comienzos de 1967 con Domingo, un disco junto a su amiga Gal Costa con fuerte inspiración en la bossa nova. El disco había demostrado que había un gran cantante y compositor (“Coração Vagabundo” es la primera gran canción de su carrera), pero Caetano todavía no se había encontrado del todo, estaba todavía bajo el embrujo de João Gilberto y Dorival Caymmi. Todo cambió cuando apareció en el Festival de música de TV Record, apoyado por la banda de rock argentina Beat Boys, cantando “Alegria, Alegria”.
De repente, la música brasileña se mezclaba con la anglosajona, la bossa nova con la psicodelia y João Gilberto con los Beatles. Había nacido el tropicalismo. Poco después comenzaba la grabación de su disco de debut en solitario, la canción de apertura daría nombre al naciente movimiento, “Tropicália”, como “Alegria, Alegria” era una batidora de elementos, con referencias a la cultura pop y un estilo que era una bofetada en la cara a los nacionalistas del gobierno dictatorial y a los puristas de la izquierda que veían en las guitarras eléctricas y el rock una concesión capitalista.
Es un disco revolucionario, con una maravillosa portada psicodélica y varias canciones gigantescas, como ese “Clarice” que demostraba que seguía haciendo maravillosas baladas acústicas, adornada eso sí con un estupendo arreglo de vientos y cuerdas. En “Soy Loco Por Ti, América”, cantada en una extraña mezcla de español y portugués, le pidió a su amigo y camarada Gilberto Gil que compusiera una canción al recientemente fallecido Ernesto ‘Che’ Guevara, aunque realmente es una oda a todo un continente que se extiende mucho más allá de la frontera del río Grande.
También están aquí la ultra pop “Superbacana” o la irresistible “No Dia Em Que Eu Vim-me Embora”, además del excelente cierre con la psicodélica “Eles”, en la que le acompaña la banda fundamental del movimiento tropicalista, Os Mutantes, con los teclados psicodélicos de Arnaldo Baptista y las guitarras disonantes de su hermano Sergio dando la nota de color a otra gran canción de la primera obra maestra de Caetano.
Tropicália: ou Panis et Circencis (1968)
Un disco histórico, los dos líderes del movimiento tropicalista, Caetano y Gilberto Gil, acababan de sacar sus discos de debut y en mayo del 68, momento histórico a nivel mundial, deciden reunir en un estudio de grabación a varios de sus amigos y conspiradores para grabar el manifiesto del movimiento tropicalista, Tropicália: ou Panis et Circencis.
Entre los allí presentes están músicos como Gal Costa, Nara Leão, Os Mutantes o Tom Zé, poetas como Capinam y Torquato Neto, y una figura fundamental, el maestro Rogério Duprat, responsable de los brillantes arreglos del disco. Se busca una atmósfera parecida al Sgt. Pepper’s de los Beatles, al que se hará otro homenaje con la portada, pero saldrá algo totalmente propio.
La mayoría de las composiciones corren a cargo de Veloso y Gil que les regalan a Os Mutantes el manifiesto definitivo del género, “Panis Et Circensis”, una canción gigantesca, un himno psicodélico que se mete con la complacencia de la gente ante la situación que estaba viviendo Brasil en esa época, “solté a los tigres y a los leones en los patios, pero la gente en el comedor solo se ocupa de nacer y morir.
Sin embargo, el disco es mucho más que su canción bandera, aquí también está el “Parque Industrial” de Tom Zé, con participación vocal de casi todos, una locura genial como “Bat Macumba” o la reivindicación de la figura del gran Augusto Algueró —el tipo que le puso música a “Tómbola”, “La Chica Yé-Yé” o “Penélope” de Serrat—, con una divertida versión de “Las Tres Carabelas” cantada por Caetano y Gilberto.
Veloso vuelve a recordar los tiempos de Domingo, con la preciosa “Lindoneia”, que canta Nara Leão, y “Coraçao Materno”, una preciosa bossa con unos cuidados arreglos de cuerda cantada por él mismo, aunque el mejor momento del disco llega con “Baby”, otro de sus clásicos absolutos que tendrá varias versiones, entre ellas de Os Mutantes.
Pero la versión definitiva es esta maravilla con Gal Costa como voz principal y Caetano apareciendo al final, para cantar el estribillo del “Diana” de Paul Anka, una de sus canciones favoritas, de la que años más tarde grabará una versión completa en el A Foreign Sound de 2004. Es, junto a “Panis Et Circensis”, la gran canción del disco, con una melodía inolvidable y una orquestación absolutamente brillante a cargo de Duprat.
Al final todos se juntan para cantar el “Hino ao Senhor do Bonfim”, una canción nacionalista y religiosa, que termina con unos gritos y unos cañonazos que hielan el corazón. El Gobierno dictatorial tomaría nota, pero el movimiento tropicalista había entregado una obra maestra para la historia.
Caetano Veloso (1969)
En diciembre de 1968 Veloso y Gil fueron detenidos por, supuestamente, no mostrar respeto al himno y la bandera de Brasil. Pasarían tres meses en prisión, cuando salieron se les confinó en Salvador, sin poder ofrecer recitales públicos. A pesar de todo les dio tiempo a grabar sus nuevos discos, Caetano grabó el suyo entre abril y mayo de 1969, primero con su voz y su guitarra y luego añadiéndole los mágicos arreglos de Rogério Duprat.
A pesar de las circunstancias en las que se grabó, no es un disco particularmente triste, aunque contara con la desgarradora “The Empty Boat”, sino una explosión psicodélica en la que Caetano también juega con el fado, en la preciosa composición propia, “Os Argonautas”, y el tango, con la versión del clásico “Cambalache”, a la que Veloso cambia la letra para citar a un par de Beatles.
El disco se abre con una de sus mejores canciones, la irresistible “Irene”, y cuenta con otras joyas como “Não Identificado”, “Atrás do Trio Elétrico” o “Lost In Paradise”. Caetano se rebela contra las restricciones y la mala suerte y entrega un disco sublime.
Caetano Veloso (1971)
El primer disco grabado en el exilio londinense está impregnado de melancolía y nostalgia. Caetano puede andar libremente por la calle e interactuar con algunos de los músicos que le inspiraron, pero no puede evitar echar profundamente de menos su país, es un disco lleno de saudade, como se puede ver en la fotografía de la portada o en las canciones en inglés que abren el disco, “A Little More Blue”, la esperanza de recibir una carta de su hermana en “Maria Bethania” o el homenaje agridulce a su ciudad de acogida en la inmortal “London, London”.
También destaca su adaptación al inglés, bajándole el tempo, del “Marinheiro So”, convertida en “If You Hold A Stone” o su versión del clásico de Humberto Teixeira y Luiz Gonzaga, “Asa Branca”. Un disco que supura añoranza por todas partes.
Transa (1972)
En la carrera de Caetano Veloso hay otro cliché que dice que Transa es el mejor disco de su carrera. Pues bien, en esta ocasión no puedo contradecirlo, Transa es el mejor disco de la carrera de Caetano. Su segundo disco en el exilio inglés es una verdadera maravilla, un disco fantástico que combina lo mejor de Veloso, encontramos la melancolía —aunque esta vez también hay un poso de esperanza, no en vano cuando se publicó, en enero de 1972, Caetano ya había podido volver a Brasil—, la fusión de culturas y lenguajes o las emocionantes letras.
El inicio no puede ser más brillante con “You Don’t Know Me”, la canción fluye con naturalidad entre el inglés y el portugués, con una enorme musicalidad, demostrando que Veloso no tiene nada que envidiar a cualquier cantautor anglosajón de la época, “Nine Out of Ten” es su canción favorita en inglés, sintiéndose especialmente orgulloso al ser, en su opinión, la primera canción brasileña que se mete en terrenos del reggae, adelantándose a muchos de sus ídolos en su reconocimiento de la música caribeña —Veloso afirmaría que Bob Marley y los Wailers fueron lo más grande que hubo en los años 70.
“Triste Bahia” es una extensa composición bañada en nostalgia, aunque la mejor canción en portugués del disco es su relectura de la vieja samba “Mora Na Filosofia”. Entre medias de ambas vuelve a haber otra belleza cantada en inglés, “It’s A Long Way”. Para rematar cierra con la simpática y breve ‘Nostalgia (That’s What Rock’n Roll Is All About)’, un rock and roll acústico en el que se puede escuchar de fondo a Gal Costa. Tristeza y alegría juntas de la mano para su disco definitivo.
Joia (1975)
En 1975, Caetano decidió publicar dos discos al mismo tiempo, Cualquer Cosa y Joia. El mejor del dúo era el último, un disco desnudo en arreglos, como la mítica portada, en el que Veloso hace su particular homenaje al Two Virgins de John Lennon y Yoko Ono, aunque la versión que hace sea una esquemática versión del “Help”.
No es el mejor sitio para comenzar con su música, pero, aun así, contiene notables canciones como “Canto de um Povo de um Lugar” o “Na Asa Do Vento”. Una especie de Caetano Unplugged.
Bicho (1977)
Bicho fue el noveno disco de estudio de Caetano Veloso y el momento en el que recuperó la mejor forma. El disco se grabó después de un viaje de un mes a Lagos (Nigeria), donde Caetano y Gilberto Gil pasaron un mes. La influencia de la música africana, del Juju y de Fela Kuti se puede escuchar en las movidas dos primeras canciones, “Odara” y “Two Naira Fifty Kobo”, que suena a Graceland, diez años antes de que Paul Simon hiciera ese disco.
Eso sí, lo mejor llega en una segunda cara, que contiene cuatro de mis canciones favoritas de la carrera de Caetano, “Um Indio” y “Tigresa”, que podrían haber aparecido sin problemas en Transa, y “O Leãozinho” y “Alguem Cantando”, dos canciones tan bonitas y sencillas que acarician el alma.
Muito (1978)
Un disco que se abre con un monumento hecho canción como “Terra” ya sería un gran disco, aunque las siguientes canciones tuvieran a Caetano leyendo en voz alta el listín telefónico de su Santo Amaro natal… Así de grande es esa canción que tuvo una excelente versión en castellano por parte de Radio Futura en su disco de despedida, Tierra Para Bailar.
Pero volviendo a Muito, el disco no se queda en su mejor canción y también incluye otro de los clásicos absolutos de su carrera, “Sampa”, una canción en la que expresa sus sentimientos encontrados sobre la ciudad de São Paulo. Además, también hay una buena versión de la funky “Quem cochicha o rabo espicha” de su amigo Jorge Ben.
Cinema Transcendental (1979)
Otro de los discos fundamentales de su carrera, no en vano se abre con tres clásicos claros como “Lua de São Jorge”, “Beleza Pura”—de la que harían una versión Skank— y, por encima de todas, la perfección de “Oração ao Tempo”, su oda al tiempo, “El tiempo no se detiene, y sin embargo nunca envejece“.
En cierta medida este disco es una especie de continuación de Muito, con la misma banda, la Outra Banda da Terra, y una especie de arreglos soft rock que calzan como un guante con su delicada voz, como se puede apreciar en los toques jazz de “Louco Por Vocé”, en ese acordeón que colorea la notable “Cajuína” o la flauta de “Aracaju”.
Estrangeiro (1989)
Caetano Veloso se marchó a Nueva York para grabar este disco, producido por Peter Scherer y Arto Lindsay, que cuenta con la colaboración de músicos de la talla del propio Lindsay, Marc Ribot, Bill Frisell o el percusionista Carlinhos Brown, que también compone una de las canciones del disco, “Meia-Lua Inteira”, un animado reggae.
Es uno de los discos más arriesgados y avant-garde de su carrera, experimentando con sonidos más electrónicos, demostrando su carácter innovador y ecléctico, algo que le emparenta con figuras como David Byrne o Bowie.
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