El periodista y Dj barcelonés Luis Costa (Barcelona, 1972) se ha lanzado en una compleja aventura que está dado excelentes resultados: ¡Bacalao! (Contra, 16), donde resume en forma de historia oral lo que fue la escena de la música de baile en Valencia, desde 1980 hasta 1995. Para ello, Costa ha entrevistado a una larga lista de Dj’s, músicos, periodistas y programadores que nos dan una visión global de lo que fueron aquellos años, conformando una de las más interesantes historias orales que se han publicado en nuestro país, y donde Valencia representó, para la música de baile, el secreto mejor guardado de Europa.
¿En qué momento te diste cuenta de que tenías que escribir ¡Bacalao!?
Hubo un par de momentos clave. El primero fue después de leer En Èxtasi, de Joan Oleaque. Y el segundo fue hace unos tres años, cuando propuse varios posibles temas a Contra y vimos que existía un vacío editorial importante sobre el tema, lo vimos claro. En cuanto me puse a investigar sobre el tema me di cuenta de que tenía algo tremendo entre manos.
A la manera de Simon Reynolds, ¿tu nostalgia es reconstituyente o reflexiva?
En mi breve speech de apertura de la presentación del libro en Valencia, hice una reflexión en este sentido que explica mi visión sobre esto. En realidad, yo no veo este libro como un ejercicio de nostalgia, en absoluto, sino más bien un acto de buen gusto y de responsabilidad con parte del legado cultural de nuestra cultura, valga la redundancia. Es, en todo caso, un ejercicio de historia, que nos recuerda unos años donde la música era apreciada como un valor cultural por parte de políticos del PSOE -partido en el gobierno entonces- en ese momento, como Carmen Alborch. Este relato oral, además de entretenido y revelador, viene a recordar a nuestros políticos actuales el valor cultural de todo este percal. Deberían pasarse todos un fin de semana por el Panorama de fiesta, el mismo lunes ya se ponían a cambiar las leyes, fijo.
¿Cuáles consideras que han sido los momentos clave y las decisiones más determinantes que has tomado a lo largo de su escritura?
El primer acierto fue encontrar la editorial. Contra es la primera con la que hablé y creyeron en mi desde un primer momento, confiándome mi primer libro. Puede que el momento más decisivo fuera cuando me decidí por el relato oral, por boca de los propios protagonistas, que ha sido un acierto, convirtiendo al libro en algo vivo y emocionante.
¿Crees que ese cambio afectó de algún modo palpable la forma en que se escucha y piensa la música en la actualidad?
Sin duda. El cambio radical en la forma de enfocar y gestionar la escena de baile fue única y muy transgresora, en un momento donde en todo el mundo se apostaba por la música disco y el funk. Y ya no digamos en España, donde habría que añadir la rumba y la música lenta más casposa, o el italo disco en Barcelona. Aquello fue la guía para las siguientes generaciones que se dedicaron a esto, ya sea desde las cabinas de DJ o desde los despachos, y su rastro se puede seguir en la actualidad sin dificultades.
Has escrito mucho también sobre el intercambio de ideas entre el mainstream y el underground. ¿Crees que este intercambio es causa de la poca cantidad de música que busca innovar en los tiempos recientes?
Pienso que es un momento excepcional en este sentido, existen multitud de maravillosos productores, visionarios, creadores de nuevos y excitantes universos sonoros, con la innovación como principal premisa. En este sentido soy muy optimista y veo un futuro repleto de gratas sorpresas. Lo que me deprime es el mainstream, que jamás había tocado semejantes cotas de mediocridad. En este mundo de globalidad impuesta por las multinacionales y las grandes marcas -donde el estado del bienestar no es otra cosa que una gran campaña de marketing político-, la creatividad y la autenticidad brillan por su ausencia. Toda la ropa es igual, todos los muebles son iguales, todos queremos ser igual de guapos y estupendos y molar todo el tiempo. Y toda la música suena igual. Hasta los que somos supuestamente más enrollados y underground, acabamos haciendo lo mismo todos, y las redes sociales ya se ocupan de que así sea. Es necesario reafirmar nuestra propia identidad para no ser engullidos por el sistema y la máquina-estado, insaciables devoradores de almas. Y de cuentas bancarias.
¿Te gusta la nueva forma de hacer periodismo musical o prefieres la vieja escuela?
En España hay una gran tradición de periodismo musical y la sigue habiendo. Como siempre, conviene separar el grano de la paja, y me preocupa ver la ausencia de rigurosidad en muchos medios, que directamente copian y pegan en sus noticias los textos de las notas de prensa que reciben. Es una situación lamentable, muy extendida. La incapacidad de estos medios por ofrecer su propia línea editorial es preocupante. O bien se publican informaciones sin contrastar, o erratas de todo tipo. El problema es que todo esto no parece importarle a nadie un pimiento y se da por bueno. Lo cual me lleva a pensar que realmente no hay un público lector al que interese todo esto. Al final todo se reduce a impresiones, clicks, followers y mandangas de posicionamiento en internet. Y que todo salga bien bonito y sobre todo entretenga.
¿Hacia dónde se dirigen ¡Bacalao! y Luis Costa? ¿Te veremos pronto en Valencia?
Hay varias acciones previstas para los próximos meses. En enero haremos presentación del libro en Zaragoza y en febrero o marzo hay algo pensado para hacer en Madrid. Para el mes de mayo me han pedido que arme algo para el festival Primera Persona de Barcelona, que organizan Miqui Otero y Kiko Amat. Todo esto se irá concretando en las próximas semanas. Y el próximo viernes 20 de enero vuelvo a Valencia, pero esta vez con otro bacalao: los amigos de la nueva fiesta Chromatic me han invitado a hacer una noche Dancetería, que es mi fiesta itinerante en Barcelona enfocada a los asuntos del baile que más me interesan. Ganazas de todo esto.
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